lunes, 21 de mayo de 2012


Jeremías 29:9-13
“Porque falsamente os profetizan ellos en mi nombre; no los envié, ha dicho Jehová. Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”.

Que los hombres se cuiden cuando invocan a estos profetas que eligen conforme a sus propias fantasías, y consideran que sus imaginaciones y sueños son revelaciones de Dios. Los falsos profetas halagan a la gente en sus pecados, porque a ellos le gusta que los halaguen; y hablan con suavidad a sus profetas para que sus profetas les hablen suavemente.


Dios promete que ellos regresarán cumplidos setenta años. Por esto parece que los setenta años de cautiverio no tienen que ser contados desde el último cautiverio, sino desde el primero.


Será lo que la buena palabra de Dios haga pasar. Esto formará propósitos de Dios. A menudo no conocemos nuestra mente, pero el Señor nunca está en la incertidumbre. A veces estamos preparados para temer que todos los designios de Dios estén contra nosotros, pero como pueblo suyo, hasta lo que parece malo, es para bien. Les dará, no las expectativas de sus temores ni las expectativas de sus fantasías, sino las expectativas de su fe; cuyo fin, ha prometido, será lo mejor para ellos.

Cuando el Señor derrama un espíritu especial de oración, es buena señal de que está viniendo a nosotros con misericordia. Se dan promesas de vivificar y estimular la oración. Él nunca dijo: Búsquenme en vano. Los que se quedaron en Jerusalén serían totalmente destruidos aunque los falsos profetas dijeran lo contrario. A menudo se ha dado la razón y justifica la ruina eterna de los pecadores impenitentes: Porque no escucharon mis palabras, llamé pero me rechazaron.


(Matthew Henry)

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