domingo, 18 de noviembre de 2012

PUERTAS GRANDES



1 Corintios 16:9
“Porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios”.

En la Biblia, la palabra “puerta” se usa en forma muy prolija y abundante, encierra un significado simbólico. Por ejemplo, cuando algo es inminente, decimos: “Está a la puerta”.

En el tiempo antiguo, había puertas cerradas para el pueblo de Israel. Faraón, cerrando las puertas de la libertad, no permitió que Israel saliera de Egipto. La Biblia dice que: “Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto” (Éxodo 5:1). El Faraón desafiante respondió: “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel” (Éxodo 5:2). El final de esta historia ya la conocemos, Dios abrió las puertas de la libertad para Su pueblo.

Israel cruzó el río Jordán y se encontró con una ciudad inexpugnable: Jericó; con puertas cerradas, bien cerradas. Dice la Escritura: “Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía” (Josué 6:1). Pero Dios había decidido abrirlas para que el pueblo pase. Él puede abrir puertas en un país, porque es el Soberano de las naciones y éstas le pertenecen. Dios le dio a Josué la estrategia, no era una estrategia humana; consistía en caminar alrededor, clamar e invocar al Señor en el momento que se indicara y ¿sabe qué pasó con las puertas cerradas? ¡Cayeron los muros, se derrumbaron y el pueblo de Dios heredó en victoria!; parecía un plan ridículo, pero contaba con un elemento poderosísimo llamado Fe; y la Fe, mueve montañas.

La influencia benefactora de la Iglesia es evidente a través de los siglos. A pesar que ha habido gobiernos e imperios que se han concentrado en un ataque sistemático y abierto contra la Iglesia del Señor, han fracasado en su intento.

En el imperio babilónico, que el rey Nabucodonosor dominó; Daniel y sus tres amigos, gente que servía a un Dios de grandes puertas, se pusieron en sus manos en situaciones difíciles. Nabucodonosor, avanzando los años, expresó: “Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo” (Daniel 4:2). ¡La Iglesia puede poner a los reyes a testificar del poder de Cristo!

Podríamos decir lo mismo del imperio medo-persa y del imperio romano; de aquellos quedan ruinas, pero la Iglesia marcha triunfante; el enemigo no ha podido, ni podrá cantar el coro de victoria; no han podido, ni podrán derrotarnos; porque Dios abre puertas eficaces.

LA IGLESIA DEL SEÑOR SE MUEVE EN LA PERSPECTIVA DE TRES IMPORTANTES PUERTAS

1) LA PRIMERA PUERTA

La puerta de la salvación de Cristo. Jesús dijo en Juan 10:9, leemos: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo”. Cristo es una puerta grande, la primera que se abrió; pero el entrar por ella representa conflictos, pruebas; porque ser cristiano no es como vivir en el mundo, es agradar a Dios en todo.

2) LA SEGUNDA PUERTA

Cuando Cristo preguntó a sus discípulos: “¿Quién decís que soy yo?”; Pedro respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”; entonces Jesús declaró: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro y sobre esta roca (entiéndase: sobre esta revelación, sobre esta verdad, que van a decir y creer millones, después de ti) edificaré mi Iglesia y las puertas del Hades (infierno) no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:13-20).

Prevalecer implica luchar, algunas de esas puertas se levantarán: la puerta de la drogadicción, la puerta del alcoholismo, la puerta de la corrupción - que en la actualidad alcanza a todos los estratos sociales en el mundo - se levanta retadora e inexpugnable la puerta de la idolatría, la puerta de la  inmoralidad, por la cual ingresa la mayoría y cuando se cierra, aprisiona a los que por ella entraron. Se levantan amenazantes, pero ya el Señor ha dicho: “Las puertas del infierno no prevalecerán”. ¡Tenemos poder de Dios para golpear esas puertas! ¡Y tendrán que caer! Porque el Señor dijo: “No prevalecerán”.

3) LA TERCERA PUERTA

Aquella que menciona Apocalipsis 4:1-2, Juan escucha una voz como de trompeta y cuando se vuelve para mirar quien hablaba, la voz le dijo: “Sube acá” y cuando mira “he aquí una puerta abierta en el cielo” y si alguien quiere saber, ¡esa puerta es grande, hacia allí nos movemos; nada, ni nadie nos puede impedir llegar y alcanzar esta puerta, abierta para nosotros!

CUANDO JESÚS MURIÓ EN LA CRUZ, SUCEDIERON ALGUNAS COSAS EN EL ÁMBITO INVISIBLE

Lo visible era su cuerpo lacerado, ensangrentado; alrededor la gente veía todo el drama, pero habían cosas que ocurrían en el ámbito espiritual, pero eran parte del plan de Dios; por tanto, podemos decir que la cruz fue una gran puerta de victoria, especialmente, sobre Satanás.

