1 Corintios
16:8-9
“Pero estaré en
Efeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y
muchos son los adversarios”.
En varias de sus
epístolas, el apóstol Pablo se refiere a “las puertas abiertas” como una figura
del lenguaje queriendo decir grandes oportunidades para predicar al mundo las
buenas nuevas de salvación. En aquellos tiempos las limitaciones físicas y
tecnológicas y las pésimas condiciones de los medios de transporte hacían
sumamente difícil la expansión del Evangelio. Pero a Pablo no le importo
ninguna de esas dificultades e inconvenientes, pues desde su conversión en el
camino de Damasco su vida estuvo siempre dominada por una ardiente devoción a
Cristo, quien se convirtió en el motivo, el objeto y la inspiración de su
misión en la vida.
No le importo tampoco
la cantidad de adversarios que se oponían a su predicación. Al principio de su
ministerio encontró oposición entre los mismos cristianos que desconfiaban de
él, pues le habían conocido como perseguidor incansable de todos los judíos que
se habían convertido al cristianismo. Después fueron las autoridades políticas
y religiosas quienes le atacaron sin misericordia, torturándolo, maltratándolo
y metiéndolo a la cárcel, donde pasó mucho tiempo. Pero a pesar de todos estos
inconvenientes, Pablo se mantuvo siempre firme en lo que se había convertido el
motivo principal de su existencia: la predicación del evangelio de Cristo.
En la
actualidad, los avances tecnológicos permiten llegar con facilidad a todos los
países e impactar a todas las culturas. Preguntémonos, pues, dónde estamos
situados personalmente dentro del plan de Dios. No podemos permitirnos
cruzarnos de brazos y actuar como si esta tarea fuera solamente de pastores y
misioneros. Podemos tener razones para pensar que no estamos calificados, pero
es tiempo de que nos dejemos de tantas excusas y hagamos de nuestro servicio al
Señor una prioridad en nuestras vidas. Podemos leer y estudiar la Biblia , y luego compartirla
con los demás. Tú tienes un Salvador en quién creíste, y has recibido vida
eterna de él. Por lo tanto, debes ser capaz de hablar de él a todos los que te
rodean.
Puedes empezar
en tu lugar de trabajo, o en tu barrio o entre tus amistades o familiares, pero
tu vista debe estar enfocada más allá, siempre esperando las instrucciones del
Señor. Antes de ascender al cielo, Jesús les dejó esta encomienda a sus
discípulos: “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo
último de la tierra.” (Hechos 1:8). El mismo Espíritu que capacitó a los
discípulos, y al apóstol Pablo para ir por el mundo predicando el Evangelio,
está dentro de ti si has aceptado a Jesucristo como Salvador. No te desestimes
a ti mismo, ni te excluyas de esta encomienda del Señor.
Cada día vemos
más señales que nos indican que el fin del mundo está cerca. Guerras por todas
partes, especialmente en el medio Oriente y sus alrededores, terremotos cada
vez más fuertes y más frecuentes, tsunamis, inundaciones y fenómenos naturales
de todo tipo, plagas, enfermedades, la maldad multiplicándose como nunca antes.
¡Este es un tiempo magnífico para servir al Señor! Piensa en la incomparable
puerta de oportunidad que está abierta de par en par frente a nosotros para
alcanzar al mundo entero para Jesucristo. Es inmensamente motivador e
inspirador poder participar en la entrega del evangelio a tantas personas que
están perdidas. El apóstol Pablo debió de haber sentido lo mismo cuando, a
pesar de los obstáculos e inconvenientes de su época, escribió a los corintios
y les habló de la “puerta grande y eficaz” que el Señor le había abierto en
Éfeso.
Como seguidores
del Señor Jesús hemos recibido la tarea de llevar el evangelio a toda persona
sobre la faz de la tierra y el Espíritu Santo nos capacita para llevarla a
cabo. Los campos ya están blancos para la siega. Esa puerta es hoy más ancha
que nunca. La pregunta es: ¿Deseas tú entrar por ella?
ORACIÓN:
Amante padre
celestial, te ruego pongas en mí un ferviente deseo de aprovechar toda puerta
que se abra para testificar de ti. Quita de mí todo miedo o timidez y que yo
pueda hablar con denuedo tu palabra en todo momento y en todo lugar. En el
nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
Le invito a que visite la
Pagina :
No hay comentarios:
Publicar un comentario