¿Qué estás
haciendo por ayudar a los demás?
Gálatas 6:7-10
“No os engañéis; Dios no puede ser burlado:
pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra
para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el
Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer
bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos
oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”.
Hace varios años la revista Time publicó un artículo
acerca de un médico japonés que vivió el terrible bombardeo de Hiroshima.
Cuando ocurrió la explosión inicial, el Dr. Shigeto estaba esperando un tranvía
como a una milla de distancia, pero estaba protegido por la esquina de un
edificio de concreto. En cuestión de segundos después de la explosión, se le
llenaron los oídos de los gritos de las víctimas que había a su alrededor. Sin
saber qué había sucedido, el doctor Shigeto se quedó allí de pie, completamente
perplejo por unos instantes, preguntándose cómo podría él solo atender aquella
"montaña" de heridos. Después, aun un poco aturdido, el doctor
Shigeto abrió su maletín y comenzó a atender a la persona que le quedaba más
cerca. Y después a la siguiente. Y así sucesivamente...
Si miramos a nuestro alrededor, con seguridad veremos
personas en necesidad, ya sea en el aspecto económico, o emocional, o físico, o
espiritualmente. Dios puede usar a sus hijos, es decir a los que hemos aceptado
a Jesucristo como Salvador, para ayudar a esas personas. Nosotros debemos estar
siempre listos para ser instrumentos del Señor. El pasaje de hoy dice: “No nos
cansemos, pues, de hacer bien”. Claro que Dios no espera que tratemos
frenéticamente de ayudar a todo el que tenga una necesidad. Esa es una carga
imposible de llevar. Simplemente sigamos el consejo de Dios: “Según tengamos
oportunidad, hagamos bien a todos”. Es decir, no es que tengamos que llegarnos
a todos los que tienen necesidad y ofrecerles nuestra ayuda, sino que debemos
ayudar a todo el que podamos siempre que se presente la oportunidad de hacerlo.
Otra pequeña historia cuenta que una mañana muy temprano
un hombre se paseaba por la orilla del mar cuando a lo lejos vio una figura que
se movía de manera extraña como si estuviera bailando. Al acercarse vio que era
un muchacho que se dedicaba a coger estrellas de mar de la orilla y a lanzarlas
al mar. El hombre le preguntó al joven qué estaba haciendo. Este le contestó:
“Recojo las estrellas de mar que han quedado varadas y las devuelvo al mar. La
marea ha bajado demasiado y muchas morirán”. El hombre entonces le dijo: “Pero
esto que haces no tiene sentido. ¿No te das cuenta que hay miles de estrellas
en esta playa? Nunca tendrás tiempo de salvarlas a todas”. El joven miró
fijamente al hombre, cogió una estrella de mar de la arena, la lanzó con fuerza
por encima de las olas y exclamó: “Para esta sí tiene sentido”.
Cuando te enfrentes a las enormes necesidades materiales
y espirituales de un mundo perdido, no te desesperes. Todo lo que Dios te pide
es que hagas lo que puedas. Si tienes un corazón dispuesto para servir al
Señor, él gustosamente te usará como un instrumento para llevar a cabo sus
planes. Mantente alerta, pues muchas veces, muy cerca de nosotros hay grandes
oportunidades de servir. Los hambrientos, los necesitados, los enfermos, los
que sufren, los que no han oído las buenas nuevas de salvación en Cristo Jesús.
Todos estos se encuentran en nuestro barrio, o en nuestros centros de trabajo o
de estudio, y Dios puede estar planeando usarte para hacerles bien. Y no
olvides que siempre recibirás del Señor el fruto de lo que siembres, “pues todo
lo que el hombre sembrare, eso también segará”, Dios nos lo dice en el pasaje
de hoy.
Aprovecha toda oportunidad que se te presente y ofrece tu
ayuda con amor, y, sobretodo, hazlo siempre pensando en agradar a Dios. Así
dice Colosenses 3:23, 24: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para
el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa
de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”.
ORACIÓN:
Padre celestial, alabado sea tu nombre. Te ruego, Señor,
que me capacites para ser un instrumento tuyo ayudando a aquellos que están a
mi alrededor que necesitan algún tipo de ayuda. Que sea tu Santo Espíritu
dirigiéndome para que ellos puedan recibir exactamente lo que necesitan, y tu
nombre sea glorificado. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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