jueves, 25 de abril de 2013

EL GOZO HUMANO Y EL GOZO DIVINO



Hechos 14:17
“Dios… no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones”.

1 Pedro 1:8
“…En quien creyendo (Jesucristo), aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso”.

En la Biblia, el gozo y la felicidad son evocados más de 800 veces. Eso significa que la Biblia contiene un mensaje esencial para tener una vida feliz.

Las simples alegrías de la vida forman parte del plan de Dios para el hombre. ¡Es él quien nos las da! Por ejemplo, el gozo que trae una cosecha, una comida, el nacimiento de un bebé, el gozo que experimentamos ante la belleza de la naturaleza. A menudo Jesús anunció el reino de Dios usando esas sencillas alegrías. ¿Sabemos alegrarnos con simplicidad y frescura ante las múltiples bendiciones que Dios nos da cada día?

Sin embargo, Dios nos invita a ir más allá, a no detenernos en el carácter humano del gozo que recibimos. Nuestras alegrías toman su verdadera dimensión cuando son vividas en relación con Dios, pues la alegría del cristiano es ante todo una alegría espiritual. Es el gozo de conocer a Dios como Padre. Al ser conscientes de su amor, nuestros temores y lágrimas se borran para dejar paso a la alegría de ser amados por Dios y de poder decirle: ¡“Padre”!

Este gozo es más elevado que todas las alegrías humanas. Para gozar de él, vayamos a la fuente, al Dios bienaventurado. Hallarlo por la fe hace que en nuestra vida nazca el gozo perfecto de Cristo, es decir, el que nunca dejará de existir.


“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

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