miércoles, 27 de febrero de 2013

ENFRENTANDO LA ADVERSIDAD



Job 19:25-27
“Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí”.

Job afrontó varias pruebas y adversidades. Entre las crisis que enfrentó está: 1) la pérdida de todas sus posesiones; 2) la muerte de sus siete hijos y sus tres hijas; 3) y una lamentable y terrible enfermedad.

De Job, Dios dice “no hay otro como él en la tierra, varón  perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:8). Job era “perfecto” (en hebreo significa “completo”), también era “recto” (en hebreo quiere decir “derecho”),  temeroso de Dios y apartado del mal.

“Los sabeos tomaron y mataron a los criados a filo de espada... fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y a los pastores y los consumió... los caldeos hicieron tres escuadrones, y arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada... un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron” (Job 1:15-19). Allí fueron muertos sus siete hijos y sus tres hijas en un instante con la fuerza de la naturaleza y las fuerzas humanas, Job había perdido todas sus posesiones.

Y otra vez Jehová dijo a Satanás: “¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa? Respondiendo Satanás, dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida.  Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. Y Jehová dijo a Satanás: He aquí él está en tu mano; mas guarda su vida” (Job 2:3-6). Podemos notar que Satanás no puede hacer nada si Dios no se lo permite.

En cierta ocasión cerca de doscientos médicos cristianos se reunieron para hacer un estudio en cuanto a la terrible enfermedad de Job. Lo primero que encontramos es “una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza” (Job 2:7), tenía una inflamación y úlceras, estaba todo lleno de llagas. “Y tres amigos de Job, Elifaz temanita, Bildad suhita, y Zofar naamatita, luego que oyeron de este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían convenido en venir juntos para condolerse de él y para consolarle.  Los cuales, alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron a gritos; y cada uno de ellos rasgó su manto, y los tres esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo” (Job 2:11,12); dice que había desfiguración de la piel y del rostro, y sus dedos se habían doblado.

Había pérdida de apetito, lo que quiere decir es que estaba adelgazando (Job 3:24). Esta condición le llevó a una depresión (Job 3:25). Nos dice que habían gusanos en los intestinos, o sea tenía la piel como la de elefantiasis (Job 7:5). Tenía dificultad en la respiración, era como un asma (Job 9:18). Tenía amorotamiento en los párpados (Job 16:16). También tenía aliento fétido, debido a los gusanos en los intestinos, toda la pudrición, todo lo que estaba allí y todo lo que salía (Job 19:17). La pérdida de peso la encontramos en Job 19:20 y en Job 30:20 dice que había un dolor que no cesaba, no había medicamento para calmarlo, que era de continuo. En Job 30:30, dice que toda la piel estaba ennegrecida y pegada a los huesos, la piel se le estaba cayendo, no resistía la picazón y se rascaba con tiestos y se sacaba los pedazos de piel.

Job se decía: ¿Por qué estoy sufriendo, por qué esta depresión, por qué esta desfiguración en mi rostro, por qué esta inflamación, por qué todas estas úlceras, por qué estos gusanos en los intestinos, por qué todo este dolor que no cesa y no se acaba, por qué todos estos males?  A pesar de todos los inconvenientes él declara algo muy importante: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo” (Job 19:25).

Desde el principio hasta Abraham habían transcurrido 2000 años; de Abraham a Cristo, otros 2000 años; y de Cristo hasta aquí, han transcurrido 2000 años más; y son 6000 años, pero hay algo que Dios dice que ha de acontecer y que nosotros lo estamos esperando. Yo oí en un documental que decía que en el 2012 venía una catástrofe sobre el mundo, y eso decían los científicos; nosotros no creemos en fechas porque la Biblia nos dice: “Pero del día y la hora nadie lo sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (Mateo 24:36). Pero la profecía maya decía que el fin del mundo seria en el 2012, lo cual nunca creímos; pero se está confirmando algo que está por acontecer mientras hay muchos que están dormidos, mientras hay muchos que están dejándose mecer en la hamaca de los cambios de principios, de los cambios de moral, de los cambios de doctrina, meciéndose de un lado para el otro.

