Salmo 106:28-31
“Se unieron asimismo a Baal-peor,
y comieron los sacrificios de los muertos. Provocaron la ira de Dios con sus
obras, y se desarrolló la mortandad entre ellos. Entonces se levantó Finees e
hizo juicio, y se detuvo la plaga; y le fue contado por justicia”
¿Se justifica matar en nombre de
Dios? ¿Puede alguien ser “justificado” por quitar la vida a otras personas?
La respuesta no es sencilla, pero
está a nuestro alcance mediante un estudio honesto y desprejuiciado de las
Escrituras.
Para aquellos a quienes todavía les
cuesta entender al Dios “sanguinario” del Antiguo Testamento, pues les parece
cruel que ordenara tales matanzas, quiero referirles la siguiente historia de la Biblia :
“Moraba Israel en Sitim; y el
pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, las cuales invitaban al pueblo
a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses.
Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra
Israel. Y Jehová dijo a Moisés: Toma a todos los príncipes del pueblo, y ahórcalos
ante Jehová delante del sol, y el ardor de la ira de Jehová se apartará de
Israel. Entonces Moisés dijo a los jueces de Israel: Matad cada uno a aquellos
de los vuestros que se han juntado con Baal-peor” (Números 25:1-5).
Como el falso profeta Balaam no
pudo maldecir al pueblo de Israel, intentó hacerlo cruzar la línea por otros
medios. Las mujeres madianitas y los moabitas fueron y los invitaron a
participar de una fiesta; pronto el convite degeneró en orgía y en adoración
idolátrica. Comieron “los sacrificios de los muertos”, bebieron hasta
embriagarse, cometieron inmoralidades sexuales -que acompañaban tales cultos-,
y adoraron a dioses paganos.
Esto trajo el desagrado del Señor
y ordenó que los responsables fueran ejecutados, y que los que habían
participado fueran muertos por sus propios hermanos como una señal de lealtad a
Dios. Este juicio sumario era necesario por causa del desenfreno en que habían
caído los hijos de Israel.
No conforme con su propia
apostasía, uno de ellos avanzó en su rebelión, llevándola dentro mismo del
campamento hebreo. Es que está en la naturaleza misma del pecado extender su
infección a cuanto toca.
“Y he aquí un varón de los hijos
de Israel vino y trajo una madianita a sus hermanos, a ojos de Moisés y de toda
la congregación de los hijos de Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del
tabernáculo de reunión. Y lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote
Aarón, y se levantó de en medio de la congregación, y tomó una lanza en su
mano; y fue tras el varón de Israel a la tienda, y los alanceó a ambos, al
varón de Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la mortandad de los hijos
de Israel. Y murieron de aquella mortandad veinticuatro mil” (Números 25:6-9).
Como Jesús al limpiar el templo
de Jerusalén, y actuando con santo celo por la causa divina, Finees tomó una
lanza e hizo justicia. Su acción fue aprobada por Dios y se detuvo la matanza.
“Entonces Jehová habló a Moisés,
diciendo: Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha hecho apartar mi
furor de los hijos de Israel, llevado de celo entre ellos; por lo cual yo no he
consumido en mi celo a los hijos de Israel. Por tanto diles: He aquí yo
establezco mi pacto de paz con él; y tendrá él, y su descendencia después de
él, el pacto del sacerdocio perpetuo, por cuanto tuvo celo por su Dios e hizo
expiación por los hijos de Israel” (Números 25:10-13).
De este texto podemos sacar lo
que se nos ocurra, o podemos entenderlo tal como está escrito. Podemos escandalizarnos
o podemos aprender. Podemos renegar de Dios o afirmar nuestra fe.
No obstante, este relato no está
allí para justificar el crimen, ni la guerra religiosa, ni la Inquisición o
cualquier tipo de violencia que pueda ejercerse invocando el nombre de Dios. El
cielo no aprueba ninguna clase de maltrato del hombre por el hombre; el
mandamiento de “no matarás” es suficientemente claro en cuanto al valor de la
vida.
Lo que sí podemos extraer de este
pasaje es que: El pecado produce muerte (Romanos 6:23).
La rebelión contra Dios tiene un
límite más allá del cual no se le permitirá desarrollarse (Deuteronomio 7:9-10).
El Señor tiene la soberanía para
ejercer juicio contra el pecador usando el medio que crea conveniente, ya se
trate de la naturaleza o de los hombres (Ezequiel 14:21).
Si sentimos celo por su causa no
permitiremos el avance del mal sin intervenir (Malaquías 3:16).
Dios bendice y aprueba la obra de
los que son celosos por su causa (Salmos 106:31).
No es que Finees resultó justificado
por haber matado. El texto bíblico inicial simplemente dice: “Le fue contado
por justicia” o sea que su intervención fue aprobada por Dios. El que conoce
las intenciones del corazón pudo ver en este joven pureza de motivos, y lo
bendijo por ello.
Por otra parte, al actuar así,
Finees evitó que siguiera la mortandad, salvando la vida de quienes podrían
haber sido arrastrados por el ejemplo de los malvados.
Malentienden a Dios los que
objetan la inspiración de estos relatos, pero al mismo tiempo se quejan de que
no hace nada para detener el avance del mal.
Dios está activo en la historia,
manejando los tiempos, las acciones de las naciones y de los individuos. Ha
trazado una línea sobre la cual no permitirá que el pecado avance y no dejará
sin castigo a quien la cruce.
La humanidad se encuentra hoy en
su conjunto al borde de esa línea divisoria. Cuando la haya cruzado renegando
de Dios, de su ley y de su gracia, el ángel de la misericordia levantará vuelo
para nunca más volver. Entonces se ejecutará la sentencia: “El que es injusto,
sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es
justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía”
(Apocalipsis 22:11). La gracia habrá cumplido su cometido, y los juicios
divinos caerán sobre todos los que se amaron más a sí mismos que a su Creador.
Su destrucción, sin embargo,
representará la liberación del pueblo de Dios. ¿De qué lado estarás en aquel
gran día?
“Gracia y Paz”
Impacto Evangelístico