sábado, 22 de diciembre de 2012

¿PUEDES SENTIR GOZO EN MEDIO DE LA PRUEBA?



Habacuc 3:17-18
"Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación".

En los tiempos que el profeta Habacuc hizo esta declaración, el fruto de la vid era un símbolo de bienestar y prosperidad, el olivo era un producto esencial para la economía, y el ganado era fuente principal de la alimentación, produciendo carne y leche. Es decir, la falta de estas cosas era sinónimo de profunda miseria y escasez. Lo maravilloso de este pasaje es que, a pesar de la situación tan difícil que describe, el profeta declara su total confianza en Dios, alegrándose y gozándose en su presencia. ¡Qué maravillosa enseñanza para nosotros!

Actualmente alrededor de todo el mundo existe un gran problema económico. Hay escasez de todo tipo, desempleo, hambre, enfermedades, sufrimientos, y al igual que en los tiempos de Habacuc, hay un Dios todopoderoso que sólo espera que confiemos en él para acudir a nuestro auxilio. Podemos atravesar tiempos de terrible escasez económica y falta de todo lo necesario para vivir pero lo más importante es que nunca nos falte la presencia del Señor pues sin él estamos completamente perdidos y sin esperanza.

En su carta a los filipenses, el apóstol Pablo los exhorta a mantener el gozo, cualesquiera fueren las circunstancias que les rodearan. No solamente en las buenas, sino también en las malas, o sea siempre, en todo momento. Dice Filipenses 4:1: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” Lo más impactante de esta expresión es el hecho de que cuando Pablo la escribió, estaba nada menos que en una cárcel romana, rodeado de incomodidades, pasando hambre, siendo humillado y torturado, y esperando que en cualquier momento lo ejecutaran. Y aún en estas terribles circunstancias, él manifestaba su absoluta confianza en el Señor, lo cual le permitía sentir un gozo tan grande y profundo que no podía dejar de exhortar a los filipenses a que se regocijaran en todo momento.

Difícilmente alguien va a encontrarse alguna vez en una situación tan dura como la de Pablo cuando escribió esta carta a los Filipenses. Pero no sólo él los alienta exhortándolos a estar gozosos siempre, sino que más adelante también les asegura: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús." (Filipenses 4:19). Dios tiene poder para suplir todas y cada una de nuestras necesidades, pues sus riquezas en gloria son ilimitadas, y su amor por nosotros es infinito. ¿Cómo podríamos tener la más mínima duda de esto si él entregó a su Hijo por salvarnos de la condenación eterna?

También Jesús animó a sus discípulos a que confiaran en él en medio de la aflicción y la adversidad. En Juan 16:33 les dice: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Con Jesús de nuestro lado la escasez puede transformarse en prosperidad, la enfermedad en salud, el temor en seguridad, la soledad en compañía, el fracaso en éxito. A lo largo de nuestras vidas podremos tener escasez de muchas cosas, pero es necesario recordar siempre que más importante que cualquier posesión material es la presencia de Dios en nuestras vidas. Sus muchas promesas deben darnos la tranquilidad y el gozo que sentían Habacuc y Pablo en medio de situaciones tan difíciles.

Cuando llegue la prueba, o la situación en la que estás se torne aún más difícil, no olvides que siempre puedes acudir al Dios todopoderoso en busca de ayuda, como dice Hebreos 4:16: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. Ese oportuno socorro está disponible para los que confían en Dios. Pero no es posible confiar en Dios si no le conocemos íntimamente por medio de una relación diaria con él a través de la oración y la lectura de su palabra.

ORACIÓN:
Gracias, Dios mío, por el aliento y la seguridad que me ofreces a través de tu palabra. Ayúdame a mantenerme firme en mi confianza en ti cuando la escasez, la aflicción o el sufrimiento toquen a mi puerta, para que tu gozo abunde en mi corazón. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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