jueves, 26 de septiembre de 2013

¿EN TU MATRIMONIO… TU ACEPTAS TUS CULPAS?



¿Qué es y cómo aplicar La Doctrina del Pecado al Matrimonio?

Mientras no tomemos en serio la doctrina bíblica del pecado aplicada a nuestros matrimonios, siempre estaremos ocupados en los conflictos, pero no llegaremos a la raíz del problema. Esto sugiere que muchos cristianos no están atendiendo la raíz del problema. Al interpretar sus problemas de una manera no bíblica, no están recibiendo ayuda verdadera que los lleve al cambio.

Debemos comenzar a entender la naturaleza y el efecto del pecado, si queremos comprender cómo afecta en nuestro matrimonio. El pecado logra su objetivo en nosotros cuando nos convence de que somos víctimas. ¿Qué significa esto?

Cuatro indicadores de que tenemos una doctrina funcional del pecado:
          

1.- Estamos más conscientes de ser pecadores que de ser víctimas del pecado de otros. ¿Cuál es el mayor estorbo en tu matrimonio? Cuando pensamos en esta pregunta inmediatamente pensamos en las acciones, palabras o actitudes de nuestro cónyuge. Pero ahora reconsideremos la respuesta de Pablo en 1 Timoteo 1:15 “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”.  Mientras más crecía Pablo en su relación con Dios más crecía su consciencia de su pecado y de su necesidad de la Gracia de Dios. Nada puede ser más vital e importante para nuestro matrimonio que nos veamos como los “primeros” entre los pecadores.

Cuando pecamos en nuestros matrimonios, Dios es la más grande víctima y subsecuentemente ese pecado es lo más destructivo en nuestra relación matrimonial. Lo que destruye un matrimonio no es el alejamiento del cónyuge, sino el alejarse de Dios primero. Nuestro pecado atenta primero en contra de Dios y luego contra nuestro cónyuge.

Cada pecado que cometemos es primero en contra del ser más grande del universo. Por eso todos los problemas maritales se tratan de personas que han perdido la consciencia de la grandeza de Dios y de su pecado con referencia a Él.

Estaremos yendo en la dirección del cambio cuando estemos más conscientes de ser pecadores, que de ser víctimas del pecado de otros.


2.- Sospechamos más de nuestros propios motivos que de nuestro cónyuge. Aunque hemos sido liberados del dominio del pecado, todavía tenemos que colaborar con el Espíritu Santo para mortificar los actos de la carne. Esta guerra espiritual tiene un efecto especial en nosotros. Está diseñada para hacer más profunda nuestra necesidad de Dios al hacernos conscientes de la profundidad de nuestro pecado. Cuando una persona entiende cuán pecadora es, llega a ser una persona que celebre y goce la gracia de Dios.

El proyecto principal para nuestro matrimonio no es reformar a nuestro cónyuge, sino mortificar nuestro propio pecado. No se trata de estar sospechando, evaluando y analizando en demasía los motivos de nuestro cónyuge, sino de mortificar y sacrificar nuestro propio pecado.

Al preguntarnos ¿Qué es lo que está mal en mi matrimonio? debemos responder: “Yo soy”.  El punto clave es que el matrimonio se trata de dos pecadores viviendo juntos para ser santificados dentro del contexto de la unión conyugal. Dios usa el matrimonio como un medio de gracia para llevarlos a la madurez.

Cuando entendemos la realidad del pecado interior y esa convicción está funcionando en nuestro matrimonio ocurrirá lo siguiente: En el caso de un conflicto, primero examinamos nuestro propio corazón y luego nos dirigimos a nuestro cónyuge sospechando de nuestros motivos, no estando convencidos de que tenemos razón, sino considerando seriamente la posibilidad de estar equivocados. Cuando estás consciente del pecado residente cambia el tono con el que te acercas a tu cónyuge. ¿Puedes imaginar el impacto positivo en un matrimonio en el que los cónyuges sean intencionales en examinarse y sospechar cada uno de sí mismo en primer lugar?


