miércoles, 19 de septiembre de 2012

TODO CRISTIANO SERÁ RECOMPENSADO


1 Corintios 3:10-15
“Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”.

La Palabra es muy clara en cuanto al hecho de que a los creyentes que obedecen a Dios y traen gloria a su nombre, les aguardan recompensas maravillosas. En el Salmo 19, David escribió que hay una gran recompensa por guardar los mandamientos del Señor (v. 11). Además, la promesa de los regalos celestiales viene directamente de la boca del Señor Jesús en el Sermón del monte (Mateo 5:12).

Lea una vez más el pasaje de hoy, y observe la afirmación de Pablo de que tanto él como Apolo recibirán recompensas por su servicio a los corintios (v. 8). Dios no ofrece ni reserva sus tesoros solo para aquellos que trabajan para la iglesia. Todos somos ministros del evangelio, cuyas buenas obras acumulan tesoros en el cielo. Dios ve nuestras decisiones y acciones guiadas por el Espíritu Santo, como dignas de recompensa. Es posible que usted no se sienta importante en este mundo tan grande, pero cada acción y cada palabra suyas le importan a Dios. Lo que Él valora es el creyente que se rinde a la dirección del Espíritu Santo.

La motivación detrás de nuestras acciones también es importante; a veces se hacen buenas obras por las razones equivocadas. Cuando una persona busca el aplauso de los hombres, sus elogios es su única recompensa. Aunque puedan sentirse bien por un tiempo, la adulación no es eterna.

Sospecho que todos derramaremos lágrimas por las buenas acciones que no hicimos, o por el trabajo que hicimos para la gloria personal. Nos daremos cuenta de cuánto más pudimos haber hecho para el Señor. Sin embargo las lagrimas por la obediencia al Señor él las secará y nos dará nuestra recompensa eterna.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

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