miércoles, 18 de diciembre de 2013

BOOZ: CUALIDADES DE UN HOMBRE DE DIOS



La Biblia está llena de hombres que por su piedad y buen ejemplo vale la pena estudiarlos y ponerlos como modelo para aprender de ellos. Booz que es uno de estos valiosos varones de Dios que merecen nuestra atención.

La historia de Booz la encontramos en el libro de Ruth, en donde se nos narra el amor de Booz y Ruth. Él, un hombre soltero, rico y honorable. Ella, viuda, humilde, pobre, de origen pagano pero  que renunció a sus dioses para ir tras el único y verdadero Dios y con la determinación de no abandonar a su suegra.

El pueblo de Israel tenía una ley para proteger a la familia: “la ley del levirato”, que consistía en que una mujer viuda que no tuviera hijos, podía desposarse con su cuñado, el hermano del difunto, para que tuviese descendencia, heredara sus bienes y perpetuara su nombre.  Booz se inspira en la piedad de esta ley para arropar a la desamparada Ruth de su estado de pobreza y soledad.

Veamos algunas características de un varón digno de imitar (lee el libro de Ruth capítulos 2-4):

Esforzado: Booz era un hombre trabajador y un buen administrador de su dinero, ya que a pesar de la hambruna que sufrió su pueblo, él fue muy rico, dueño de al menos un campo de cebada, con muchos empleados.

Respetado: De buena posición social, poderoso y honrado dentro de su comunidad.

Devoto: Aunque Booz vivía en una época donde la maldad predominaba en Israel, él era un hombre temeroso de Dios, que se apegaba a Su Ley. Sabía que era bienaventurado el que confiaba en el Dios de Israel.

Humilde: Conocía a sus empleados, los trataba con sencillez, consideración y respeto.

Generoso: Daba solícitamente más de lo que debía.

Misericordioso: Fue un instrumento de Dios para beneficiar al pobre, al desvalido, para ayudar al necesitado y marginado.

Bondadoso: Era un hombre cortés, consolador, cuidaba el bienestar de sus empleados y los trataba bien, brindaba un ambiente laboral armonioso.

Integro: Conocía las leyes de su nación y las cumplía, cuidó el honor y el buen nombre de una mujer. Demostró ser un hombre leal para hacer negocios.

Amable: Tuvo un trato tierno con una mujer indefensa, le proveyó alimento, reconoció sus virtudes.

Protector: Se compadeció de dos viudas como Ruth y Noemí, provee para que ellas se sientan seguras y confiadas.

Diligente: cuando se propuso una empresa, se apresuró a concluirla "Aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy".

le dio Valor a la verdadera belleza: Se casó con una mujer virtuosa, reconoció en ella su fe, su bondad, su sabiduría y su buena reputación. Más no por su belleza externa o su juventud.

Booz fue un hombre al que no le importó la posibilidad de ser rechazado por su pueblo al casarse con una extranjera que abrazó la fe en el Dios verdadero. El no perdió tiempo, fue diligente y respetó la ley haciendo lo correcto; acudió con muchos testigos al pariente más cercano, según la ley del levirato, para verificar que éste no estaba dispuesto a arriesgar sus posesiones para ayudar a Ruth y a su suegra, y así, con la aprobación de los ancianos del pueblo, se convirtió en el esposo y redentor de Ruth. El miró su fe y sus virtudes por encima de sus otras cualidades y la “redimió”, la sacó de su aflicción y deplorable situación.

Booz y Ruth se casaron y tuvieron un hijo llamado Obed, y dos generaciones más adelante nació el Rey David, quien a su vez fue el antepasado de nuestro Señor Jesucristo.

Reflexión:

La historia del libro de Ruth es una mezcla de las adversidades de dos mujeres, que encuentran esperanza en Booz, quien tiene todas las posibilidades de “redimirlas” y sacarlas de su  situación lamentable.

Aunque Booz es un buen modelo a seguir, tenemos uno mejor: Jesucristo, quien, a pesar de nuestra condición de pecadores, que es más deplorable que la de Ruth, actuó como “pariente redentor”,  y nos libró de la muerte espiritual, de la amargura por estar separados de Dios y de la esclavitud del pecado. Él escogió una novia, la iglesia, una extranjera, manchada por el pecado, indigna, para lavarla, redimirla y vestirla sin mancha ni arruga, para hacerla su esposa. Fuimos recipientes de su compasión, amor, bondad, y gracia.

Si queremos ser varones imitadores de Cristo y llegar al menos a la estatura de Booz, pidamos a nuestro Padre Celestial que derrame más de su Gracia para que en medio de las batallas con nuestros pecados residuales, crezcamos en virtud y en humildad.


“Gracia y Paz”
Edificando Matrimonios
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