3.- Afirmamos que las circunstancias no causan el pecado sino sólo lo hacen evidente.

Mateo 15:10-11 y 19
“Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”.

Puesto que Dios es grande en misericordia para con nosotros, permite circunstancias en nuestras vidas que expongan lo que hay en nuestros corazones. Dios diseñó el matrimonio para que tengamos ocasión de ver en realidad lo que hay en nuestros corazones.

Las tentaciones, pruebas, tribulaciones y cosas semejantes no inyectan pecado a nuestro corazón.  Sino revelan el pecado que hay en nuestro corazón.


4.- Saber arrepentirnos y confesar nuestros pecados a Dios y a nuestro cónyuge. Un matrimonio que practica el arrepentimiento será un matrimonio que experimente profundidad e intimidad. Por el contrario, en el matrimonio donde no se practica regularmente el arrepentimiento, habrá todo tipo de conflictos.

Creo que todos los que creemos en la doctrina bíblica del pecado deberíamos preguntarnos ¿Cuán a menudo confieso mis pecados a mi cónyuge?

Muchos matrimonios cristianos dicen que confiesan sus pecados pero sin admitir nada en realidad. Como si fueran políticos dando explicación de sus acciones dicen cosas como: “Siento mucho que mis acciones se hayan malinterpretado”; “Si en algo te ofendí, te pido disculpas”, etc. Pero debemos ser diligentes en que nuestras confesiones no terminen echando la culpa sobre nuestro cónyuge, sino que reconozcamos nuestras acciones pecaminosas tal y como Dios las ve y describe.  No es lo mismo decir: “Tuve un desliz” a decir “Adulteré o fui infiel”.

Una de las mejores maneras de cultivar la intimidad en nuestro matrimonio es confesando humildemente nuestros pecados el uno al otro. Donde hay confesión de pecados encontraremos una gran humildad, y la humildad creara intimidad entre los cónyuges. La intimidad forja una unión que dura toda la vida.

Después de toda esta reflexión, ¿Qué te ha mostrado Dios de tu matrimonio? ¿Qué se ha revelado de tu relación con tu cónyuge? ¿Cómo estás aplicando la doctrina bíblica del pecado en tu matrimonio?


“Gracia y Paz”
Edificando Matrimonios
conforme al propósito de Dios

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Dave Harvey 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA PUERTA DEL PALACIO



Juan 10:9
“(Jesús dijo:) Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo”.

2 Pedro 3:9
“El Señor… es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”.

Una niña de cinco años hacía su oración, muy reverente, antes de acostarse: «Señor Jesús, yo te amo; por favor, no cierres muy rápido la puerta de tu palacio para que mi abuelito también pueda entrar». La inocente oración de esta niña nos recuerda una gran verdad: Hoy la puerta del cielo está abierta, pero no lo estará para siempre. Se abrió ampliamente cuando Jesucristo pagó en la cruz el castigo que merecían todas nuestras faltas (Mateo 20:28). La paciencia de Dios hace que aún hoy esa puerta esté abierta, porque él “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4). Pero un día esta paciencia llegará a su fin.

Esta niña en su inocencia lo comprendía y se preocupaba por su abuelo, quien todavía no había entendido cuánta necesidad tenia del Salvador. El abuelo quizás no sentía que estuviera perdido debido a sus pecados, porque la palabra «pecado» muchas veces resuena mal en nuestras conciencias, que son tan lentas para examinarse.

Quizás este abuelito sentía ser un «hombre honesto», y rebajarse para reconocer su indignidad ante un Dios santo era humillante. Es muy difícil creer que nuestros pecados siempre nos mantendrán separados de Él, y que nuestros esfuerzos y méritos jamás tendrán ningún poder para acercarnos a Dios.
Quizás usted amigo lector sea hoy el objeto de la oración constante de uno de sus familiares, pero ante todo sepa usted que es el objeto del amor y de la paciencia de Jesucristo; ¡Sus manos también fueron clavadas por usted!


