miércoles, 23 de mayo de 2012

1 Corintios 10:12-13


Reconozcamos nuestra vulnerabilidad


1 Corintios 10:12-13
“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.

Muchos cristianos vemos a un hermano de la fe caer en el pecado, y no reconocen que nosotros también podríamos tropezar. Esto es muy peligroso, porque Satanás nos podría tener los justo donde él quiere: engañados por un falso sentido de confianza. Tengamos presente que tenemos tres enemigos que están constantemente en actividad tratando de derribarnos: el propio diablo, nuestro sistema mundano, y nuestra carne engañosa.

Todos los creyentes debemos, como Pablo, reconocer un problema interno: “el pecado que mora en mí” (Romanos 7:20). Satanás aprovecha al máximo esta debilidad, atrayéndonos con tentaciones carnales y mundanales. Él alimenta nuestro orgullo, para cegarnos a nuestra propia vulnerabilidad.

Necesitamos estar continuamente en guardia. Puesto que la ignorancia —de la naturaleza del pecado, de las estrategias del enemigo, y de nuestras propia debilidad— nos tiende una trampa para que fracasemos, no podemos permitirnos ser negligentes en nuestra manera de pensar. Cada vez que justificamos algún pecado, hemos perdido la sensibilidad hacia el Señor. La Palabra de Dios debe llenar siempre nuestra mente y dirigir nuestros pasos.

Si tu te encuentras alejado del Señor, vuelve a Él reconociendo tu pecado y aceptando tu responsabilidad. Arrepentirse significa simplemente un cambio de mente, e ir en una dirección diferente, hacia Dios, en vez de alejarse de Él.

El paso siguiente es más difícil. Responde con gratitud al castigo del Señor. Cada vez que un creyente cae en pecado, Dios actúa amorosamente para traerlo de vuelta a la comunión con Él. Su disciplina puede ser dolorosa, pero siempre es buena, porque nos conecta de nuevo con nuestro Padre celestial.


“Gracia y Paz”

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