Job decia: “Yo sé que le veré, yo sé que se levantará sobre el polvo”. Job no sabía muchas cosas, no sabía el por qué de su proceso de tanto dolor, de tanto sufrimiento. Nosotros no sabemos porque el dolor ya ha llegado a nuestra vida, a algunos de una manera, a otros le ha llegado de otra forma. Tal vez una prueba, o una situación incomprensible que no ha sido aceptada, pero Job siguió hacia adelante, enfrentándose a la adversidad.

Job decía: “Yo sé que también me levantará”. Job recibió golpe tras golpe como ninguno, sin embargo, sabía que nuestro redentor vivía. Él sabía que todos sus amigos terrenales le habían abandonado; así nosotros, a veces nos sentimos abandonados por todos, sentimos que se nos cierran puertas, pero hay algo que debemos saber, que ¡nuestro Redentor vive!

Job también sabía que en medio del abandono, el Redentor estaba allí, sabía que su Dios vivía en el Cielo, que tenía el control, que Dios era bueno, sabía que Dios era fiel. Hay cosas que nosotros debemos saber: que nuestro Dios es fiel y es verdadero. Él tampoco conocía porque fue desnudado de toda su comodidad terrenal, no conocía cómo había sido aplastado hasta el polvo de tanto dolor, no lo sabía, pero lo que sí sabía era que ¡su Redentor vivía!

Desconocemos lo que esto significara para Job, esta afirmación: “Y al fin se levantará sobre el polvo” (Job 19:25); ¿que sería lo que Job veía cuando expresa esto? Luego dice: “Y después de desecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios” (Job 19:26); eso es como lo que nos dice en Hebreos 10:20, leemos: “Por el camino nuevo y vivo que Él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne”. La carne es el velo que oculta la visión de Dios del espíritu del hombre, es como cuando Moisés quería ver a Dios, no se podía permitir, Dios es Espíritu, pero Él se cubrió y se puso un velo de carne, para que él pudiera ver el hombro; la carne del Redentor incluso tuvo que ser desgarrada como velo antes de que se abriera la entrada para nosotros y damos gloria a Dios porque ese velo fue rasgado y hoy podemos ver al Señor.

“Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti” (Job 42:2); Job sabía que Dios era grande, Omnipotente, Omnisciente, y es como dice el Salmo 19:1, leemos: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos”. El universo está en las manos de Dios y bajo su control; Él lo gobierna todo, el firmamento, las galaxias, las estrellas, todo, absolutamente todo está en sus manos y esto es posible. El libro de Job sobrepasa a los Salmos en teología de la naturaleza cuando vemos en los capítulos 38 al 41.

En Job 42:5 dice: “De oídas te había oído, mas ahora mis ojos te ven”; y allí él expresa en el capítulo 42:6: “Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza”; es la consecuencia natural que está frente a Dios y que sabe que no es nada. En los versos 7 y 8 de ese capítulo 42, encontramos que cuatro veces se dirige a Job como “mi siervo Job”, él estaba asechado por sus amigos, esto, del verso 10 al 17 de este mismo capítulo 42, encontramos la recuperación de todas las cosas y quitando Jehová la aflicción de Job.

Él oró por sus amigos, los cuales no eran tan buenos amigos, pero Dios aumentó al doble todas las cosas que él poseía y dice que llegaron los hermanos y las hermanas, incluso los vecinos y empezaron a celebrar. Todos los que antes le habían conocido comieron juntos y se hizo una fiesta y todos le consolaban, es decir, que tuvo momentos que estaba desconsolado, pero llegó el momento del consuelo después de enfrentarse a la adversidad. Todos le dieron una pieza de plata y un anillo de oro, o sea que todavía lo enriquecieron más, y el postrer estado de Job fue más grande que el primero. Se le multiplicaron las ovejas, los camellos, los bueyes, las asnas, las hijas fueron las más hermosas, dice la Biblia que Jehová le devolvió todo, porque Dios restaura.

A pesar de haber perdido todas sus posesiones y estar en las más terribles adversidades, Job dijo algo muy convincente e importante: “Yo sé que mi Redentor vive”.

“Gracia y Paz”
Impacto Evangelístico 

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