miércoles, 25 de junio de 2014
ORACIÓN
ORACIÓN:
Amoroso Padre celestial, gracias te doy por tu Palabra,
pues a través de ella puedo conocer la verdad. Dame discernimiento espiritual
para poder sacar de ella el conocimiento que necesito para diferenciar lo falso
de este mundo de lo verdadero que proviene de ti. En el nombre de Jesús, Amén.
¿SABES DIFERENCIAR LO VERDADERO DE LO FALSO?
¿Sabes diferenciar
lo verdadero de lo falso?
Proverbios 12:17
“El que habla verdad declara lo que es
justo, pero el testigo falso afirma mentiras”.
Desde muy pequeños oímos a nuestros padres hablar acerca
de la “verdad” y de la “mentira”. Nos dicen que debemos decir siempre la
verdad, que nunca debemos decir mentiras. Pero a medida que crecemos y
envejecemos nos va resultando más difícil entender exactamente qué es la
verdad, dónde está la verdad de la vida, cuánto de todo lo que leemos, oímos y
vemos es verdad y cuánto es mentira. Hay ocasiones en las que muchos están en
desacuerdo con algo que han oído y dicen: “¡Esto es mentira!”, mientras que
otros dicen acerca de lo mismo: “¡Esto es verdad!” Entonces, ¿qué es la verdad?
Cuando se acercaba el momento de su muerte, Jesús les
habló a sus discípulos tratando de alentarlos y de eliminar cualquier duda o
temor de ellos. “No se turbe vuestro corazón…”, les dice, “…creéis en Dios,
creed también en mí” (Juan 14:1). Y seguidamente les afirma: “Voy, pues, a
preparar lugar para vosotros”. Finalmente hace esta poderosa afirmación: “Yo
soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”
(v.6). Es decir, no es Jesús uno de muchos caminos; él es el único
"camino" al Padre. De igual manera, no es Jesús alguien que enseña la
verdad; él es “la verdad.” Jesucristo, el Hijo de Dios, el Verbo encarnado es
la única y absoluta verdad, la cual encontramos en las Escrituras. Y quienes le
reciben tienen vida eterna porque él es “la vida”.
En Juan capítulo 5, Jesús se enfrenta a un grupo de
judíos que procuraban matarlo porque había sanado a un paralítico en el día de
reposo. También lo acusaban de otras cosas, entre ellas porque “decía que Dios
era su propio Padre, haciéndose igual a Dios” (v.18). Estos eran los mismos
religiosos que se esforzaban por aparentar que andaban en los caminos
correctos, que eran grandes conocedores y estrictos cumplidores de la ley de
Dios. Por eso el Señor les dice: “Examináis las Escrituras porque vosotros
pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de
mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (v.39). Es decir:
"Ustedes leen las Escrituras pero no creen la verdad que hay en ellas; por
eso no vienen a mí para que tengan vida". Todo esto porque ellos preferían
seguir sus propios rituales y tradiciones.
No existe otra manera de conocer la verdad que no sea
escudriñando las Escrituras, meditando en ellas, y aplicándolas en nuestras
vidas. Entonces y sólo entonces seremos libres. Así les dijo Jesús a unos
judíos que habían creído en él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres” (Juan 8:31-32). La única manera de salir de la esclavitud de la
mentira y construir una barrera contra lo falso es saturando la mente con la
verdad.
La Biblia debe ser nuestra guía. Toda pregunta, toda
duda, toda confusión debe ser aclarada bajo la luz poderosa de la Palabra de
Dios. ¿Qué crees en cuanto al matrimonio? ¿Es para toda la vida? ¿O crees que
está bien desertar cada vez que se vuelva inconveniente o un estorbo para tu
vida? ¿Y qué de los hijos, los amigos, el dinero, la iglesia, los pastores?
¿Qué de asuntos morales como la delincuencia, el aborto, la homosexualidad, el
adulterio y la fornicación? Si no estás seguro acerca de cualquiera de estos
temas u otros, es necesario que leas la Biblia y que la escudriñes hasta que
escuches la respuesta de Dios. Pregunta al Espíritu Santo: “¿Qué quiere decirme
el Señor por medio de este pasaje?” No preguntes como el mundo pregunta: “¿Cómo
puedo interpretar este pasaje, de manera que me resulte conveniente?”
Pídele a Dios que él forme tus convicciones a través de
su Palabra. Hazte el hábito de dedicar un tiempo cada día a la lectura de la
Biblia y la oración. Si meditas detenidamente en la enseñanza de hoy y la crees
de corazón, el Espíritu Santo obrará en tu vida capacitándote para discernir y
diferenciar lo verdadero de lo falso. Entonces conocerás la verdad y
disfrutarás plenamente de una vida llena de la paz y el gozo del Señor.
