miércoles, 10 de abril de 2013

SI OBEDECES, RECIBIRÁS BENDICIONES



Deuteronomio 27:9-10
"Entonces Moisés y los sacerdotes levitas hablaron a todo Israel, diciendo: Guarda silencio y escucha, oh Israel. Hoy te has convertido en pueblo del Señor tu Dios. Por tanto, obedecerás al Señor tu Dios, y cumplirás sus mandamientos y sus estatutos que te ordeno hoy".

Habían transcurrido casi 40 años de la salida del pueblo de Israel de Egipto. Después de atravesar el desierto, se encontraban ahora a punto de entrar en la tierra prometida. La generación que había partido de Egipto había muerto en el camino, con excepción de Josué y Caleb, que fueron obedientes a los mandamientos de Dios (Números 32:11-12). La nueva generación necesitaba escuchar de nuevo las reglas del pacto que Dios había hecho con el pueblo de Israel cuando les dijo: "Ahora pues, si en verdad escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra, y vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa" (Éxodo 19:5-6). Moisés les recuerda todo lo que Dios les había prometido y la responsabilidad que ellos tenían de cumplir con la parte que les correspondía. El pasaje de hoy es una exhortación directa a la obediencia total a Dios como condición para que pudieran entrar en aquella tierra y permanecer en ella.

El pueblo de Israel había sido escogido por Dios con el propósito de que fueran sacerdotes que llevaran Su palabra a todos los demás pueblos. Ellos serían su "especial tesoro", les dijo, pueblo bendecido entre todos los pueblos. Pero esto implicaba una responsabilidad. En el pasaje de hoy, Moisés y los sacerdotes levitas les recuerdan: "Por tanto, obedecerás al Señor tu Dios, y cumplirás sus mandamientos y sus estatutos que te ordeno hoy". El enorme privilegio de ser parte del pueblo de Dios trae consigo deberes y responsabilidades. Si tú has aceptado a Jesucristo como tu Salvador, has pasado a ser parte del pueblo de Dios a través del nuevo pacto en la sangre de Cristo que fue derramada por nosotros. Y aquellas mismas palabras pronunciadas por Moisés hace tantos siglos, son efectivas para ti y para mí en la actualidad. Al ponernos debajo de la cobertura, el cuidado y la provisión de Dios, tenemos la responsabilidad de obedecer sus mandamientos. La obediencia nos permite recibir las bendiciones que Dios tiene preparadas para nosotros. La obediencia abre las ventanas de los cielos.

Muchas veces queremos recibir todos los beneficios sin llevar a cabo nuestra responsabilidad. Pero no es eso lo que dice la Palabra de Dios. Deuteronomio 30:8-9 dice: "Y tú volverás a escuchar la voz del Señor, y guardarás todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy. Entonces el Señor tu Dios te hará prosperar abundantemente en toda la obra de tu mano, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu ganado y en el producto de tu tierra". O sea, primero obedecemos y después recibimos las bendiciones.

Obedecer la voluntad de Dios trae bendiciones a nuestras vidas, pero esta no debe ser la única razón de nuestra obediencia. Si hemos llegado a entender el amor tan grande de Dios por nosotros, y queremos corresponder a ese amor, y queremos agradarle tenemos que obedecer su palabra. Así dijo Jesús en Juan 14:21: "El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él". Si amamos al Señor no nos conformaremos solamente con conocer Su palabra sino que sentiremos el deseo de obedecerla en todas las circunstancias. Entonces la gracia y el poder de Dios se manifestarán sobre nuestras vidas abundantemente.

Hazte hoy el firme propósito de leer la Biblia diariamente, escudriñarla, meditar en ella, y obedecer al pie de la letra los mandamientos y los estatutos de Dios que en ella están escritos. Entonces caerán sobre ti y tu familia muchas bendiciones.

ORACIÓN:
Amante Padre celestial, ayúdame a conocer tu voluntad y a obedecerla en todas las circunstancias, aún en contra de mi voluntad. Yo sé que entonces, podré disfrutar ampliamente de tu amor y de tus bendiciones. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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