lunes, 2 de marzo de 2015

¡TEN CUIDADO CON TUS CREENCIAS Y TRADICIONES!


En esta Escritura, el Señor nos previene de la práctica de doctrinas o dogmas que han llegado hasta nosotros a través de la tradición, de generación en generación, las cuales, muchas de ellas las hemos tomado de nuestros padres y presumimos que son correctas (pues no podemos esperar nada malo de ellos). Pero lo mismo pasó a nuestros padres cuando eran pequeños, y a sus padres y a los padres de sus padres, y así sucesivamente. Una vez que una tradición se convierte en una costumbre en nuestra vida a través de los años, es sumamente difícil reconocer su carácter de tradición, y aún más difícil dejar de practicarla.

Jesús predicó fuertemente en contra de las tradiciones que abundaban en el pueblo judío. Por ejemplo en el sermón del monte (Mateo capítulo 5), el Señor dice: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra... Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen...” En otras palabras: “Ustedes han oído eso toda su vida, pero yo les digo que esta es la verdad que viene del corazón de Dios...”

El pasaje de hoy nos enseña que esas falsas doctrinas tradicionales no están de acuerdo a las enseñanzas de Cristo, a sus palabras, a la verdad absoluta que es el Verbo, a lo que nos dice la Palabra de Dios. Por lo tanto, debemos rechazarlas, aunque nos parezcan “buenas” y nos sintamos “cómodos” con ellas. Claro que la única manera de reconocer que algo no está de acuerdo a la Palabra de Dios, es conociendo la Palabra de Dios. Por eso debemos leer la Biblia cada día de nuestras vidas, escudriñarla, meditar en ella y pedir al Señor que nos de discernimiento para entenderla espiritualmente.

Hay algunas religiones y sectas que usan la Biblia como base doctrinal, pero incorporan algún otro libro escrito por alguien a quien, supuestamente, “Dios le habló” con el fin de “enriquecer” o “completar” las enseñanzas de la Biblia. Pero, ¿acaso debemos presumir que el omnisciente y omnipotente Dios, en su infinita perfección, olvidó algo al inspirar a todos aquellos hombres y mujeres, de manera que ahora requiera ser añadido a su Palabra con el fin de lograr su objetivo en la humanidad? Por supuesto que no. La Biblia dice en 2 Timoteo 3:16-17 que “toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Y Dios, a través del apóstol Pablo, nos dice en el pasaje de hoy: “...y vosotros estáis completos en él.” En Cristo, y solamente en Cristo tenemos la plenitud de Dios, porque él es Dios. En él y en su palabra estamos completos, y no necesitamos nada más.

Si tú quieres vivir una vida que agrade a Dios, asegúrate bien que tu comportamiento esté regido estrictamente por las enseñanzas de Su Palabra, y no por doctrinas tradicionales que aprendiste tiempo atrás y nunca te has preocupado por cuestionar. Medita en la lectura de la Biblia todos los días, pide al Espíritu Santo que te ayude a discernir su contenido, y hazte el firme propósito de rechazar todo aquello que no esté de acuerdo con estas enseñanzas, aunque lo hayas creído toda tu vida.

ORACIÓN:
Padre Eterno, yo quiero aprender cada vez más de tu Santa Palabra, para vivir de acuerdo a tus principios. Dame discernimiento para reconocer y echar fuera de mi vida toda doctrina basada en las tradiciones de los hombres. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

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