martes, 9 de abril de 2013

¿PUEDES ALABAR A DIOS EN MEDIO DE LA PRUEBA?



Salmo 69:1-3
"Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma. Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie; he venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado. Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios".

En este pasaje David clama a Dios desesperadamente en medio de una crisis sumamente intensa en su vida. El salmista describe una situación verdaderamente caótica e implica que llevaba tanto tiempo clamando por ayuda que estaba ya cansado de llamar y había perdido hasta la voz. Sin embargo, se mantenía firme esperando a su Dios, diciendo: “Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza” (Salmo 69:30). En medio de su agonía, David sigue clamando a Dios, y a la vez lo exalta con cánticos de alabanza.

Al igual que David, todo ser humano está expuesto a ser afectado por una prueba, muchas veces catastrófica y de manera repentina. Recordemos algunas de éstas, sucedidas en los últimos años:

Al comenzar el día del martes 11 de septiembre del 2001 millones de personas en todas partes del mundo se dirigieron como de costumbre a sus trabajos, entre ellas las que tenían sus oficinas en las torres gemelas de Nueva York. ¿Quién pudo haber imaginado en ese momento que unos minutos después esas dos famosas torres serían destruidas, y más de 3,000 personas habrían perdido sus vidas víctimas de un ataque terrorista?

En la mañana del día 26 de diciembre de 2004, miles de personas disfrutaban tranquilamente de las preciosas playas de Indonesia. Minutos después, las gigantescas olas del Tsunami que arrasó el sureste asiático dejaron ruina y desolación y más de 200,000 muertos de todas partes del mundo.

Hace varios años, temprano en la mañana, en la ciudad de Miami, Florida, una mujer llegó a la casa de sus padres con el fin de dejar a su bebé, como acostumbraba a hacer, antes de continuar para su trabajo. Lo que encontró allí transformó su vida para siempre. En el piso de la sala, en medio de un charco de sangre, yacía el cadáver de su abuelita, y los cuerpos de su papá y su mamá fueron hallados más tarde por la policía en otras habitaciones de la casa. Para hacer la tragedia aún más terrible, luego supo que había sido su propio hermano el que cometió los asesinatos. Es muy difícil imaginar la magnitud de la crisis emocional, psicológica y espiritual que, literalmente, aplastó a esta mujer y a su familia.

Tragedias de esta envergadura no suceden con mucha frecuencia, pero el comienzo de cada día puede traer a cualquier persona un cambio drástico e inesperado en su vida. Nadie está exento de que se le presente una prueba de momento, la cual puede traerle consecuencias profundas y trascendentales. Pero si estamos espiritualmente preparados, manteniendo una comunión diaria con el Señor podremos actuar como David en el pasaje de hoy, clamando a Dios por su ayuda a la vez que le alabamos de todo corazón.

Esta actitud siempre nos fortalece en la prueba y nos lleva a un final de victoria. Tenemos un ejemplo en 2 Crónicas capítulo 20. Aquí la Biblia narra que Josafat, rey de Judá, recibió la noticia de que ejércitos poderosos se acercaban con el fin de destruir a su pueblo. En medio de esta terrible situación Josafat pidió ayuno y oración en todo Judá. Y cuando estuvieron cerca los enemigos, “puso a algunos que cantasen y alabasen al Señor” (v.21). Tan pronto ellos comenzaron a entonar cantos de alabanza, los soldados enemigos comenzaron a pelear unos contra otros, y se mataron entre sí, y dice la Biblia que de ellos no quedó ni uno solo. ¡Milagro de Dios! Ciertamente la gloria de Dios se manifiesta cuando le adoramos y le alabamos de corazón.

Cuando estés pasando por una prueba muy difícil, cuando creas que “no puedes más”, busca el rostro del Señor en oración y alábalo con palabras y con canciones que hablen de su gloria y su majestad, y por fe expresa victoria total y absoluta en el nombre poderoso de Jesucristo. No es fácil, pero si lo haces te asombrará la paz tan preciosa que te inundará, y la gloria de Dios se manifestará en tu vida.

ORACIÓN:
Bendito Señor y Dios, me llego hasta tu trono de gracia, clamando por la manifestación poderosa de tu presencia en esta situación. Te alabo de todo corazón y manifiesto que soy más que vencedor, por medio de aquel que me amó, mi Rey y Señor, Jesucristo. Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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