lunes, 19 de noviembre de 2012

ESCLAVITUD, ASENTAMIENTO Y GLORIA



Génesis 37:2
“José, siendo de edad de diecisiete años... informaba José a su padre de la mala fama de ellos”.

Génesis 41:46
“Era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto...”.

Génesis 50:22
“Y habitó José en Egipto... y vivió José ciento diez años”.

Estos versos tienen algo en común, en que todos inician con un dato cronológico: la edad de José en tres etapas distintas de su existencia (diecisiete, treinta y ciento diez años).

1.- Esclavitud

El hogar donde creció José no era un modelo bíblico por excelencia. Su padre había engendrado doce hijos con cuatro mujeres distintas, y aunque el joven disfrutaba de un profundo amor paternal, sufría el odio y el rechazo de sus hermanos. Durante esta etapa de la juventud, Dios empezó a tratar con José a través de los sueños; mas estos tratos divinos no hicieron sino acrecentar los celos de sus hermanos.

Además de sus cualidades espirituales, José estaba dotado de virtudes morales tales como el amor por el trabajo, la diligencia, la paciencia, y un profundo sentido de la responsabilidad. El joven había adquirido estas cualidades apacentando las ovejas de su padre, y éstas se reflejaron en su comportamiento, cuando su padre lo mandó a buscar noticias de sus hermanos.

El sentido de responsabilidad es una característica que ha de poseer todo hombre que Dios quiere usar. José también era un joven que no conocía el rencor. A pesar de que sus hermanos le daban apodos o sobrenombres, él los seguía llamando sus hermanos (Génesis 37:16). ¿Sabía usted que Dios permite que nos odien y nos traicionen las personas más cercanas a nosotros para que aprendamos a desarrollar la templanza? Los hermanos de José lo vendieron como esclavo, por apenas veinte piezas de plata. El esclavo no era comprado por sus cualidades intelectuales, sino físicas; no era considerado como persona, sino como un animal o una máquina de producción.

En esta etapa de su vida José sufrió una traición familiar, una degradación social y el exilio a un país lejano y desconocido. Todo esto, siendo inocente y una persona ejemplar a los ojos de Dios. Sin embargo, desde una perspectiva divina, las tragedias siempre redundan en bendición.

Las cosas más amargas que podemos experimentar son tornadas en bendición. Amados lectores, hay cosas que Dios hace y que nos sorprenden, pero debemos tener la seguridad de que Él tiene el control de todo.

José tuvo que aprender una lección en este proceso, la cual un día u otro tendremos que sentarnos a aprender. Potifar lo compró en el mercado de esclavos, y lo puso a administrar su casa, o sea, desde una perspectiva personal la situación de José había mejorado. Sin embargo, la esposa de Potifar puso sus ojos sobre él y empezó a seducirlo. El joven se negó a entrar en ese juego diabólico por amor a Dios, y por el sentido de responsabilidad ante la confianza que su amo tenía en él.

Las Escrituras precisan que la esposa de Potifar lo acosaba día tras día, un eufemismo para indicarnos que intentaba seducirlo mediante sus actitudes y el lenguaje corporal. Esta situación duró aproximadamente tres años consecutivos. ¿Cuánto tiempo hubiese soportado usted? Por desgracia, Satanás ha destruido cantidad de ministros y ministerios por medio de este tipo de mujeres. Obreros de Dios y hermanos en Cristo, ¡cuídense!

Esta experiencia permitió que José demostrara lo que valía en el ámbito moral; y tuvo que huir de aquella mujer. Mas ella usó la ropa que él había abandonado para hacerle creer a su esposo que José había intentado violarla. Estas circunstancias llevaron a José a otra degradación social: de esclavo a preso.

Muchas veces, en nuestra vida cristiana nos encontramos en situaciones muy intrincadas; y rogamos a Dios que nos extienda su mano, y en vez de mejorar las cosas, éstas se empeoran y se tornan más difíciles. El deterioro de alguna circunstancia nunca significa que Dios ha dejado de llevar el rumbo de nuestra barca. El Señor siempre tiene un plan predeterminado, y nos lleva de la mano hacia lo que ha designado para nosotros.