“Gracia y Paz”

La Buena Semilla

EL ESPOSO: LÍDER ESPIRITUAL DE SU CASA



Todo ser humano tiene una necesidad espiritual que llenar y Dios le asignó la tarea al esposo para que enseñe y oriente a su familia en el conocimiento de Dios y Su Palabra, la Biblia. Si no ejerce este papel con responsabilidad o lo ignora, será el causante de que su esposa e hijos busquen peligrosamente por otros medios llenar esta necesidad.

Efesios 6:4
“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor”

Proverbios 22:6
“Instruye al niño en su camino, y aún cuando fuere viejo no se apartará de él” 

Para poder liderar eficazmente, el esposo, no sólo debe tener el deseo de hacerlo, sino prepararse muy bien. Jesucristo hace serias advertencias a los maestros porque pueden enseñar errores.


Revisa tu visión

Lucas 6:39
“Y les decía una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?”

Para proveer un buen alimento espiritual un hombre debe conocer la Escritura y tener muy claras sus doctrinas, pues la Biblia es la única guía que no tiene errores ni fallas en toda su enseñanza. Si no lo hace corre el peligro de caer en relativismo, religiosidad o en una falsa espiritualidad, dejándose influenciar por sus propias opiniones o las de otros acerca de las cosas eternas.

Debe crecer en intimidad con Dios para dejar de ser un ciego espiritual y así evitar que todos juntos “caigan  en el hoyo”.


Revisa tu estilo de vida

Lucas 6:41-42
¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo,  no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo?  Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo,  y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano”

Para poder guiar, primero debes modelar. Ser el líder espiritual de tu hogar y esto no es sentirse superior o más santo, sino ser el primero en obedecer a Dios. Jesucristo les dice a los maestros de la ley que revisen su propia vida para poder “sacar la paja” que está en el otro.

Recuerda que el ejemplo enseña mejor que las palabras, por eso examina tus acciones que deben estar de acuerdo con tus enseñanzas y tus enseñanzas con los principios Bíblicos.


Revisa tus frutos

Lucas 6:43-45
“No es buen árbol el que da malos frutos,  ni árbol malo el que da buen fruto. Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”

La única forma de saber si eres o no un buen guía espiritual, es revisando el impacto que tu tienes en las personas que están a tu alrededor. ¿Tus hijos quieren ser como tu? ¿Tu esposa confía en tu sabiduría o te considera un necio? ¿Sabes reconocer cuando te equivocas y pides perdón? ¿Eres un abanderado de los valores morales y éticos? ¿Sabes dar un consejo de acuerdo con la Palabra de Dios? ¿Cumples con las responsabilidades de un verdadero hijo de Dios? ¿Corriges en amor y disciplina? Recuerda: Tu conducta refleja lo que hay en tu corazón.

No olvides que tu familia necesita ser guiada en el temor del Señor y no dominada; Por eso dedica un tiempo especial cada día para acercarte ante Dios y Su Trono de Gracia, orar, reconocer tu debilidad y pedir ayuda para ser un buen guía espiritual.


Reflexión:

Lee y aplica las lecturas bíblicas a tu vida para que ellas te transformen. Toma la iniciativa y reúne a tu esposa e hijos para tener un tiempo en familia y juntos orar, adorar, leer y explicarles la Palabra de Dios. Habla con tu esposa y planeen juntos este tiempo familiar, pues es la mejor forma de enseñar, corregir y conocer las necesidades de cada miembro de la familia.

Si Dios te asignó este papel, es porque Su Gracia te respaldará para hacerlo con gozo. No tengas miedo y ve de la mano de Su Espíritu Santo. Amen.


“Gracia y Paz”

Vida Cristiana

NUEVE PASOS CONTRA EL ENOJO EN EL MATRIMONIO


La gracia de Dios es paciente y trabaja tanto de manera instantánea como a lo largo del tiempo. Un error que con mucha frecuencia cometemos es pensar demasiado idealistas, como si gastáramos nuestra primera disculpa, es decir, como si creyéramos que cuando ofendemos y lastimamos a nuestro conyugue es suficiente con pedirle solo una disculpa y nos negamos la oportunidad para pedir una segunda.

