viernes, 30 de noviembre de 2012

CÓMO AQUIETAR SU ALMA



Salmo 131:1-2
“Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; Ni anduve en grandezas, Ni en cosas demasiado sublimes para mí. En verdad que me he comportado y he acallado mi alma Como un niño destetado de su madre; Como un niño destetado está mi alma”.

¿Se apresura durante su tiempo de oración, para poder ocuparse en otras cosas? Si es así, reflexione en el ejemplo de Jesús en su hábito de apartar tiempo para estar con su Padre celestial.

A solas. Aunque Jesús estaba constantemente rodeado de personas, atendiendo sus necesidades, también entendía su propia necesidad de estar a solas. Con frecuencia, después de un intenso período de ministerio, se apartaba de las multitudes, e incluso de sus discípulos, para orar en privado.

Tiempo apartado. No importa qué estuviera pasando, Jesús solía apartar tiempo para descansar en el Espíritu, enfocarse en su relación con el Padre, y fortalecerse física y emocionalmente. Aunque las personas  clamaran por Él, su prioridad era proteger este tiempo, sabiendo que su ministerio fluía del mismo.

Quietud.  ¿Qué significa “estar quietos”? El Salmo 46:10 nos llama a estar quietos: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. Para saber en qué consiste esta paz interior constante, cada cierto tiempo deje de hacer algo en lo que está concentrado, y ponga su alma en contacto con la presencia del Espíritu Santo. En la lectura de hoy, David la describió como el estado de un “niño destetado”, que está en descanso perfecto y feliz, por el solo hecho de estar en los brazos de su madre.

Haga de estas cosas esenciales una prioridad, y cosechará unos inmensos beneficios en su vida de fe. Esto representa un reto en este mundo acelerado y de tantas tareas. Aquiete su corazón delante de Dios, y descubra lo mucho que necesita la paz de su presencia. ¡Es un regalo que no tiene precio!

“Gracia y Paz”

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