jueves, 10 de julio de 2014

¿ESTÁS ELIGIENDO BIEN LA PUERTA?



¿Estás eligiendo bien la puerta?

Mateo 7:13-14
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”

Es muy común oír decir que para ir al cielo debemos portarnos bien, hacer obras de caridad, no decir mentiras, etc. Sin embargo la Biblia dice en Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. O sea, nuestra entrada al cielo no depende de las buenas obras que hagamos. Por mucho que tratemos, debido a nuestra naturaleza pecaminosa, nosotros no somos capaces de hacer nada para ganarnos el cielo. El cielo es un regalo de Dios; eso es lo que quiere decir “don de Dios”. Y seguidamente aclara: “no por obras, para que nadie se gloríe”. El pecado original en el huerto del Edén nos hizo a todos pecadores. Así dice Romanos 3:23: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Y Romanos 6:23 dice que “la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Precioso regalo de Dios, quien nos amó tanto que “ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Por todo esto podemos afirmar que hay una sola manera y un solo camino para llegar al cielo: el Señor Jesucristo. Así lo dijo Jesús a sus discípulos poco tiempo antes de dar su vida en la cruz del calvario: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Y hay también una sola puerta que lleva a la vida. En Juan capítulo 10, Jesús dice: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos”. Y entonces agrega: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.

En la escritura de hoy, parte del Sermón del monte, Jesús nos habla de dos puertas, una ancha y otra estrecha; y nos habla también de dos caminos, uno espacioso y otro angosto. Estas son las alternativas que se presentan ante cada ser humano en este mundo. La puerta ancha y el camino espacioso representan la vida cómoda y placentera tan preferida por nuestra naturaleza carnal, pero que “lleva a la perdición”, nos advierte el Señor. Proverbios 16:25 lo define de esta manera: “Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte”. Por el contrario la puerta estrecha y el camino angosto implican incomodidades, dificultades, sacrificios de parte de quienes escojan esta alternativa. Pero su final es “la vida”. Y el pasaje finaliza diciendo que “pocos son los que la hallan”.

Hace años, un barco que pasaba por debajo de un puente en St. Petersburgh, Florida, golpeó accidentalmente una de sus columnas y ésta se quebró, haciendo que parte del puente cayera al vacío. Era de noche y varios automóviles que en ese momento trataban de cruzar el puente, sin percatarse de lo que había sucedido, cayeron al mar. Un automovilista que venía a corta distancia se dio cuenta y pudo frenar a tiempo. Enseguida se bajó de su auto, y comenzó a hacer señas a los que se acercaban para que se detuvieran, pero ninguno hizo caso, quizás pensando que él estaba pidiendo ayuda. Continuaron su camino y este hombre, con horror, pudo ver como uno a uno esos vehículos caían al vacío. Finalmente algunos se dieron cuenta y comenzaron a detenerse antes de llegar al enorme hueco en el puente. Muchos fueron los que murieron aquella noche sólo por no hacer caso a la voz que los alertaba del peligro.

La Palabra de Dios nos alerta en cuanto al peligro de tomar el camino ancho y espacioso, pues ese lleva a la perdición y a la muerte, y nos exhorta a tomar el camino estrecho y angosto de la entrega y obediencia al Señor, el cual es menos atractivo, pero conduce a la vida eterna. Si has elegido el camino angosto, ¡Gloria a Dios! ¡Tomaste la decisión correcta! De lo contrario, detente, recapacita, y cambia tu dirección antes de que sea demasiado tarde. Dios siempre está dispuesto a recibir con los brazos abiertos a los que se vuelven a él arrepentidos.

ORACIÓN:
Amoroso Padre Celestial, perdóname todas mis debilidades y flaquezas. Dame fortaleza para resistir el mal que aún mora en mí. Gracias te doy Señor por tu infinita Gracia y Misericordia y por proveerme el camino de tu Hijo Cristo Jesús que me conduce hasta ti. Dame sabiduría y la templanza necesaria para apartarme de todos los demás caminos y a concentrarme en caminar sólo por ese camino estrecho que lleva a la vida eterna. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!
Dios te Habla

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