viernes, 26 de octubre de 2012

¿ES USTED UN CIEGO QUE SIGUE A OTRO CIEGO?


¿ES USTED UN CIEGO QUE SIGUE A OTRO CIEGO? 

Contestará que no, pero ¿cómo sabe?

"Si un ciego guía a otro ciego, los dos caen en el hoyo" (Mateo 15:14). Nadie puede negar esto. Entonces, ¿por qué permiten tantas personas que otros les guíen religiosamente? Desde luego, si se sabe que cierto guía es ciego, ¿quién le seguirá? El problema es que la gente no cree que sus guías sean ciegos.

En primer lugar, ¿quiénes son los ciegos? Los que no saben la voluntad de Dios, sino que siguen religiones o doctrinas humanas. De estas Jesús dice, "Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada" (Mateo 15:13). La planta de la cual habla es la religión de tradiciones humanas (Mateo 15:9). No saben la voluntad de Cristo porque "Han cerrado sus oídos, y han cerrado sus ojos para no ver, para no oír con los oídos, ni entender con su corazón" (Mateo 13:15). No les falta inteligencia, sino que simplemente rehúsan estudiar las Escrituras y pensar por sí mismos. Aunque los fariseos y escribas eran guías ciegos, el pueblo judío dejaba que los ciegos estudiaran y pensaran por ellos.       

¿No sabían los fariseos y escribas la ley de Dios? La sabían, pero la substituían por sus tradiciones y con estas quebrantaban la ley. Si el pueblo hubiera estudiado y pensado por sí mismo habría visto esta anomalía y habrían dejado de seguirles, pero pocos lo hacían. Tenían confianza en sus maestros que se dedicaban a estudiar y a enseñar y, por eso, no estudiaban por sí mismos.

Lo mismo sucede ahora. Hay hombres muy inteligentes, educados, capacitados, que rehúsan estudiar la Biblia por sí mismos, porque ponen su confianza en sus líderes religiosos porque éstos son profesionales, muchos de ellos supuestos teólogos "y deben saber lo que hacen". Estos se dedican a estudiar y enseñar y los hombres más preparados en otras cosas -- profesionales, empresarios, educadores -- no investigan la Palabra de Dios por sí mismos, sino que dejan sus almas en manos de los “profesionales”. El problema es que millones de profesionales son ciegos guías.

Dios no prohíbe que la gente estudie y piense por sí misma; por el contrario, dice que los de Berea eran "nobles" porque "examinaban cada día las Escrituras para ver si esas cosas eran así" (Hechos 17:11). "ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada" (2 Pedro 1:20 ), no quiere decir que la gente no debe leer y estudiar la Biblia por sí misma, sino, como el v. 21 explica, "porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana". Pedro no habla del estudio de las Escrituras sino de la fuente de la profecía.

Dios dice a todos: “Examinadlo todo; retened lo bueno" (1 Tesalonicenses 5:21).

También dice, "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad si los espíritus son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido al mundo" (1 Juan 4:1). Estos "espíritus" tienen cuerpos; son maestros, y muchos son falsos. Estas exhortaciones no se dirigen solamente a los que predican y enseñan, sino a todo el mundo.

Yo fui un ciego, siendo guiado por otro ciego durante casi 11 años. Llegue a ocupar un cargo dentro de la iglesia, a “orientar” a otros, a tener gente a mi cargo.

Era como un “loro” repitiendo para otros lo que escuchaba de mis lideres, sin discernir si lo que yo estaba enseñando coincidía con la sana doctrina biblica. Y así lo hacen todas las personas que concurren ahí, ellos “evangelizan” (promocionan su iglesia) usando las mismas palabras que usaron con ellos, repiten fielmente como un “loro” lo que escuchan de otros. Se vive, se habla, se enseña a base de lo que escuchó a otros decir, torciendo las escrituras así como se las torcieron y se las enseñaron a ellos. Yo tenia un cargo, un titulo, una posición, pero era como la iglesia Sardis “…Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto” (Apocalipsis 3:1).

Yo leí la Biblia durante 11 años, pero un día deje de leer y comencé a escudriñar… leer es simplemente como mirar, en cambio escudriñar es examinar, como quien escarba buscando un tesoro, y fue así que resplandeció la luz del evangelio en mi vida. Y cuando la compare con los 11 años de adoctrinamiento recibido por parte de hombres, con doctrinas de hombres no fui rebelde a la verdad. Hice lo mismo que el apóstol Pablo con toda su preparación religiosa: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle…” (Filipenses 3:7-10).

¿Cómo podía seguir en un lugar donde se desvirtuaba la Palabra de Dios? Si Jesús dijo que sus palabras son Vida. Si yo cambio sus Palabras ¿seguirán teniendo vida? ¿seguirá siendo el mismo Jesús, el mismo Espíritu? ¡CLARO QUE NO! Y si yo teniendo conciencia de que todas esa enseñanza recibida por los hombres eran antibíblica ¿como podía ayudar a otras personas, si las estaba llevando al mismo infierno con esas herejías que aprendí? Es como dice la Biblia “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito (persona traída para la iglesia) y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros” (Mateo 23:15)

Hay mucha gente que cuando lee la Biblia y encuentra contradicciones con la enseñanza que ella recibio, da vuelta la pagina y dice: ”debe ser que yo no entiendo bien” ¿no entiende bien o no quiere ver la realidad?

Estimado amigo y hermano(a), ¿es usted un ciego que sigue a otro ciego? Contestará que no, pero ¿cómo sabe? Muchísimas personas simplemente siguen en la religión de sus padres, o siguen a ciertos maestros porque parecen ser piadosos, etc. Pero, ¿ha hecho un estudio intensivo de la Biblia usted mismo? ¿Ha analizado con cuidado la Palabra de Dios? Si no lo ha hecho, es indispensable que lo haga. ¡Su salvación depende de ello!

En el Día Final "cada uno de nosotros dará cuenta a Dios de sí" (Romanos 14:12). Ningún otro responderá por uno. No habrá ningún sacerdote, pastor, evangelista, padre o madre, ni nadie que pueda responder por nosotros. En aquel día no habrá argumentos con el Juez. No habrá excusas. Los que habrán obedecido al evangelio y seguido fieles hasta la muerte serán salvos. Los otros no. Usted no podrá decir mi líder me engaño, porque usted tuvo acceso a la Palabra de Dios pero prefirió seguir la enseñanza de un hombre porque resultaba mas atractiva y mas enfocada en sus necesidades. “…Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos” (Romanos 10:8).

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:21-23).

“Gracia y Paz”
Aprendiendo la Sana Doctrina

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