lunes, 10 de septiembre de 2012

¡HE AQUÍ EL HOMBRE!


Juan 19:5
“Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!”.

La historia de los sufrimientos de Jesús está llena de momentos conmovedores. Uno de ellos es mencionado en este versículo, cuando el gobernador Pilato lo presentó al pueblo, diciendo: “¡He aquí el hombre!”. ¿Ya se ha fijado el lector en aquel que fue así señalado? Allí se hallaba un ser humano, pero no uno como usted y yo.

De este hombre, cuando aparezca con poder y gloria, la Palabra dice: “Se vistió de magnificencia… se ciñó de poder”. En su vestidura llevará escrito: “Rey de reyes y Señor de señores”. Pero en aquel momento, le habían puesto el sucio manto de púrpura de un soldado para mofarse de su dignidad real.

Mas llegará el momento en que el mundo lo verá con “corona de oro fino… sobre su cabeza” (Salmo 21:3). En aquel pasaje, su corona estaba hecha de espinas, las cuales eran la visible prueba de la maldición que había sido pronunciada sobre la tierra. Esto nos recuerda que Cristo fue “hecho por nosotros maldición”.

Mas también le veremos cuando salga de su boca “una espada aguda” (Apocalipsis 19:15). Pero ante Pilato permaneció mudo.

Un día su rostro será “como el sol cuando resplandece en su fuerza” (Apocalipsis 1:16). Mas en ese momento su apariencia debía provocar vergüenza y horror a todos aquellos cuyos sentimientos no estaban completamente insensibilizados. “He aquí el hombre”, un “varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos” (Isaías 53:3).

“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

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