viernes, 22 de junio de 2012

UN BUEN VECINO

1 Juan 4:11
“Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros”.

En junio de 2011, cuando una desastrosa inundación obligó a los habitantes de Minot, en Dakota del Norte, en los Estados Unidos, a abandonar sus casas, la gente de la comunidad hizo lo que, al parecer, le surgía naturalmente: ayudar a los que padecían necesidades. Personas que vivían a más de una hora de distancia aparecían para ayudar sin que se les hubiera pedido. Algunos les prestaron sus caravanas a aquellos que habían perdido sus hogares y otros permitían que usaran sus garajes como depósitos provisionales. Esa gente estaba demostrando qué significa ser buenos prójimos.

Como seguidores de Cristo, ser un buen vecino o prójimo (mostrar amor a los demás) debe surgir de nosotros de manera natural (Mateo 22:39; Juan 13:35; 1 Juan 4:7-11). Aunque quizá no tengamos oportunidad de responder de manera conmovedora ante un desastre natural, sí podemos buscar formas de amar a aquellos que nos rodean. Para ser buenos vecinos, podemos ser misericordiosos con los demás (Lucas 10:29-37), tratarlos con justicia (Levítico 19:13-18; Santiago 2:1-8), decirles la verdad (Efesios 4:25) y perdonarlos por completo (Efesios 4:32; Colosenses 3:13).

Los creyentes en Cristo pueden ser los mejores vecinos porque nuestro amor a los demás fluye de la vida del prójimo supremo, Jesucristo, que nos amó y entregó su vida por nosotros.

Lectura: Lucas 10:29-37

La medida de nuestro amor a Cristo es cuánto amamos a los demás.

“Gracia y Paz
Nuestro Pan Diario

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