miércoles, 20 de marzo de 2013

EL DEBER DEL ATALAYA



(ezequiel 33:1-9)
“Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo: “Oh hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo y diles: Cuando yo traiga espada sobre la tierra, y el pueblo de la tierra tome a un hombre de su territorio y lo ponga como centinela, si él ve venir la espada sobre la tierra y toca la corneta para advertir al pueblo, cualquiera que oye el sonido de la corneta y no se deja advertir, y al llegar la espada se lo lleva, su sangre caerá sobre su propia cabeza. El oyó el sonido de la corneta, pero no se dejó advertir, su sangre caerá sobre él. Pero si se hubiera dejado advertir, habría librado su vida. Sin embargo, si el centinela ve venir la espada y no toca la corneta, de modo que el pueblo no es advertido, si viene la espada y se lleva a alguno de ellos, éste es llevado por causa de su pecado, pero yo demandaré su sangre de mano del centinela. A ti, oh hijo de hombre, te he puesto como centinela para la casa de Israel. Oirás, pues, la palabra de mi boca y les advertirás de mi parte. Si yo digo al impío: Impío, morirás irremisiblemente, y tú no hablas para advertir al impío de su camino, el impío morirá por su pecado; pero yo demandaré su sangre de tu mano. Pero si tú adviertes al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se aparta de su camino, él morirá por su pecado; pero tú habrás librado tu vida”.

“Gracia y Paz”

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