lunes, 7 de mayo de 2012


¿VERDADERAMENTE DESEA OIR LO QUE DIOS ESTÁ DICIENDO?

Unas semanas atrás, le pedí a las personas que están en nuestra lista de correspondencia que nos escribieran y nos dijeran sobre su iglesia. En otras palabras, si su iglesia es una iglesia buena, háblenos de ella – o, si su iglesia está pasando por un tiempo difícil, díganos por qué. Solicité que no dieran el nombre de la iglesia o del pastor y que la información fuera dada sin chisme, rencor o raíz de amargura. Simplemente deseaba tomar el pulso espiritual de las iglesias en América.

Miles de cartas llegaron de todos los Estados Unidos y Canadá. Mi esposa, Gwen y yo las leímos por varios días. El escuchar el clamor del corazón de tantos cristianos ha sido de ayuda y a la vez deprimente – ¡instructivo y a la vez sorprendente!

Gracias a Dios por todos los reportes brillantes de iglesias y pastores. Una respuesta típica (reflejada en una de cada seis o siete cartas) dice:

“Todo está bien en nuestra iglesia. Nuestro pastor es un verdadero hombre de Dios que no teme predicar la Palabra. Es amoroso y valeroso. Nuestros ingresos han aumentado y estamos creciendo. La alabanza es edificante. ¡Casi no podemos esperar por el próximo servicio!”

Pero la abrumadora mayoría de las cartas recibidas eran de personas que están heridas espiritualmente. Escribieron cartas desgarradoras acerca de la mortandad de su iglesia. Casi sin fallar, comenzaban: “Amamos a nuestro pastor, pero...”

Continuaban diciendo: “Nuestra iglesia es aburrida. ¡Muchas personas duermen durante la predicación! El pastor tiene temor de ofender a alguien y casi nunca predica algo negativo...

“Estamos muriendo espiritualmente y no podemos encontrar una iglesia mejor. ¡Añoramos ver un derramamiento del Espíritu Santo – escuchar a una palabra de convicción, una palabra conmovedora del cielo! El pastor sigue predicando: “Amor, amor, amor” pero nos estamos “amando” hasta el enfriamiento espiritual!

También pastores nos escribieron: “¡Necesitamos aliento!” La carga de trabajo es abrumadora. ¡Nuestra gente dice que desea escuchar la verdad, que desean reprobación y exposición del pecado, pero cuando el Espíritu se mueve en mí y los reprocho, entonces se van de la congregación!”

Un pastor dijo: “Me han despedido de tres iglesias en los últimos dos años.¡Las personas me decían que querían que yo predicara sin temor pero cuando lo hacía (y lo hacía en amor) rehusaban escuchar! Me pregunto si hay alguien que todavía desea escuchar la verdad.


¡Jeremías fue mordaz en sus reprimendas contra ciertos pastores!

Creo que Dios tiene un ejército de pastores piadosos hoy, pero el profeta Jeremías emitió esta reprimenda a los asalariados: “¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! Dice Jehová.” (Jeremías. 23:1) “Porque tanto el profeta como el sacerdote son impíos; aun en mi casa halle su maldad, dice Jehová.” (verso 11).

Jeremías llamo a estos hombres “profetas de Sodoma” – y enumeró las clases de maldades que vio en ellos:

La primera en la lista es adulterio – pastores con ojos llenos de lujuria. Ellos son sensuales, carnales con ojos errantes. Caminan en la mentira – la verdad no está en ellos. Fortalecen a los malhechores en sus caminos de maldad. ¡No exponen el pecado de sus miembros prominentes, porque arriesgan sus ingresos en diezmos! Hablan de visiones que no son de Dios – más bien, hablan de visiones carnales diseñadas para levantar sus propios egos y reputaciones. Apoyan a los comprometedores por miedo a perder su afecto y apoyo. Promueven sueños personales diciendo: ”Dios ha dicho” cuando Dios no ha dicho. Usan ligerezas (bromas) en el púlpito – no humor sano, cuando sea apropiado, sino chistes frívolos.
Toman mensajes prestados de otros – no tienen una palabra de Dios de ellos mismos. Y, lo peor de todo, tienen un mensaje que le sirve sólo a ellos. Jeremías dijo de ellos: “No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan: os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón dicen: No vendrá mal sobre vosotros.” (Jeremías 23:16-17)

Amado, puedes escuchar este mensaje hoy en los púlpitos por toda América. “¡No tengan miedo – América será bendecida otra vez! Vamos a ser prosperados, todo va a estar bien. ¡Estamos muy bien! América siempre va a ser especial para Dios...”

Pero la triste verdad es que muchos de los que predican este mensaje suave han perdido la unción. Dios ya no les habla – ¡porque están viviendo en pecado!

¡Muchos pastores, evangelistas y maestros no tienen derecho a pararse en un púlpito porque están inmundos! Van a las tiendas de videos a escondidas y luego se sientan en sus estudios mirando suciedad del infierno. (¡Yo sé que esto es cierto porque recibimos cartas dignas de piedad de las esposas de estos pastores!) Sus ojos y mentes están encendidos con la desnudez y toda clase de fornicación. ¡Casi todos estos asalariados impíos deben de ser sacados del ministerio – están condenando a multitudes de ovejas que han confiado en ellos y enviando a numerosos jóvenes al infierno!

Pero Jeremías también habló de otro tipo de pastor: ¡“Sus siervos, los profetas! ”Estos eran hombres de oración llenos de la verdad y el Espíritu Santo. Eran verdaderos pastores; santos, sin mancha, fervientes siervos que fueron “enviados... levantándose temprano.” (Jeremías 23:4)

La Biblia dice que estos hombres de Dios “han estado en el secreto de Jehová” (verso 18). La palabra “estado” quiere decir, en otras palabras, ¡tuvieron un intercambio o comunión con el Padre celestial! Una y otra vez en la Biblia, encontrarás esta característica en cada hombre de Dios. Elías estuvo delante de Acab y le dijo: “He venido a ti, rey, porque he estado en la presencia de Jehová Dios de Israel.” (1 Reyes 17:1)

“¿Quién estuvo atento a su palabra y la oyó?” (Jeremías 23:18) ¡Los profetas oyeron consejo de Dios y lo entendieron y lo predicaron! Dios dice que este tipo de siervos “causan que mi pueblo oiga mis palabras... (haciéndolos volver) de su mal camino y de lo malo de sus obras.” (23:22) ¡Ellos no temen exponer el pecado en la casa de Dios, no importa quien sea convicto!

“Gracia, Misericordia y Paz”
Carlos Martínez M.
(Devocional - David Wilkerson)

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