martes, 17 de diciembre de 2013

¿CREES QUE TÚ FE ES IMPORTANTE?


Mateo 9:27-30
“Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David! Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos”.

Dice este pasaje que mientras Jesús se dirigía a un cierto lugar le seguían dos ciegos, los cuales le gritaban que tuviese misericordia de ellos. Aparentemente Jesús no se detuvo a atenderlos en la calle. Quizás él estaba probando la fe de aquellos hombres. ¿Desistirían ellos? ¿Se darían por vencidos si él no contestaba inmediatamente su clamor? Esto hacemos muchas veces nosotros cuando no recibimos inmediata respuesta de Dios. Nos llenamos de ansiedad, nos desesperamos y decidimos no orar más y entonces tratamos de resolver el problema nosotros mismos. Evidentemente no fue este el caso, y aquellos ciegos persistieron y siguieron a Jesús hasta la casa a la que él se dirigía. Y allí se acercaron al Señor, buscando la tan ansiada sanidad.

Este es el primer paso: Venir a Jesús. Él hace una invitación en Mateo 11:28: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Ciertamente aquellos ciegos estaban trabajados y cargados, tenían una inmensa necesidad de salud física, y sabían que Jesús podía suplir esa necesidad y darles la vista a sus ojos. De esta manera se encontraron frente a frente con el Señor. Entonces Jesús les preguntó: “¿Creen ustedes que puedo sanarlos?” ¿Cuán importante es la respuesta a esta pregunta para obtener la tan ansiada sanidad?

Sumamente importante. La condición fundamental que nos muestra la Biblia para recibir las bendiciones de Dios es creer. Empezando con nuestra salvación. Dice Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna”. Y lo mismo en toda petición que hagamos. Así lo manifiesta Jesús en Mateo 21:22: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.

Así que el primer paso es venir al Señor. El segundo paso es creer que él puede resolver nuestro problema. Aquellos ciegos contestaron: “Sí, Señor.” Sin duda Jesús vio en el corazón de ellos una absoluta seguridad y sinceridad al contestar su pregunta, pues inmediatamente les tocó los ojos y les dijo: “Conforme a vuestra fe os sea hecho”. Y entonces, “los ojos de ellos fueron abiertos”. Y pudieron ver.

“Conforme a vuestra fe os sea hecho”. ¡Cuán importante es la fe! Con ella todo, sin ella nada. “Sin fe es imposible agradar a Dios”, dice Hebreos 11:6. Sin duda fue el poder del Señor quien sanó a los ciegos, pero es la fe la que mueve la mano de Dios. Por medio de la fe el poder de Dios se manifiesta y las murallas son derribadas, los mares son abiertos, las bocas de los leones son cerradas, el mar embravecido es calmado, las tinieblas se convierten en luz resplandeciente, las circunstancias cambian, la paz de Dios se revela y el lamento se convierte en baile, dice el Salmo 30:11.

Cuando venimos al Señor trayendo alguna petición, si él nos preguntara a cada uno de nosotros: “¿Crees que puedo resolver tu problema?” ¿Qué responderías tú? ¿Crees tú en el Dios todopoderoso? ¿De qué manera crees tú en Dios? Muchos dicen: “Yo creo en Dios... a mi manera”. Pero sólo existe una manera verdadera de creer, y es la que dice la Biblia. Creer de todo corazón, con absoluta certeza de lo que se espera, sin la más mínima duda de que Dios todo lo puede, que no hay nada imposible para él. Él nos ama tanto que quiere lo mejor para nosotros. Dice el apóstol Santiago que el que pida algo sin fe, dudando, que ni piense “que recibirá cosa alguna del Señor” (Santiago 1:7).

¿Cómo está tu fe? Mira tu corazón. ¿Hay ahí alguna duda de que el Señor puede resolver tu problema? ¿O tienes la certeza de que Dios contestará tu oración conforme a su perfecta voluntad y en su perfecto tiempo? No olvides que él “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” (Efesios 3:20). Solamente créelo de todo corazón.

ORACIÓN:
Padre santo, te doy gracias porque puedo venir a ti trayendo mis necesidades. Ayúdame a creer de todo corazón, para poder esperar con toda seguridad que tú vas a suplir todo lo que me falta conforme a tus riquezas en gloria. En el nombre de Jesús, Amén.


“Gracia y Paz”

Dios te Habla

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