miércoles, 31 de julio de 2013

¿TIENES TÚ ALGÚN TIPO DE PREJUICIO DE LOS DEMÁS?



Juan 1:45-46
"Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Respondió Felipe: Ven y ve".

El pasaje de hoy presenta una pregunta y una respuesta. Ambas provienen de hombres sinceros y de buenos principios. Natanael, un hombre devoto; Felipe, un honesto discípulo de Jesús. Pero Natanael reaccionó en este caso con prejuicio. Si Felipe le hubiera dicho que Jesús venía de Roma o de Jerusalén, probablemente Natanael hubiera reaccionado de manera diferente. Pero, ¿de Nazaret? ¿Podría salir algo bueno de esa ciudad pequeña e insignificante?

Según el diccionario, "prejuicio" es: "Juicio u opinión, generalmente negativo, que se forma de antemano y sin el conocimiento necesario". La Biblia nos dice en Mateo 7:1: “No juzguéis, para que no seáis juzgados” Es decir, no debemos prejuzgar, pues ni siquiera nos hemos tomado la molestia de reunir alguna información y analizarla antes de llegar a una conclusión. Muchas veces hemos sido víctimas de prejuicios, ya sea basados en nacionalidad, o raza, o sexo, o religión, o edad. Otras veces hemos sido nosotros los que hemos actuado con prejuicio. De cualquier manera el prejuicio es totalmente incorrecto, no agrada al Señor y debemos evitarlo.

El prejuicio tiene diferentes raíces. A veces tenemos prejuicios por ignorancia. No conocemos el asunto, ni tampoco nos interesamos por saber. Simplemente condenamos. Otras veces tenemos prejuicios porque fuimos educados así y las tradiciones controlan nuestra manera de actuar. A veces, el prejuicio nace del orgullo. Consideramos que nuestras opiniones son superiores a las de los demás, y no estamos dispuestos a ceder ni un milímetro. También podemos actuar con prejuicios porque no salimos del círculo de personas que piensan igual a nosotros, y no damos valor a aquellos que piensan de manera diferente. Muchas pueden ser las causas del prejuicio, pero una vez lo reconocemos debemos tratar de eliminarlo de nuestras vidas.

¿Cómo podemos eliminar el prejuicio? Felipe le dijo a Natanael: “Ven y ve”. O sea, “Experimenta por ti mismo. Analiza y emite un juicio a partir de tu experiencia personal y no a partir de lo que pensabas con anterioridad”. Cuando Natanael llegó con Felipe adonde Jesús se encontraba, y tuvo la oportunidad de conocer personalmente al Señor y escucharle hablar, entonces, dice Juan 1:49, “Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel”.

Trata siempre de conocer a la persona por la que has sentido algún prejuicio. Muchas veces una cierta actitud en una persona ha hecho que nos formemos un concepto equivocado de ella, y después de un tiempo de tratarla nos hemos dado cuenta del error. Quizás estaba pasando por una situación muy difícil, o quizás es muy tímida, o tiene algún trauma psicológico por problemas de la niñez. En fin, puede haber un sinnúmero de causas en el comportamiento de una persona que no tienen nada que ver con sus principios, o sus sentimientos, o sus intenciones. Pero por encima de todo esto envuélvete en el espíritu que nos describe Filipenses 2:3: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”. Actuando de esta manera estarás rechazando todo prejuicio y permitiendo que el Espíritu Santo controle tus emociones, tus pensamientos y tu manera de actuar.

Si te encuentras en una situación en la que sientes que estás actuando con prejuicio, o si sientes que alguien está actuando contigo prejuiciosamente, pide al Señor que tome control de tu mente y tu corazón, y que te dé discernimiento espiritual para identificar y rechazar todo concepto equivocado. Ora por esa persona, y pide a Dios que te de la oportunidad de ministrarla en su nombre.

ORACIÓN:
Padre santo, te ruego que eches fuera de mí todo prejuicio o concepto mal fundado que tenga yo de las personas, y que tu Espíritu Santo me ayude a tratar a todos los que me rodean con amor y humildad, estimándolos como superiores a mí. Que todos puedan ver en mí el carácter y el corazón de Cristo. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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