miércoles, 14 de agosto de 2013

¡Soy la sal de la tierra!



¿Quien soy en Cristo?

“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres” Mateo 5:13.

Para los que vivían en el tiempo de Jesús, la sal era un elemento precioso porque se usaba no sólo para dar sabor a los alimentos, sino también para preservar la carne y el pescado de su descomposición natural. 

Casi siempre que Jesús quiere comunicar un mensaje importante, recurre a una parábola o comparación, sacado de la vida cotidiana.  En general, no explica las parábolas, porque tratan de cosas que todos conocen por experiencia.  En esta oportunidad Jesús usa el elemento de la sal bien conocido de todos.

La sal no existe para sí, sino para dar sabor.  Con la sal nos está diciendo que los “ciudadanos del Reino”, es decir, todo cristiano, tienen como misión hacer el mundo mejor a los ojos de Dios y también de los demás.  Estamos llamados a dar “buen sabor” al mundo, a ser “agentes saborizantes” para el mundo, y a ser sal para que el mundo no se descomponga o se corrompa.



“Gracia y Paz”

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