Dice la Biblia en Colosenses 2:14-15, “…anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, despojando a los principados y las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”. Él era el emperador de la muerte y el infierno, pero Cristo, al morir, le arrebató las llaves del infierno y la muerte. Así que el diablo no tiene ningún poder sobre usted; dice la Biblia: “Los exhibió, públicamente (los avergonzó), triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2:15); es por eso que cuando Jesús dijo: “Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Marcos 15:37-38). La puerta se abrió de par en par”.

Cristo no tenía que añadir nada, ganó como hombre, ¡todo un triunfador!, pero no añadió en sí ningún brillo más a su Majestad. ¿Por quién lo hizo? ¡Por nosotros! Por eso dijo: “En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16:17-18). “Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11).

SE ME HA ABIERTO PUERTA GRANDE Y EFICAZ

En Éfeso, el apóstol Pablo dijo: “Se me ha abierto puerta grande y eficaz”. Eficaz quiere decir: “Que produce efecto”, que el objetivo propuesto se cumple.

Éfeso, una ciudad impía, centro de idolatría, donde custodiaban aquella maravilla del mundo antiguo: El templo de Diana. Era un edificio majestuoso, sostenido por cien columnas de mármol, cada una donada por un príncipe oriental, una obra de arte, un lugar donde se reunían a adorar. Diana era una representación de diosa de la fertilidad. Toda la ciudad la adoraba, era tan famosa que, a lo largo del imperio romano, se hablaba de ese ídolo; había mucha superstición: Letras mágicas que otorgaban protección a la gente que las usaban.

En la época de su tercer viaje, Pablo estuvo trabajando en Éfeso por lo menos 2 años y 3 meses. Dejó la ciudad después del motín provocado por Demetrio, el platero fabricante de templecillos de plata, que vio disminuir sus beneficios debido a la predicación del apóstol (Hechos 19).

Pablo no pensaba quedarse mucho tiempo, tenía otro itinerario, incluso envió a algunos ayudantes que se fueran delante y se quedó en Éfeso predicando en las escuelas. “Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos…” (Hechos 19:9). Pablo dijo a sus ayudantes que todavía no se iría, porque entendió la visión: “Se me ha abierto puerta grande y eficaz”.

Cuando Pablo predicaba, ellos pensaban que había llegado otro talismán, porque Pablo sanaba a toda la gente en el nombre de Cristo. Y las personas atormentadas por el diablo venían al Señor. Pero algunos llegaron a reprender: “Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo” (Hechos 19:13); a lo que respondieron los demonios: “A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?” (Hechos 19:15); es que hay que estar autorizados y el que autoriza está arriba, en los Cielos; el endemoniado les cayó encima y huyeron desnudos y con las marcas del elemento violento (Hechos 19:16).

Cuando Pablo llegó, comenzó a predicar en la sinagoga y en las escuelas; la gente empezó a convertirse, incluso quemaron sus libros de magia. “Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata. Así crecía y prevalecía poderosamente la Palabra del Señor” (Hechos 19:18-20). Los que adoraban a Diana, empezaron a adorar a Jesús; entonces la central sindical de artífices empezó a temblar, ¿se da cuenta que cuando Dios abre puertas a la iglesia, las ciudades tiemblan?

Los adversarios comenzaron a surgir; uno de ellos, llamado Demetrio, dijo: “Varones, sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza; pero veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. Y no solamente hay peligro de que este nuestro negocio venga a desacreditarse, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida la majestad de aquella a quien venera toda Asia, y el mundo entero” (Hechos 19:25-27). A él no le importaba Diana, sino el dinero.

“Cuando oyeron estas cosas, se llenaron de ira, y gritaron, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios!” (Hechos 19:28). La gente se congregó en el anfiteatro y por dos horas gritaron: ¡Grande es Diana de los efesios!, buscaron a Pablo para matarlo pero no lo encontraron, pues se quedó oculto, arrastraron a algunos de sus compañeros y hubo un ambiente revoltoso y hostil; el apóstol Pablo con respecto a la Obra llegó a decir:“Porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios”.

En la actualidad, Éfeso es un pantano pestilente; no queda rastro de la ciudad, lo único que suena son las ranas, no se oye nada; pero los cristianos podemos decir: ¡Grande es nuestro Dios! ¡Y la iglesia sigue adelante porque Dios nos ha abierto puertas grandes!

Está cerca el instante en que se oiga una Palabra poderosa, como la dicha en el libro de los Salmos 24:7-10, leemos: “Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de Gloria”. A coro, el cielo pregunta: “¿Quién es este Rey de Gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla”; pero no entrará solo, entraremos con Él; porque somos uno, somos el fruto de lo que Cristo hizo en la cruz del Calvario.

“Gracia y Paz”
Aprendiendo la Sana Doctrina

No hay comentarios:

Publicar un comentario