miércoles, 9 de abril de 2014

¿POR CÚAL CORONA ESTAS TU CORRIENDO?


¿POR CÚAL CORONA ESTAS TU CORRIENDO?

1 Corintios 9:24-25
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”.

Los corintios estaban muy familiarizados con las competencias deportivas que se celebraban en Corinto frecuentemente. Por eso, en este pasaje el apóstol Pablo hace una comparación entre la vida de los atletas y la vida de los cristianos. Aquellos atletas dedicaban muchas horas diariamente a practicar su correspondiente deporte, tratando de acondicionarse en el aspecto físico y llegar a un estado óptimo en cuanto a resistencia, fuerza, flexibilidad muscular, etc. con el fin de estar en la mejor forma posible el día de la competencia.

En el aspecto espiritual también, si queremos vivir vidas victoriosas debemos dedicar tiempo diariamente a alimentar nuestros espíritus, fortalecerlos y aumentar nuestra fe de manera que estemos siempre preparados para enfrentarnos a las pruebas y dificultades que abundan en este mundo.

Pablo los exhorta a desear el triunfo espiritual de todo corazón, de la misma manera que el atleta quiere obtener el premio. “Corred de tal manera que lo obtengáis”, dice el versículo 24. Pero también les advierte que no va a ser fácil, pues, al igual que los deportistas, tendrían que abstenerse de muchas cosas que podían ser obstáculos para obtener el triunfo. Por ejemplo, era necesario someterse a un estricto régimen alimenticio, lo cual quiere decir que había ciertas cosas que aunque le gustasen al atleta no podía comerlas, y quizás otras que no le gustaban mucho debían ser incluidas en su dieta. Debían seguir también un riguroso horario en cuanto al descanso, por lo tanto no podían acostarse muy tarde en la noche. Por esta razón debían cohibirse de participar en actividades sociales. Todas estas cosas y otras más debían ser eliminadas de sus vidas. Por último, en relación al objetivo final les dice: “Ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”. Desde luego que Pablo no está tratando de subestimar el esfuerzo y la dedicación de aquellos atletas, ni tampoco el valor del triunfo y su correspondiente corona. Su intención es señalar la diferencia entre el triunfo en el aspecto físico y el triunfo en el aspecto espiritual.

Debemos, por tanto, estar concientes de la condición temporal de las cosas materiales. Pablo usa la ilustración de las coronas otorgadas a los ganadores de esas competencias, pero obviamente su idea no se limita solamente a este ejemplo. Hay muchas otras cosas en la vida que producen en nosotros una gran satisfacción, un tremendo sentido de triunfo y bienestar. Muchas de estas cosas caen en la clasificación de pasajeras, sin embargo la mayoría de las veces actuamos como si fueran eternas. Nos esforzamos sobremanera para conseguirlas, las hacemos prioridad número uno en nuestras vidas, dedicamos a ellas todo nuestro tiempo y energía hasta que las conseguimos. Después pasa el tiempo y nos damos cuenta que en realidad no valió la pena tanto esfuerzo. En el sermón del monte, Jesús estaba enseñando a sus discípulos acerca de todas estas cosas materiales, muchas de las cuales necesitamos en el diario vivir. Y allí les dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).

Esta enseñanza nos revela la necesidad de buscar por sobre todas las cosas el precioso tesoro del reino de Dios, actuando con el mismo ímpetu y sacrificio que muestran los atletas que desean obtener el triunfo. Es necesario que pasemos tiempo diariamente orando y leyendo la Biblia. Debemos meditar en esta santa palabra y aplicarla a nuestras vidas. Esto fortalecerá nuestra fe y nos preparará para hacer frente a las pruebas y salir victoriosos.

ORACION:
Padre amado, te ruego me ayudes a poner en primer lugar en mi vida las cosas que pertenecen a tu reino, sabiendo que todo lo demás es pasajero. Que todas mis energías físicas y espirituales se concentren día tras día en la búsqueda de una íntima comunión contigo. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”

Dios te Habla

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