En la esclavitud José aprendió la obediencia, a huir de las tentaciones y del peligro moral. La cárcel le enseñó a ser administrador de una institución estatal. Como se sabe, las interrelaciones con reclusos siempre son difíciles, dado el perfil psicológico complejo de estas personas; y José aprendió también a lidiar con relaciones humanas difíciles. Asimismo, en el área espiritual, Dios lo usó en la interpretación de los sueños de otros prisioneros, como eran el copero y el panadero del rey.

Sin embargo, a pesar de ser un instrumento útil en el sitio donde se hallaba, José se encontraba sumido en un estado de incomprensión y de desesperación, como demuestra la petición que hizo al copero del rey: “Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón...” (Génesis 40:14,15). Mas el copero se olvidó de él, y José permaneció encarcelado injustamente durante dos años adicionales.

2.- Asentamiento y gloria

Hay dos cosas acerca de las cuales debemos concienciarnos. La primera es que Dios siempre tiene un día y una hora en las cuales decide entrar en acción; y la segunda, estriba en que el tiempo de Dios no es nuestro tiempo. Nuestro único deber es hacer la obra que Dios nos encomienda, y el resto la completará el Señor.

También debemos saber que en ocasiones Dios nos esconde sus propósitos porque, de saberlo de antemano, los echaríamos a perder. Nunca podemos adentrarnos en los procesos que Él no nos ha abierto, porque a veces malogramos los planes divinos por precipitarnos en algo. Por lo tanto, no importa cuál asignatura de sufrimiento le esté tocando cursar en la escuela de Dios, confíe en Él y déjele completar su ciclo en usted.

José estuvo encarcelado diez años, y tras este período, Dios entró en acción. Faraón tuvo dos sueños que lo estremecieron, y en aquel trance, el copero del rey se acordó de él. Después de trece años de sufrimientos, José fue presentado a Faraón y experimentó un ascenso vertiginoso: pasó de ser preso y clandestino a ser virrey de Egipto.

Los sufrimientos de aquel joven permitieron que adquiriera experiencia para poder dirigir el país durante el tiempo de hambruna. José fue pulido por Dios en el ámbito espiritual, moral, familiar, profesional, interrelacional, etc. También aprendió a ser firme y a mantener la cabeza fría ante la vanagloria de la vida.

Cuando se encontró en posición de fuerza frente a sus hermanos que vinieron a comprar trigo en el tiempo de la hambruna; José usó otra de las cualidades que había adquirido en la cárcel: la facultad de saber analizar a las personas. Retuvo prisionero a Benjamín, su hermano menor, para comprobar que a través de los años sus hermanos habían desarrollado la sensibilidad y el sentido de responsabilidad hacia su padre.

Y es que las experiencias amargas nos enseñan a conocernos y que los demás puedan reconocer en nosotros la presencia de la gracia del Señor. La gloria que alcanzó no fue un arma de venganza para José, sino que supo perdonar a sus hermanos, los abrazó y supo cómo hablar a sus corazones. Hermanos… a veces, cuando alcanzamos la gloria, nos negamos a iniciar un proceso de restauración en los que nos hirieron. Nos ponemos en lugar de Dios para repartir juicios y castigos, y nos dedicamos a herir así como nos hirieron a nosotros también.

Sin embargo, aquel hombre sufrido había entendido que Dios usó la maldad misma de sus hermanos para preparar un camino de salvación para su familia y para todo un pueblo. “Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón” (Génesis 50:19-21).

En conclusión, amados hermanos, Dios tiene siempre un propósito específico en todas las situaciones que nos tocan vivir. Sus planes y sus designios son perfectos, y mientras no nos soltemos de su divina mano, llegaremos a una meta que Él ha preestablecido. No importa que no entendamos ahora lo que Él viene realizando y por qué guarda silencio ante nuestras quejas. Así como José, lo comprenderemos más adelante.

Haga usted también provisión espiritual para poder repartir aquellas cosas que Dios le ha dado, y supla la hambruna espiritual de otros. Sobre todo, que nunca se agoten nuestras reservas espirituales de trigo y de aceite.

No estamos aquí por casualidad, Dios nos llamó para una misión específica. Tenemos la responsabilidad de conservar la vida espiritual de un pueblo que perece por falta de Palabra y de Enseñanza Doctrinal.

“Gracia y Paz”
Aprendiendo la Sana Doctrina

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