jueves, 15 de agosto de 2013

¿QUIERES EXPERIMENTAR EL PODER DE DIOS?



Hechos 1:8
“Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.

Poder espiritual es la energía divina que Dios desea manifestar en nosotros y a través de nosotros, y la autoridad divina que se requiere para llevar adelante la obra que Dios nos ha encomendado. Este poder no es solamente para predicadores, evangelistas, o para aquellos que trabajan en un determinado ministerio, sino que está disponible para todo creyente que voluntaria y concientemente se rinde día tras día en sumisión y obediencia al Espíritu Santo.

El pasaje de hoy se refiere al poder del Espíritu Santo en relación a testificar y a glorificar a Dios. Es su poder obrando en nosotros quien nos capacita y nos da el valor para llevar adelante su obra. Aquí Jesús les dice a sus discípulos lo que harían una vez hubiesen recibido el divino poder: “Me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Y una vez fueron llenos del Espíritu Santo (Hechos 2:4), los discípulos cumplieron fielmente la misión encomendada por el Señor, a pesar de todas las dificultades que encontraron en su camino, las amenazas, encarcelamientos, golpes, latigazos, torturas de todo tipo y hasta la muerte.

En su segunda carta a los corintios, capítulo 12, el apóstol Pablo se refiere a “un aguijón" en su carne. No se sabe a ciencia cierta qué era ese aguijón al que él se refirió, pero sin duda era algo que le molestaba, le afectaba grandemente en su vida, y de lo cual quería librarse. Y le pidió a Dios en repetidas ocasiones que se lo quitara. La respuesta del Señor fue la graduación de Pablo en el proceso de aprendizaje y crecimiento espiritual: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9). Realmente es muy difícil de entender este principio divino, pero es muy posible experimentarlo: Con Dios, nuestra debilidad se convierte en nuestra mayor fortaleza. Cuando Pablo entendió profundamente este principio espiritual, no solamente obtuvo la fortaleza que necesitaba, sino que pudo decir con autoridad: “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”.

No podemos manipular el poder del Espíritu Santo con el fin de usar a Dios. Todo lo contrario, experimentamos su poder cuando somos humildes, reconocemos nuestra incapacidad y nos rendimos totalmente para ser usados por él. Dios manifiesta su poder por medio de nosotros cuando caminamos en completa obediencia a su voluntad. Y solamente por medio del poder de Dios podemos manifestar “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza”, lo cual revela en nosotros el carácter de Cristo. Este es el fruto del Espíritu del cual nos habla Gálatas 5:22-23.

¿Quieres experimentar el poder de Dios plenamente en tu vida?

Decide hoy rendir tu vida al Señor completamente, no a medias. Dios espera de nosotros obediencia absoluta. Mientras seamos selectivos en nuestra obediencia a Dios, mientras haya áreas de nuestras vidas que permanezcan fuera de su voluntad, mientras nos consideremos fuertes y capaces de lograr el éxito con nuestras propias fuerzas, no podremos experimentar plenamente el poder de Dios. Cuando un enemigo levanta sus brazos y se rinde al ejército contrario es porque ha entendido que no vale la pena seguir luchando, que ya no tiene fuerzas, que no tiene posibilidades de ganar. Nosotros tenemos que llegar a este punto delante de Dios. Tenemos que reconocer categóricamente nuestra debilidad e incapacidad y depender de él en todo, para que su poder se perfeccione en nuestra debilidad.

Cuando logremos humillarnos y cedamos al Señor nuestra voluntad, entonces comenzaremos a experimentar su gracia y su poder de maneras que nunca antes habíamos experimentado.

ORACIÓN:
Padre santo, yo anhelo recibir el poder de tu Santo Espíritu en toda su plenitud, y que tú te manifiestes obrando a través de mí para honra y gloria de tu nombre. Por favor, ayúdame a someterme a ti totalmente, derriba las fortalezas espirituales que impiden que yo rinda a tu voluntad todas esas áreas de mi vida que no glorifican tu nombre. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla


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