martes, 26 de noviembre de 2013

¿QUIERES SEGUIR A JESÚS?



Lucas 9:23-24
“Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará”.

En este pasaje se resume el desafío de la vida cristiana. Aquí Jesús establece los requisitos para aquellos que quieren seguirlo. Quizás el Maestro quiso ser absolutamente claro ante todos aquellos que se reunían a escucharlo, considerando que muchos de ellos serían movidos por la curiosidad, o tal vez buscando algún beneficio físico o material. Jesús se caracterizó siempre por hablar estrictamente la verdad sin dobleces o pretextos de ningún tipo. Esto hizo que muchos de aquellos que escuchaban sus enseñanzas se retiraran. Por ejemplo, en Juan 6:66-69 dice: “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Aún a los apóstoles que él mismo escogió les habló de esta manera, y Pedro, respondiendo en nombre de todos, reconoció que aun siendo difícil el camino a seguir, no existía una mejor alternativa que estar cerca del Hijo del Dios viviente.

¿Qué quiere decir Jesús con “Niéguese a sí mismo”? Todos conocemos la famosa negación de Pedro cuando dijo: “No conozco a ese hombre” (Mateo 26:72). Negarse a sí mismo es no conocerse a sí mismo, es ignorar la existencia de uno mismo. Es tratar al yo como si no existiera, lo cual es todo lo contrario a nuestra tendencia humana de tratarnos como si nuestro yo fuera lo más importante del mundo. Negarse a sí mismo significa decirse “no” en todo deseo que no esté de acuerdo a la palabra de Dios y decir “sí” al Señor. La vida de auto-negación es una vida de obediencia incondicional a Dios.

“Tome su cruz cada día” ¿Qué significa esto? Jesús sabía muy bien lo que significaba la crucifixión. El estaba perfectamente conciente del fin de su misión en este mundo, y estaba decidido a llevarla a cabo hasta el final. Decirle a alguien que debía estar dispuesto a tomar una cruz era decirle que debía estar dispuesto a ser humillado, maltratado e injuriado sin ninguna culpa. La cruz es símbolo de sacrificio en todos los aspectos. El verdadero cristiano debe estar dispuesto a abandonar su ambición personal para servir a Dios y su reino. En resumen, tomar nuestra cruz significa estar listos para enfrentar y soportar lo peor que pueda pasarnos en la vida por el privilegio de ser fieles a Cristo.

Jesús nunca llamó a la humanidad a hacer algo que él mismo no estuviera dispuesto a hacer. Esta es la característica del líder que motiva a sus seguidores. Él nunca ofreció un jardín de rosas, pero sí nos prometió victoria. En Juan 16:33 les dijo a sus discípulos: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Esta es la autoridad con que sólo puede hablar quien se enfrentó a la muerte en la cruz y venció de manera terminante y definitiva. Y después fue exaltado hasta lo sumo, dice Filipenses 2:9.

Seguir a Jesús implica sacrificio, cohibirse de los placeres que ofrece el mundo, rechazar los deseos de la carne, soportar las injusticias de este mundo, permanecer humildes en todas las circunstancias, obedecer la voluntad del Padre, servirle de alguna manera, y hasta dar la vida si fuera necesario. Ciertamente no es nada fácil, pero el resultado es la mayor victoria que un ser humano pueda disfrutar; es una vida abundante en todos los aspectos, llena de una paz y un gozo imposibles de describir cualesquiera sean las circunstancias; es contar con el amor, el cuidado, la protección y la provisión de un Padre amante y misericordioso, que es además omnisciente y todo poderoso.

Medita en esta enseñanza por unos minutos. Y entonces contesta esta pregunta: ¿Quieres tú seguir a Jesús?

ORACIÓN:
Bendito Dios, te suplico que me des la fuerza y el valor para negarme a mí mismo y tomar mi cruz cada día, sabiendo que esta es tu voluntad y que este camino me llevará a la victoria aquí en la tierra y al disfrute de la vida eterna contigo. En el nombre de Jesús, Amén.


“Gracia y Paz”
Dios te Habla


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