La manera de encontrar bíblicamente un salvavidas matrimonial es que meditemos en nuestras actitudes egoístas y veamos lo que Dios nos enseña en Colosenses 3:13: "Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros". Existe tanto "soportándoos" como "perdonándoos". ¿Cómo se mezclan en el matrimonio?

Aquí te presento 9 Pasos hacia la reconciliación con tu conyugue. A veces esto es necesario cuando eres demasiado pecador(a) como para disculparte sinceramente la primera vez. Esto es una experiencia real más a menudo de lo que nos gustaría admitir, y, en otro sentido, no lo suficientemente frecuente.

Esposas y esposos, mediten en estos pasos con ustedes mismos, en ambos roles:

Paso 1. Tu conyugue te señala algo que dijiste o hiciste que está mal o que no le agrada.

Paso 2. Tú te enojas. (Por las razones que te parecen buenas en ese momento).

Paso 3. Tienes la gracia de saber en tu mente que este enojo no es correcto delante de Dios y que una sentida disculpa, tanto por lo que tu conyugue señaló como por el enojo, es lo apropiado.

Paso 4. Eres capaz de pedir una disculpa pero no de sentirte apenado(a), porque el enojo ha endurecido tu corazón hacia tu conyugue. No te sientes sensible, no te sientes quebrantado(a), no te sientes apenado(a). Pero sabes que deberías, entonces dices, "Perdóname". Esto es mejor que el silencio. Es una gracia parcial.

Paso 5. Tu conyugue siente que estás molesto(a) y no está, comprensiblemente, satisfecho con palabras que no llevan una sentida contrición.

Paso 6. El tiempo pasa. ¿Veinticuatro horas? ¿Dos días? El Espíritu Santo, siempre paciente, e implacablemente santo, no te soltará. Él trabaja en contra del enojo. (Santiago 1:19-20). Él despierta verdades del evangelio (Efesios 4:32). Él ablanda el corazón (Ezequiel 36:26). Esto puede ocurrir a través de la lectura de la Biblia, la palabra de un amigo, la lectura de un libro o atendiendo un servicio de adoración. Mientras tanto, tu conyugue está esperando, preguntándose, orando.

Paso 7. El enojo se aquieta. La dulzura crece. La ternura se despierta. La angustia por el pecado aumenta.

Paso 8. Tú llevas a tu conyugue aparte y le dices que la primer disculpa fue la mejor que pudiste darle en ese momento a causa de tu pecado. Admites que fue insuficiente. Le dices con ternura como te sientes, y que te disculpas con el corazón, y le pides perdón.

Paso 9. En misericordia, tu conyugue te perdona y todo está mejor.

Lo que espero que hagas con esto es que, ustedes matrimonios, lo hablen entre si para ver si concuerdan con sus experiencias. Uno de los valores de construir este posible patrón dentro de sus expectativas es que pueden ser más tolerantes el uno con el otro (llamado misericordia), para que el paso 6 no parezca imposible para ninguno de los dos.


“Gracia y Paz”
Edificando Matrimonios
conforme al propósito de Dios


John Piper

viernes, 20 de septiembre de 2013

ORACIÓN



Jeremías 29:11
“Porque yo sé los planes que tengo para vosotros, declara el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza”.

ORACIÓN:
Bendito Padre celestial. Te doy gracias por los planes que tú tienes para mí. Dame un oído fino y un corazón receptivo para escuchar y obedecer tus instrucciones, y que esos planes se hagan realidad en mi vida, pero no solo que sean para bendecirme, sino para servirte mejor y más cada día de mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.


¿SABES QUE DIOS TIENE UN PLAN PARA TU VIDA?



Jeremías 29:11
“Porque yo sé los planes que tengo para vosotros, declara el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza”.

