martes, 22 de mayo de 2012

Genio y Figura hasta la Sepultura
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Jeremías 17:9.
“Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” 2 Corintios 5:17.
 
 
¿Quién no ha experimentado alguna vez la realidad de esta célebre frase? ¡Cuántas buenas resoluciones y decisiones que exigen cierta valentía se evaporan justo después de ser tomadas! El temperamento siempre termina dominando. ¿Qué hacer entonces? ¿No hay ninguna solución? Algunos se hunden en el pesimismo y otros se justifican: «Es mi temperamento, no puedo cambiar. ¡Tienen que aceptarme tal como soy!». Es cierto que incluso teniendo mucha fuerza de voluntad es casi imposible mejorar de forma más o menos duradera.
Lo más grave es que el temperamento de cada persona a menudo manifiesta egoísmo, envidia, violencia… En todas las sociedades se han establecido principios morales para tratar de refrenar las tendencias naturales. Del mismo modo, muchas religiones piden a sus fieles que se disciplinen para reprimir las malas propensiones. Estos principios y reglas son como los vínculos y las cadenas con los que tratamos de contener los desenfrenos de la naturaleza humana, sin poder curarlos verdaderamente.
 

Pero Jesucristo propone otra cosa. Él no mejora la naturaleza humana, sino que da una nueva vida. Aquel que cree en Cristo recibe una nueva vida, guiada por el Espíritu Santo, cuyo único objetivo es glorificar a Dios. Por la fe en Jesucristo vive en comunión con él y rechaza lo que viene de su propio temperamento. Entonces puede decir: “Las cosas viejas pasaron”.
 

“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

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