ORACIÓN:
Amoroso Padre celestial, gracias te doy por tu Palabra,
pues a través de ella puedo conocer la verdad. Dame discernimiento espiritual
para poder sacar de ella el conocimiento que necesito para diferenciar lo falso
de este mundo de lo verdadero que proviene de ti. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
¿TE CUESTA TRABAJO ESCUCHAR LA VOZ DE DIOS?
¿TE CUESTA TRABAJO ESCUCHAR LA VOZ DE DIOS?
Éxodo 19:4-6
“Vosotros visteis lo que hice a los
egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora,
pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi
especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y
vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras
que dirás a los hijos de Israel”.
Los israelitas habían sido liberados de la esclavitud en
Egipto por Moisés, bajo la dirección y el poder de Dios. Tres meses después
llegaron frente al Monte Sinaí donde Dios esperaba por ellos. Allí el Señor,
por medio de Moisés, les ofrece un pacto. Este pasaje nos muestra las palabras
de Dios al pueblo de Israel. En resumen, si ellos obedecían, él los bendeciría.
Muchas veces la voluntad de Dios es tan clara como el sol en un día sin nubes.
Sin embargo, llevarla a cabo puede ser tan difícil como capturar el sol y
ponerlo en tu bolsillo. Tú sabes bien lo que debes hacer pero no puedes o no
quieres ponerlo en práctica.
Los israelitas enfrentaron este dilema cuando estaban a
punto de entrar a la tierra prometida. Después de una larga trayectoria a
través del desierto, finalmente llegaron frente a la tierra de Canaán. Entonces
Moisés les recordó el pacto que el Señor había hecho con ellos, con estas
palabras: “Oirás, pues, la voz de Jehová tu Dios, y cumplirás sus mandamientos
y sus estatutos” (Deuteronomio 27:10). Moisés sabía que Israel no estaría bajo
la protección de Dios si ellos no obedecían. Pero ellos olvidaron este
principio tan importante. Números capítulo 13 nos narra lo que sucedió después.
Dice el v.1: “Jehová habló a Moisés, diciendo: Envía tú hombres que reconozcan
la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel”. Ciertamente estaban
muy claras las instrucciones de Dios: él les estaba dando aquella tierra a los
israelitas, y quería que un grupo de hombres la reconocieran, con el fin de que
no quedara duda aun a los más incrédulos de que realmente era la “tierra que
fluye leche y miel” que él les había prometido.
Entonces Moisés mandó a doce príncipes, uno de cada
tribu, a reconocer la tierra, y después de cuarenta días regresaron con el
informe de lo que vieron. Diez de los doce hombres describieron un escenario
totalmente pesimista de lo que les esperaba, incluyendo la presencia de enormes
gigantes a los cuales tendrían que enfrentarse. Después incitaron al pueblo a
volver atrás y no continuar el camino que llevaban. Solamente dos de ellos,
Caleb y Josué, mostraron absoluta confianza en el plan de Dios de entregarles a
ellos aquella tierra, y exhortaron al pueblo a seguir adelante.
Los israelitas habían escuchado claramente la voz de Dios
a través de sus líderes. Ahora tenían que escoger entre dos opciones: obedecer
al Señor y tomar posesión de la tierra prometida que él les estaba entregando,
o hacerles caso a aquellos diez hombres y retirarse para evitar enfrentarse a
los habitantes de aquella tierra. Finalmente decidieron no obedecer la voz de
Dios y se volvieron atrás movidos por el miedo y la falta de fe. Esto trajo
como consecuencia que deambularan por el desierto cuarenta años, y la mayoría
de ellos nunca pudieron disfrutar de la tierra prometida.
Todos los que hemos aceptado a Jesucristo como salvador
somos actualmente el pueblo de Dios. Como tal debemos aplicar esta enseñanza a
nuestras vidas. Jesús lo dijo muy claramente en Juan 14:21: “El que tiene mis
mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado
por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”. No se trata solamente de
conocer los mandamientos, es necesario guardarlos, es decir obedecerlos.
Entonces el Señor se manifestará. No es suficiente con oír la voz de Dios, es
imprescindible cumplir sus órdenes. La Biblia nos dice en Santiago 1:22: “Sed
hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros
mismos”. Por el contrario, obedecer los mandamientos de Dios siempre resultará
en bendiciones.
Si deseas escuchar la voz de Dios, lee diariamente su
palabra y medita en ella. Una vez conozcas la voluntad del Señor, ora pidiendo
que el poder de su Santo Espíritu se manifieste en ti y te dé la fuerza y el
valor para obedecerla. Entonces recibirás bendiciones abundantes.
ORACIÓN
Padre celestial, perdóname por ser tan necio, perdóname
por ser tan ciego, porque no obstante que tú me enseñas tus mandamientos a
través de tu Palabra, aun así soy desobediente. Te ruego me ayudes a escuchar
tu voz con claridad, y, por favor, dame la fe y el valor para obedecerte
siempre, aun en contra de mi voluntad. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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