Dios tiene un plan general para toda la humanidad. Él desea que todas las personas sean salvas, dice 1 Timoteo 2:4. Con ese fin envió a su Hijo Jesucristo. Así dice Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

El pasaje de hoy es parte de una carta del profeta Jeremías a los cautivos que fueron transportados a Babilonia. Es sin duda un mensaje de esperanza para aquellos que están pasando por circunstancias difíciles. Los planes de Dios para sus hijos son siempre planes de bienestar y seguridad, pero no se desarrollan de la misma manera para todos. Todos cometemos errores, por lo tanto la voluntad de Dios para una persona determinada se lleva a cabo conforme a las decisiones que ha tomado esa persona y las circunstancias que la rodean en un momento determinado. Si nos apartamos de la voluntad del Señor, él trabaja dentro de nuestras vidas, moviéndonos a marchar por el camino que él tiene preparado, pero en última instancia nuestras decisiones afectarán la manera en que se desarrollen nuestras vidas.

Pero no sólo tiene Dios un plan para ti, sino que está muy interesado en que tú sepas cuál es ese plan. En su carta a los efesios, el apóstol Pablo les dice: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor” (Efesios 5:15-17). Es tu responsabilidad entender cual es la voluntad de Dios, cual es su plan en tu vida. Para ello, debes andar como sabio, no como necio o insensato, haciendo buen uso del tiempo. Debes buscar la sabiduría que viene de Dios por medio de una vida de comunión con él, leyendo su palabra y pasando tiempo en oración diariamente. Si has estado orando por mucho tiempo y no has tenido respuesta, debes reflexionar y mirar a tu vida para descubrir la fuente del problema. Quizás sea una de estas causas:

Primero: Tu propia voluntad puede estar estorbando la voluntad de Dios para tu vida. Si tú decides hacer lo que deseas que debe ocurrir, es posible que le estés diciendo a Dios con tus acciones que no te interesa su plan.

Segundo: La influencia negativa de otras personas puede estar afectando tu comunión con Dios. Así le sucedió a Job. Debemos ser precavidos de los que parecen bien intencionados pero realmente son “amigos” terriblemente equivocados que nos ofrecen orientación totalmente errónea.

Tercero: El pecado no confesado en tu vida puede estar endureciendo tu corazón hasta el punto de la sordera y la ceguera espiritual. ¿Hay algo que se interpone entre tú y Dios hoy, que necesita ser eliminado?

Cuarto: La simple duda puede filtrarse en la vida del creyente y hacer morir la fe hasta hacerla inefectiva. Cree de todo corazón que Dios quiere revelarte sus planes para tu vida.

Quinto: El afán es uno de los enemigos más fatales del crecimiento espiritual. ¿Estás demasiado ocupado para tener un momento a solas con el Señor? No oirás su voz si no apartas tiempo para escucharle tranquilamente.

Analiza bien estas cinco razones, y trabaja en aquellas que están afectando tu vida. No permitas que haya obstáculos en el desarrollo del plan de Dios para tu vida.

ORACIÓN:
Bendito Padre celestial. Te doy gracias por los planes que tú tienes para mí. Dame un oído fino y un corazón receptivo para escuchar y obedecer tus instrucciones, y que esos planes se hagan realidad en mi vida, pero no solo que sean para bendecirme, sino para servirte mejor y más cada día de mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.


“Gracia y Paz”

Dios te Habla

jueves, 19 de septiembre de 2013

EN MANOS DEL CARPINTERO



Hoy quiero compartir una anécdota que nos ayudará a entender la inter-relación que Dios quiere que tengamos como Iglesia. Hace algunos días escuche una predicación acerca de las dos esferas en que un creyente se ve involucrado. La esfera en el Reino de Dios a la que nos da acceso la salvación, y la esfera de la Iglesia la cual se nos da a través de la comunión. De las dos, la más difícil es la segunda; debería de ser la primera, pero no. Lo más difícil es lidiar con seres humanos. Todos somos seres pensantes, emocionales y sensibles. Por allí dicen que cada cabeza es un mundo… Y vaya si lo es. Cada cual tiene su propia personalidad, carácter y temperamento. Esto nos hace tener la individualidad propia de cada uno. Pero a pesar de todo eso, Dios dice a través de Su Palabra que no obstante de ser muchos miembros, somos un solo cuerpo. Gloria sea a su Gran Nombre.

