martes, 11 de septiembre de 2012

CONFIAR Y OBEDECER


Josué 6:1-5
“Ahora, Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía. Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra. Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días. Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia delante”.

Uno de mis himnos favoritos es “Para andar con Jesús”, porque resume el propósito de Dios para nuestras vidas. Cuando practicamos los mandatos de confiar y obedecer, se inicia un ciclo hermoso. Confiar en el Señor hace que la obediencia sea más fácil, y por tanto, ésta produce una confianza cada vez mayor. ¿Puede usted recordar el haber enfrentado un desafío difícil o desconcertante? Si es así, sabe lo importante que son estos dos mandamientos.

Cuando el Señor le llame a una tarea que no parezca razonable, tiene dos opciones: obedecerle a pesar de no entender lo que pasará después, o temer y tratar de encontrar una salida. Josué escogió la primera opción. Porque confiaba en el Señor, ignoró toda su experiencia militar y adoptó el extraño plan de batalla de Dios. Con los años, había aprendido que el Señor es fiel.

La manera como respondemos a las tareas difíciles de Dios, revela nuestro nivel de compromiso. Podemos sentir que estamos caminando bien con Él, hasta que propone un cambio de dirección. Es allí cuando entra en acción nuestra resistencia, y nos damos cuenta de que no estamos tan cerca de Dios como pensábamos. En ese momento, nuestra decisión revela si el Señor podrá usarnos como Él desea. Porque Josué nunca perdió de vista su compromiso con Dios, siguió sirviendo al Señor por el resto de su vida.

A veces, la obediencia es una lucha. En ese momento, su mente piensa en todas las razones por las que el plan del Señor no es lógico. El miedo le domina mientras que su voluntad lucha para obedecer. Pero la obediencia es siempre la mejor opción, porque el Señor es fiel y sabio.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

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