martes, 1 de enero de 2013

EL ESPÍRITU VENCEDOR



Filipenses 3:7-14
“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.

Pablo era un hombre que tenía un espíritu de vencedor. A lo largo de todo su ministerio enfrentó incontables obstáculos, pero nunca se rindió. Veía la vida cristiana como una carrera, igualmente cada uno de nosotros necesita tener este mismo espíritu si tenemos la esperanza de terminar bien.

Valentía: Un espíritu de vencedor está dispuesto a arriesgarse al fracaso. Aunque por naturaleza queremos parecer fuertes y competentes, Dios se deleita en capacitarnos en nuestra debilidad para que Él reciba la gloria.

Confianza: Lo más probable es que fallaremos si dudamos de nuestra capacidad de hacer lo que Dios exige. Sin embargo, si nuestra confianza está puesta en el Señor, no en nosotros mismos, podemos seguir adelante, sabiendo que Él nos capacitará para que podamos hacer su voluntad.

Dedicación: El Señor promete guiarnos cuando proseguimos a la meta, darnos todo lo que necesitemos y fortalecernos a lo largo del camino. Pero debemos estar dedicados a Él y decididos a hacer su voluntad.

Perseverancia: El camino que estamos recorriendo está lleno de distracciones, oposición y obstáculos que nos tientan a tirar la toalla. Es por eso que Pablo nos aconseja “proseguir a la meta” en medio de las dificultades, hacia lo que es de valor eterno (v. 14).

Concentrarse en lo que está delante. También debemos olvidar lo que queda atrás y extendernos a lo que está delante (v. 13). Quienes se hunden por el peso del bagaje pierden de vista la meta.

La clave para triunfar en esta carrera es el deseo ferviente de alcanzar la meta. Si no le damos ningún valor al premio, fácilmente nos rendiremos y nos conformaremos con la gratificación inmediata que el mundo ofrece. Pero si entendemos lo que nos espera en el cielo, perseveraremos en el camino.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

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