Y sin un solo cuerpo, debemos entonces movernos de tal manera tan coordinadamente que haciendo cada uno su función, coadyuvemos a un bien que nos sea común. De allí la siguiente anécdota:

“Se cuenta que en el taller de carpintería una noche se llevó a cabo una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.  El martillo tomó la iniciativa y procedió a ejercer la presidencia. Empezó a golpear muy fuerte la madera para que todos le prestaran atención, pero la asamblea le notificó que tenia que renunciar. ¿La causa? ¡hacía mucho ruido! y además se pasaba todo el tiempo golpeando. Nadie quería un líder que les golpeara y atentara contra la integridad de todos y cada uno de ellos.

El martillo acepto su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo. El martillo ya se había dado cuenta del gran problema que el tornillo tenía. Él dijo el tornillo le daba muchas vueltas al asunto para hacer algo, ¡y en verdad tenía toda la razón! El tornillo acepto también, pero él a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que la lija era muy áspera en su trato con las demás herramientas y siempre tenia fricciones con todos. La lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado también el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás como si él fuera el único perfecto.

El metro para no tener que estar solo argumentó que si él era expulsado entonces que también expulsaran al cepillo, porque sólo servía para desgastar la madera.

En esta discusión acalorada estaban cuando entro el carpintero e inicio su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro, el tornillo y el cepillo. Cada herramienta fue empleada con las hábiles manos del carpintero y todas y cada una de ellas cumplió exactamente la función que le correspondía. En las manos del carpintero sucedió que trabajaron en armonía y finalmente la tosca madera inicial se convirtió en un lindo ajedrez.

Cuando la carpintería quedó completamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. El serrucho tomó la palabra y dijo: ¡Señores, ha quedado claro que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos”. Esto terminó con toda discusión y cada uno quedó contento con la conclusión final, aceptándose tal como eran y cumpliendo la función que cada cual podía desarrollar”.


De la misma manera sucede en la Iglesia del Señor. Hay “hermanos martillo”, golpean a los demás con sus palabras, con sus hechos, son toscos en su trato, resultan ser hasta groseros. Hay otros que son “hermanos tornillo”, en las asambleas hay que frenarlos en sus intervenciones pues están va de darle vueltas y vueltas a todo asunto y no aportan nada edificante. Pero todavía éstos podemos soportar. ¡Qué tal los “hermanos lija”! Ásperos siempre, andan de malas todo el tiempo, son de aquellos que se comenta que les dicen: ¡Buenos días!, y ellos responden: ¡Qué tienen de buenos! Son los que siempre ven negativamente todo, los de ver el vaso medio vacío. Luego, los “hermanos metro” los perfectos, los “santos”, los que ya no pecan, los fariseos modernos; quienes creen que todos los demás están mal y sólo ellos no. Y por último los “hermanos cepillo” los que con sus comentarios y su acción misma va encaminada a desgastar, a minar las fuerzas, a desanimar a otros.

Y así cada uno por sí solo no aporta nada bueno a la comunidad eclesial. En las manos del Maestro seremos otra cosa, podemos sufrir tal transformación y cambio que toda historia pasada termine y ahora seamos de bendición y de bien los unos a los otros. Dios puede hacer maravillas con nosotros. Nos puede dar un uso honroso a todos. Para Dios somos valiosos, Él ve en nosotros, lo que ni nosotros mismos sabemos que podemos ser y hacer. Aleluya.

Que este sea el punto final: “¡Hermanos, ha quedado claro que tenemos defectos, pero el Maestro-carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos”. Amén y Amén.

“Gracia y Paz”

Palabras de Miel

ORACION



ORACIÓN:

Padre amado, te pido que me ayudes a ser sensible a la dirección de tu Espíritu de manera que mi manera de actuar honre y glorifique tu nombre, y tus promesas se cumplan siempre en mi vida. Por Cristo Jesús te lo pido, Amén.

