Proverbios 4:23
“Sobre toda cosa
guardada, guarda tu corazón; porque de el mana la vida”
Nuestro corazón es
una de nuestras posesiones más valiosas, por lo cual debemos cuidarlo, debemos guardar.
Dependiendo de su estado es como nos conduciremos en la vida.
Nuestro hablar,
nuestras actitudes, nuestras reacciones a las distintas situaciones que nos
toca vivir, salen en gran parte de él.
Nuestro corazón
puede engañarnos muchas veces y llevarnos a pensamientos y actitudes
equivocadas.
“Nada hay tan
engañoso y perverso como el corazón humano. ¿Quién es capaz de comprenderlo?” (Jeremías
17:9).
Y, al estar en
una actitud equivocada en nuestra vida, puede conducirnos por un camino triste.
“Hay camino que
al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte. Aun en la risa
tendrá dolor el corazón; y el término de la alegría es congoja. De sus caminos
será hastiado el necio de corazón; pero el hombre de bien estará contento del
suyo” (Proverbios 14:12-14).
Por eso debemos
entregar nuestros pecados, errores, cargas a Dios (engaño, mentira, orgullo,
envidia, falta de perdón, vanagloria, etc.). Esta en nosotros si queremos y
permitimos que Dios nos limpie de todas estas cosas; y, confesarlas a Dios para
que nos ayude a cambiar.
Un corazón lleno
de maldad puede ser muy dañoso y tener alguna o varias de estas
características: terquedad, insensatez, depravación, extorsión y exceso, fuente
de todo mal, incredulidad y codicia.
Los secretos del
corazón los conoce Dios.
“No necesitaba
que nadie le dijera nada acerca de la gente, pues él mismo conocía el corazón
del hombre” (Juan 2:25).
“Señor
todopoderoso, tú que examinas con justicia, tú que ves hasta lo más íntimo del
hombre” (Jeremías 20:12).
“Yo, el Señor,
que investigo el corazón y conozco a fondo los sentimientos; que doy a cada
cual lo que se merece, de acuerdo con sus acciones” (Jeremías 17:10).
Nuestro corazón
se renueva cuando le permitimos a Dios que tome el control de nuestro corazón,
que limpie nuestra vida y la guíe,.
“Oh Dios, ¡pon
en mí un corazón limpio!, ¡dame un espíritu nuevo y fiel!” (Salmo 51:10).
“En verdad, tú
amas al corazón sincero, y en lo íntimo me has dado sabiduría. Purifícame con
hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve. Lléname de
gozo y alegría; alégrame de nuevo, aunque me has quebrantado. Aleja de tu vista
mis pecados y borra todas mis maldades” (Salmo 51:6-9).
“Mi corazón está
dispuesto, Dios mío” (Salmo 57:7).
“Les daré
entendimiento para que reconozcan que yo soy el Señor, y ellos serán mi pueblo
y yo seré su Dios, porque volverán a mí de todo corazón” (Jeremías 24:7).
“Yo les quitaré
ese corazón duro como la piedra, y les daré un nuevo corazón y un nuevo
espíritu” (Ezequiel 11:19).
“Pondré en
ustedes un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Quitaré de ustedes ese corazón
duro como la piedra y les pondré un corazón dócil. Pondré en ustedes mi
espíritu” (Ezequiel 36:26).
“Me apresuro a
cumplir tus mandamientos porque llenas de alegría mi corazón” (Salmo 119:32).
“¡Quién diera
que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis
mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” (Deuteronomio
5:29).
“Oh Dios,
examíname, reconoce mi corazón; ponme a prueba, reconoce mis pensamientos; mira
si voy por el camino del mal, y guíame por el camino eterno” (Salmo 139:23-24).
Cuida tu
corazón, ponlo en manos de Jesús, el lo transformará, lo cambiará, logrará lo
imposible, lo cuidará como su especial tesoro.
“Gracia y Paz”
Edición: Carlos
Martínez M.
Tamara Lemos
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