jueves, 6 de septiembre de 2012

¿SIENTES COMPASIÓN POR LOS DEMÁS?


Marcos 10:46-52
"Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino."

Una enfermera cristiana cuenta esta pequeña historia: Me recliné sobre la cama y suavemente le dije a mi paciente la orden del doctor que tenía que llevar a cabo. Como enfermera, aprendí hace mucho tiempo a decirle siempre al paciente el procedimiento que iba a realizar, no importa cuán rutinario pareciera. En este caso, yo no esperaba una respuesta. Mi paciente, un hombre de alrededor de 70 años, había sufrido un infarto masivo, el cual limitaba grandemente su capacidad para hablar o moverse. Pero tan pronto terminé de explicarle lo que estaba por hacer, sus ojos se encontraron con los míos y lentamente movió sus labios para decir: "¡Jesús, ayúdame!" En ese cuarto, en ese momento, la presencia de Cristo fue tan real como el hombre acostado en la cama. Oré para que mis manos fueran suaves y para que mi voz pudiera brindarle aliento, y en mi corazón sentí una gran compasión por aquel hombre.

Muchas personas en este momento están clamando a Dios en medio de una difícil situación. Así como el salmista clamó: "Escucha mis súplicas, rey mío y Dios mío, porque a ti elevo mi plegaria" (Salmo 5:2), miles de personas en el mundo elevan una súplica al Altísimo, y Dios puede usarte a ti para manifestar su compasión y su amor. Jesús se detuvo a menudo al escuchar un clamor solitario por misericordia, dando su tiempo y total atención a cualquier persona que lo llamara. El clamor de aquellos con aflicciones espirituales o físicas hace que el Hijo de Dios se detenga, para tocar, para sanar, para aliviar. En el pasaje de hoy, Jesús escuchó el clamor del ciego Bartimeo y reconoció su fe, y no solamente le devolvió la vista, sino que también le dio la salvación de su alma. La compasión fue una cualidad primordial en el carácter de Jesús. En Mateo 9:36 dice, refiriéndose al Señor: “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”. Si queremos imitar a nuestro Señor, debemos reflejar misericordia y compasión en nuestro comportamiento.

Cuando un intérprete de la ley le preguntó a Jesús quién era su prójimo, a quien debía amar (Lucas 10:25-37), el Señor le respondió con la parábola del buen samaritano, la cual cuenta de un hombre que fue asaltado y dejado medio muerto en el camino. Primero pasaron un sacerdote y un levita, y ambos siguieron de largo. "Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese." Entonces, Jesús le preguntó al fariseo: “¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo”.

Esta es la misericordia de Dios; la cual se manifiesta en todo momento sin acepción de personas. Oremos para que nuestros corazones sean sensibles como lo fue el corazón del buen samaritano, y el nombre de Dios sea glorificado con nuestras acciones.

ORACIÓN:
Padre Santo, permíteme ver y oír a quienes claman por tu misericordia. Pon en mi corazón amor y compasión, para que yo pueda ser un instrumento tuyo en la vida de aquellos que necesitan tu sanidad y tu cuidado. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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