¿SON PARA TI LAS PROMESAS DE DIOS?



2 Pedro 1:3-4
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”.

Este pasaje nos habla de “preciosas y grandísimas promesas” que nos ha dado Dios para que por ellas lleguemos a ser “participantes de la naturaleza divina”. Dice que estas promesas han llegado a nosotros “mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia”, es decir nuestro Señor Jesucristo, de quien proviene el poder para huir “de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. Este es el propósito de Dios en nuestras vidas, que seamos “hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29), que la vida de Cristo se manifieste en nosotros y su carácter se refleje en nuestro comportamiento. Mientras este proceso se lleva a cabo en la vida del creyente, estas promesas están a su disposición.

Por ejemplo, en su carta a los filipenses, el apóstol Pablo les dice: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7). ¡Preciosa promesa de Dios! Y en el versículo anterior les habla de la condición para que esta promesa se cumpla: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”. Es decir, tenemos que confiar, no debemos desesperarnos aun en medio de una prueba, sino venir delante de Dios en oración y esperar en él. Entonces sentiremos su paz inefable.

En Romanos 8:28 otra promesa nos dice que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.” ¿A quienes todas las cosas, incluyendo las pruebas más difíciles, les resultan para su bien? “A los que aman a Dios”, es decir a los que tratan de agradarle por medio de su obediencia (Juan 14:21). Esta promesa no se aplica a aquellos que no tienen en cuenta para nada la voluntad de Dios y dan rienda suelta a sus deseos. En Mateo 21:22 encontramos otra promesa. Aquí Jesús dice: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. El Señor promete que todo lo que pidiéremos en oración lo recibiremos. Pero hay una condición: es necesario creer. Dice Hebreos 6:12 que debemos ser “imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”.

En resumen, todas las promesas que encontramos en la Biblia son para aquellos que, habiendo aceptado a Jesucristo como salvador, obedecen la palabra de Dios y muestran su fe esperando con paciencia que se cumpla la voluntad de Dios. ¿Eres tú uno de ellos?

¿Y hay alguna promesa para los inconversos? Sí. Para ellos Juan 3:16 encierra la promesa más grande e importante de la Biblia: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. La promesa de la vida eterna. Pero hay una condición: Es necesario creer que Jesucristo es el Señor, que dio su vida en la cruz del Calvario por pagar nuestros pecados y que Dios le levantó de los muertos. Todo aquel que lo cree de todo corazón y lo confiesa con su boca es justificado y tiene la salvación de su alma, dice Romanos 10:9-10. Una vez dado este paso, todas las promesas de Dios se aplicarán a su vida.

Las promesas de Dios siempre tienen un propósito definido. Esto significa que lo que él nos da siempre tendrá trascendencia en nuestras vidas. Nuestra parte es cumplir con sus requisitos. Entonces podremos confiar en que recibiremos los beneficios de sus promesas. Dice Hebreos 10:23: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”. Ciertamente Dios es fiel y siempre cumple su palabra. Por eso Hebreos 10:35-36 nos exhorta de la siguiente manera: “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa”.

ORACIÓN:
Padre amado, te pido que me ayudes a ser sensible a la dirección de tu Espíritu de manera que mi manera de actuar honre y glorifique tu nombre, y tus promesas se cumplan siempre en mi vida. Por Cristo Jesús te lo pido, Amén.


“Gracia y Paz”

Dios te Habla

miércoles, 18 de septiembre de 2013

¡¡¡MUCHO CUIDADO CON EL PECADO!!!



Romanos 5:12
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”.

¿Sabes cuál es el asunto teológico más difícil de explicar a los universitarios y a los adultos jóvenes? Quizás pienses que es el concepto de la Trinidad o el controversial tema de la seguridad de la salvación eterna. Pero por más difícil que sea comprender estos dos asuntos importantes, ninguno de ellos es la verdad más desafiante que debemos hacer comprender claramente a esta generación. El tema más difícil de comunicar correctamente es el problema del pecado. El mundo moderno ha tejido una red de relativismo en la que incluso muchos creyentes han sido atrapados. Poco a poco los cristianos hemos ido aceptando ciertos principios mundanos que nos han parecido inofensivos, pero que con el tiempo han resultado ser mucho más peligrosos de lo que parecían.

