sábado, 9 de marzo de 2013

LA ESPERANZA: EL ANCLA DEL ALMA



Hebreos 6:13-20
“Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa. Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación. Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”.

Muchas personas en el mundo, tal vez incluso tu, se enfrentan a terribles tormentas en sus vidas: hogares deshechos, desempleo, soledad, pérdidas, crisis mundiales. Estas cosas reducen drásticamente la esencia misma de nuestra esperanza en Cristo. Puede incluso parecer que estamos perdidos, a la deriva en el mar en una pequeña barca durante un huracán.

De igual manera, los discípulos enfrentaron este temor. Mientras cruzaban un lago en su pequeña embarcación, el tiempo empeoró, poniendo en peligro la embarcación y sus propias vidas. En su desesperación, acudieron a Jesús por ayuda, pero se sorprendieron al encontrarlo dormido. Entonces gritaron: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!” (Mateo 8:25).

Cuando Jesús despertó, los reprendió por su falta de fe. Luego procedió a calmar la tormenta. Por medio de esta asombrosa demostración de su poder, Él demostró que era el Señor de toda la creación. También fue una clara lección acerca de adónde debemos acudir cuando surjan las tormentas en nuestras vidas.

A veces, las personas piensan que sus circunstancias difíciles significan que Dios no está atento. Eso es lo que pensaron los discípulos, hasta que Cristo se levantó para calmar las turbulentas aguas. Nada está fuera del control de nuestro soberano Señor.
Cuando nuestro mundo parezca estar fuera de control, el Señor Jesús seguirá siendo el Señor de todo. Entonces, ¿qué debes hacer tu cuando pienses que Él está dormido? Da gracias a Dios porque Él está en la barca contigo. Y después ve tu situación a través de los ojos de la esperanza y la confianza.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

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