sábado, 5 de mayo de 2012

¿Dedicas tiempo a meditar en la Palabra?


Josué 1:5-9
“Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.”

Moisés, el gran líder del pueblo israelita, había muerto y Dios decide nombrar en su lugar a un joven judío llamado Josué. En este pasaje el Señor le habla al nuevo líder israelita y le asegura que él estaría siempre a su lado, así como estuvo con su predecesor Moisés. Dios lo exhorta a esforzarse y ser valiente y le da instrucciones acerca de lo que debía hacer para que todo le saliera bien, es decir para que los planes de Dios se llevasen a cabo a la perfección. Así le dice el Señor: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito.”

Al igual que hace muchos siglos era de suma importancia que Josué meditara en las Escrituras y actuara conforme a lo que en ellas estaba escrito, en la actualidad debe ser una prioridad para todo creyente tener un tiempo diariamente en el que leamos la Biblia y meditemos en sus enseñanzas. Ese tiempo invertido con el Señor es el secreto de la victoria en nuestra vida cristiana. Cuando reflexionamos en la Palabra de Dios, asimilamos las verdades de su corazón y podemos conocerlo mejor. Es esencial que apartemos tiempo cada día para estar a solas con Dios. Mientras meditamos y oramos, debemos estar quietos y escuchar su voz. Así dice el Salmo 46:10: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios.”

No debemos tener prisa mientras meditamos. Todo aquel que está enamorado de alguien, desea pasar tiempo de calidad con esa persona. Si amamos a Dios debemos disfrutar pasar tiempo con él. Debemos absorber las Escrituras para conocer íntimamente al Dios que adoramos. Esto requiere concentración, tiempo y sobretodo paz y quietud. Meditar es escuchar la voz del Señor al leer las Escrituras, y permitir que él hable a nuestros corazones. Significa ponernos a disposición de él para recibir sus instrucciones y experimentar crecimiento espiritual. Esta es la primera parte, después debemos obedecer estas instrucciones, como dice el pasaje de hoy. Es decir, debemos ser “hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores”, dice Santiago 1:22.

En el pasaje de hoy, Dios le dice a Josué que si él medita en su Palabra de día y de noche, y sigue fielmente las instrucciones, “entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” También en el Salmo 1 encontramos esta promesa: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.” Está muy claro que si meditamos cada día en la Palabra de Dios, y reflexionamos en sus enseñanzas y las ponemos en práctica en nuestras vidas, recibiremos muchas bendiciones de Dios.

ORACION:
Bendito Dios, te ruego pongas en mi corazón el deseo de pasar tiempo contigo cada día, y meditar en tu Palabra para conocerte cada vez más. Por favor ayúdame a seguir fielmente tus instrucciones para poder disfrutar de tus bendiciones. En el nombre de Jesús te lo pido, Amén.

“Gracia, Misericordia y Paz”

(Dios te Habla)

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