domingo, 22 de julio de 2012

¿NECESITAS FORTALEZA?


2 Corintios 12:7-10
"Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte".

En este pasaje, el apóstol Pablo se refiere a “un aguijón” en su carne. No se sabe a ciencia cierta qué era ese aguijón que él menciona, pero sin duda era algo que le molestaba, que le afectaba grandemente en su vida, y de lo cual quería librarse. Y le pidió a Dios en repetidas ocasiones que se lo quitara. La respuesta del Señor fue la graduación de Pablo en el proceso de aprendizaje y crecimiento espiritual: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. Sin duda Pablo entendió profundamente este principio espiritual, ya que no solamente obtuvo la fortaleza que necesitaba, sino que pudo declarar con autoridad: “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Estas palabras parecen paradójicas o contradictorias, pues expresan algo que es muy difícil de entender. Sin embargo es posible experimentarlo si confiamos plenamente en Dios. Con él nuestra debilidad se convierte en nuestra mayor fortaleza.

En abril 19 de 1995 una poderosa bomba estalló en un camión estacionado frente a un edificio del gobierno federal de los Estados Unidos en la ciudad de Oklahoma, dejando un saldo de ciento sesenta y ocho muertos y una gran cantidad de heridos incluyendo muchos niños de una guardería infantil que residía en el edificio. El dolor y el sufrimiento de los residentes de esta ciudad, y de toda la nación fue indescriptible. Poco tiempo después, un reverendo de la ciudad habló ante un grupo de apesadumbrados ciudadanos. La esposa del gobernador del estado de Oklahoma declaró más tarde lo siguiente: “Cuando el reverendo se sentó en la plataforma antes de dar su mensaje, vi a un hombre físicamente débil y emocionalmente agotado. Pero cuando se puso en pie para hablar, exhibió energía y vitalidad. Y cuando se sentó de nuevo, volvió a ser un hombre débil”.

El poder de Dios se manifiesta cuando reconocemos nuestra incapacidad de resolver un problema; cuando entendemos que no somos suficientemente inteligentes o fuertes para salir airosos de una cierta situación, y simplemente nos dejamos caer en los brazos del Señor, sin hacer la más mínima resistencia. Esto, lamentablemente no se produce de manera natural en nosotros, todo lo contrario, nuestro YO siempre se cree capaz de resolverlo todo, y por lo tanto no hay necesidad de acudir a Dios. Por eso es necesario morir al YO, y permitir que la vida de Cristo se manifieste en nosotros plenamente. Pablo tuvo que dejar de ser el que antes era, orgulloso, dominante, juzgador y condenador de todos los que no estaban de acuerdo con lo que él creía que era lo correcto. Tuvo que morir a todo aquel pasado y permitir que el Espíritu Santo lo transformara en una nueva criatura. Después pudo decir con autoridad: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). Entonces el poder de Dios se manifestó poderosamente en su vida.

¿Te sientes débil? ¿Necesitas fortaleza? El Espíritu Santo, que obró en Pablo y también en este Reverendo, puede obrar en ti de la misma manera si tú dejas que él tome el control de tu situación en lugar de estar luchando por resolverla tú. Ríndete al Señor, arrodíllate ante él, confiesa tu debilidad de todo corazón y clama a él por su ayuda. Entonces podrás decir como Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

ORACIÓN:
Padre mío, confieso que soy débil e incapaz de triunfar por mis propios esfuerzos. Por favor ayúdame a rendirme a ti totalmente para que tu poder se perfeccione en mi debilidad. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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