jueves, 23 de mayo de 2013

¿CÓMO SE ORIGINÓ LA VIDA?



Salmo 19:1
“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos".

En la sección “La vida científica”, de un importante periódico apareció la siguiente declaración: “La ciencia permanece impotente ante un misterio que obsesiona al hombre desde los tiempos más remotos. ¿De dónde viene la vida? ¿Es un proceso evolutivo químico, natural, en el que los “ladrillos” de la vida se juntaron poco a poco, o proviene de una intervención divina? Nadie ha podido dar una respuesta científica”.

Ciertamente tal conclusión es frustrante: la ciencia explora el espacio y hace prodigiosos descubrimientos en todas las esferas de su competencia. Llevó al hombre a la luna y explora las fronteras de nuestro sistema solar, descifra la luz que nos llega de galaxias infinitamente lejanas, puede modificar el código genético de las células, ha logrado progresar de manera extraordinaria en la tecnología de las computadoras y las comunicaciones. Sin embargo, nos deja sin respuesta frente a las sencillas y lógicas preguntas que se formula todo ser humano: ¿Por qué estoy en la tierra? ¿Cuál es el verdadero origen de todo lo que existe?

La ciencia ha tratado de encontrar una explicación, y de ese intento surgió la famosa “Teoría de la Evolución” de Charles Darwin, la cual no ha pasado nunca de ser simplemente esto: una teoría que nunca ha podido ser demostrada, y que según otros estudios científicos no tiene una fuerte base de credibilidad. Ciertamente Dios puede hablar a todos estos científicos de la misma manera con que convenció a Job de su ignorancia: "¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios? ¿Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba saliéndose de su seno, cuando puse yo nubes por vestidura suya, y por su faja oscuridad, y establecí sobre él mi decreto, le puse puertas y cerrojo, y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, y ahí parará el orgullo de tus olas?" (Job 38:4-11)

La Biblia nos dice concretamente en el libro de Génesis, capítulo 1, versículo 1: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Una afirmación corta pero extremadamente profunda y poderosa. Define el origen de la vida producto de la mano de Dios. Si creemos de corazón la palabra escrita en este primer versículo de la Biblia, no tendremos ningún problema en creer todo lo que el resto de la Biblia nos dice, pues no puede existir alguna duda de Aquel que tuvo el poder de crear de la nada todo lo que existe. Dice Deuteronomio 3:24: "Señor Dios, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas?”

La ciencia explora el cosmos, la Biblia nos revela su Creador. También nos revela nuestro origen y destino. Al leerla, descubrimos el magnífico plan del Dios Todopoderoso, quien ama a cada una de sus criaturas al punto de haber dado a su Hijo para salvarlas de la condenación eterna. Entonces nos damos cuenta que Dios nos creó con el fin de amarnos y vivir en comunión con nosotros. Cuando tenemos esta seguridad en nuestro corazón, podemos vivir tranquilos y confiados en la protección, provisión y cuidado de nuestro Creador. Y podemos afirmar categóricamente: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”, como escribiese el apóstol Pablo en su carta a los Romanos.

“Los cielos cuentan la gloria de Dios”, afirma el salmista en el pasaje de hoy, y finaliza este Salmo con estas palabras: “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Señor, roca mía, y redentor mío”.

La ciencia tiene límites. La sabiduría y el poder de Dios son ilimitados. Disfrutemos de la creación, y alabemos al Creador con palabras de alabanza que salgan de nuestras bocas cada día de nuestras vidas.

ORACIÓN:
Bendito Dios, Creador del cielo y de la tierra, te alabo de todo corazón por tu grandeza y magnificencia. Ayúdame a bendecirte cada día y agradecerte porque me permites disfrutar de las maravillas de tu creación. En el nombre de Jesús, Amén.


“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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