1 Corintios 10:11
“Y estas cosas les acontecieron
como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado
los fines de los siglos”.
Dios no nos ha dejado a oscuras.
A nosotros, a quienes hemos alcanzado los fines de los siglos, nos ha dejado un
registro con su voluntad perfecta, y toda la revelación que hay en Cristo.
Ahora podemos ver sin el velo,
siendo capacitados por el Espíritu para interpretar correctamente las Sagradas
Escrituras. En ellas podemos ver cómo personas que pisaron esta tierra y
anduvieron en ella como nosotros, se vieron expuestos a la ira de Dios por
codiciar, tentarlo, fornicar, murmurar e idolatrar. Ellos alguna vez
respiraron, comieron, bebieron, hablaron trivialidades, rieron y lloraron, como
nosotros. No son sólo nombres o números en la Biblia , sino que ellos fueron almas vivientes,
que llevaron la retribución por su pecado.
Pablo está advirtiendo a los
corintios, para que no se envanezcan. Les dice que él mismo golpea su cuerpo y
lo somete a servidumbre, para no terminar eliminado (1 Corintios 9:27). Luego
afirma: «Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos
estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron
bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento
espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la
roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo» (1 Corintios 10:1-4).
¿Qué quiere decir con esto? Pablo
los quiere hacer meditar, pensar. Les está diciendo: 'fíjense, eran iguales a ustedes'.
Estuvieron bajo la nube y pasaron el mar, es decir, salieron de alguna forma
del mundo queriendo seguir a Dios. Además, fueron bautizados, y comieron de la
misma comida y bebieron de la misma bebida, simbolizando todo esto al cuerpo y
la sangre de Cristo. Esto nos recuerda un poco lo que dice Hebreos,
refiriéndose a aquellos «que una vez fueron iluminados y gustaron del don
celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron
de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron...»
(Hebreos 6:4-6).
En esos dos últimos pasajes está
apuntando a quienes se han congregado junto con los hermanos, siendo así
partícipes del Espíritu y alimentados con la Palabra , 'gustando' del don Celestial, pareciendo
servir a Dios como todo el resto de los hermanos. Pero, ¿A qué nos quiere
llevar Pablo? Nos está diciendo que podemos caer igual que ellos lo hicieron,
porque participamos de las mismas cosas de las que ellos participaron, y aun
así cayeron. Podemos deslizarnos por barrancos resbalosos, si no atendemos a
las señales del camino.
Pero ¿Cuáles son esas señales del
camino? Aquello que ya se escribió, que ahora sirve como ejemplo, y están
escritas para amonestación de los creyentes de los últimos siglos. Estas
señales del camino nos indican que hay muerte y destrucción en la idolatría,
fornicación, murmuración y en tentar al Señor. Dios las sigue aborreciendo y abominando
tanto como antes lo hizo, aunque ahora no veamos a personas arder por este
hecho.
Es preciso estar atentos a estas
señales, escudriñando las Escrituras para descubrirlas. La Palabra nos dice: «¿Qué es
lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se
hará; y nada hay nuevo debajo del sol» (Eclesiastés 1:9). Muchos fueron puestos
por escarmiento por Dios, para advertir a sus hijos sobre los peligros del
pecado. La gran mayoría de quienes fueron destruidos, eran contados dentro del
pueblo de Dios, y disfrutaron de las mismas bendiciones de todo el resto del
pueblo. Por ello afirma después: «Así que, el que piensa estar firme, mire que
no caiga» (1 Corintios 10:12).
En otras Palabras, Pablo nos está
diciendo: '¿viste lo que les ocurrió? ¿Qué te hace pensar que no te podría
ocurrir a ti? Ten cuidado para que no termines como ellos'. Pero no los deja en
la desesperación, ya que luego agrega: «No os ha sobrevenido ninguna tentación
que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo
que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la
salida, para que podáis soportar» (v. 13).
Es decir, los está animando, ya
que Dios nos da todas las herramientas para resistir la tentación, y no
terminar como aquellos que fueron puesto por escarnio para nuestra enseñanza y
amonestación, pese a haberse contado dentro del pueblo de Dios alguna vez.
El Señor nos ayude a no
menospreciar sus preceptos, sino a ser reverentes y temer, para apartarnos del
mal.
“Gracia y Paz”
Aprendiendo la Sana Doctrina