miércoles, 23 de enero de 2013

TENTACIÓN: ¿NOS PRUEBA DIOS CON EL MAL?



Comenzando con este artículo, me gustaría tratar el tema de la tentación, su procedencia y cómo enfrentarla. Por tentación aquí me refiero a las trampas e intrigas que tienen, de una u otra manera, el propósito de desarraigar a alguien de su fe u ocasionarle que se vuelva “inactivo” o infructífero. Por tanto, las pruebas a que este artículo se refiere tienen que ver con las intrigas contra la fe. Estas no son pruebas hechas con buenas intenciones para revisar o desarrollar a quien las recibe, al estilo de los maestros que se las aplican a sus alumnos y por los padres a sus hijos. Por el contrario, las tentaciones, las situaciones a las que nos referimos en este artículo, son trampas cuyo propósito es la destrucción de quien cae en ellas.

¿Por qué digo eso? ¡Porque son muchos los que lanzan en un mismo saco todas las pruebas (mal y bien intencionadas), atribuyéndoselas sin distinción alguna a Dios! Entonces, de acuerdo con este punto de vista: ¿Alguien tuvo un accidente automovilístico? ¡Una prueba del Señor! ¿Alguien es perseguido por su fe? Una prueba del Señor. ¿Alguien cayó en una trampa por sus deseos carnales? ¡De nuevo… es el Señor quien lo está probando al poner tal situación en su camino! Esta percepción es completamente antibíblica y por tanto, inaceptable. Incluso es una difamación en contra de quien se dice: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16) y en acusarle a Él por cualquier prueba y tentación que se atraviese en nuestro camino. ¿Quién va a querer tener realmente una relación con un Dios tan contradictorio, que, por una parte, da a Su Hijo por la gente pero que, por la otra, tienta con tantas cosas malévolas a la misma gente a quien supuestamente Él ama tanto? Contradictorios y bizarros son todos esos puntos de vista y no Dios, tal y como Él es revelado en la Biblia, que con toda claridad nos dice:

Santiago 1:13
“Cuando alguno es tentado no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal ni él tienta a nadie”.

¿A cuántos ha tentado Dios con el mal? ¿Qué nos dice al respecto La Biblia, Su Palabra? ¡A NADIE!

¿Dios prueba a Su gente? Sí, pero no con el mal. En vez de eso, Él nos prueba de la misma forma como un maestro examina a sus alumnos y como los padres lo hacen con sus hijos. Veamos por ejemplo la siguiente prueba de Jesús a Felipe, uno de los 12:

“Cuando alzó Jesús los ojos y vio que había venido a él una gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman estos? Pero esto decía para probarlo, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: --Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomara un poco. Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: --Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: --Haced recostar a la gente. Había mucha hierba en aquel lugar, y se recostaron como en número de cinco mil hombres” (Juan 6:5-10).

Jesús no le hizo la pregunta a Felipe porque Él no supiera la respuesta, sino para probarlo mediante esta pregunta. La palabra griega traducida aquí como “poner a prueba”, es la misma que casi en todos lados se traduce como “tentar”. Pero obviamente esto no fue una tentación como tal, sino que fue una prueba como la que un maestro, tal y como lo es Jesús, haría a sus discípulos. ¡Él les preguntaría cualquier cosa, no necesariamente porque Él no supiera la respuesta, sino porque Él quiere descubrir si ellos la conocen! Es una prueba hecha con buenas intenciones y no una tentativa con el propósito de dañar. Tales pruebas, como las del padre al hijo y del maestro al alumno, son las que Dios nos pone a nosotros. A propósito, como es obvio por las respuestas, Felipe y Andrés no pasaron la prueba.

“Gracia y Paz”
Verdades Bíblicas 

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