La situación actual del mundo con relación a su concepto del pecado puede compararse a un experimento que se hizo hace un tiempo. Pusieron un sapo dentro de un recipiente con agua. Comenzaron a calentar el agua a razón de una centésima de grado cada segundo. El tiempo fue pasando, el agua se fue calentando y el sapo no daba señal alguna de incomodidad. Al cabo de unas horas, sin embargo, el animal estaba muerto dentro del agua la cual había alcanzado el nivel de ebullición. El experimento demostró que la piel del sapo se fue adaptando a los cambios progresivos de temperatura y por lo tanto no cumplió su función de enviar al cerebro la señal del inminente peligro que implicaba el constante incremento de la temperatura del agua.

El diablo ha estado “calentando el agua” poco a poco y la humanidad (incluyendo a muchos creyentes) no se ha dado cuenta del peligro. Sólo tenemos que fijarnos en las cosas que se están viendo actualmente en la televisión. La inmensa mayoría de ellas eran totalmente inaceptables hace solamente unos años. Sin embargo poco a poco, de alguna manera se han ido aceptando como algo correcto. Y lo peor del caso es que “el agua se sigue calentando” y el peligro de muerte es cada vez mayor.

La mayor estratagema del diablo es precisamente cegar el entendimiento de las personas para que no vean la realidad del pecado. En 2 Corintios 4:3,4 dice: “Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. Por eso es necesario mirar cada una de nuestras acciones y las acciones del mundo que nos rodea bajo la luz del evangelio de Cristo y su verdad absoluta, y no sobre la base de “la verdad relativa” que predomina en el mundo. El problema es que si la conducta correcta es siempre relativa a una situación particular, cualquier acción puede justificarse como aceptable para “ese momento y lugar”. Pero si tú crees que la Palabra de Dios es la verdad, debes aceptarla y obedecerla sin importar cuales son las circunstancias. De lo contrario, estás pecando.

Pecar es desobedecer la voluntad de Dios. Esto fue exactamente lo que sucedió en el huerto del Edén. Dios había prohibido que comieran del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, y les había dicho que si lo hacían morirían. Cuando Eva y Adán desobedecieron comiendo ese fruto, fueron echados del paraíso, es decir hubo separación de Dios y el hombre. Esa es la consecuencia del pecado: muerte espiritual. Así dice la Biblia en Romanos 6:23: “La paga del pecado es muerte”.

Lee la Biblia diariamente, separa un tiempo diario para orar y meditar en la Palabra de Dios y aplica esta palabra a tu vida. Pronto comenzarás a conocer profundamente la verdad absoluta que es la única que puede librarte de la esclavitud del pecado. Así dijo Jesús a un grupo de judíos que habían creído en él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31, 32). Entonces tendrás discernimiento para “ver” las “asechanzas del diablo” (Efesios 6:11).

ORACIÓN:
Amante Padre celestial, te doy gracias por tu palabra que es la única verdad en este mundo. Dame discernimiento espiritual para poder entenderla y dame la fuerza para rechazar las mentiras de este mundo y vivir una vida que sea agradable a ti. En el nombre de Jesús, Amén


“Gracia y Paz”

Dios te Habla

martes, 17 de septiembre de 2013

EL VASO DE AGUA



“Un conferencista hablaba sobre el manejo de la tensión.

¿cuánto pesa un vaso con agua?

Levantó un vaso con agua y preguntó al auditorio:

¿Cuánto creen ustedes que pesa este vaso con agua?

Las respuestas variaron entre 20 y 500 gramos.

Entonces el conferencista comentó:

En realidad no importa el peso absoluto, aquí depende de cuánto tiempo voy a sostenerlo.

¿cuánto tiempo lo sostendré?

Si lo sostengo por un minuto, no pasa nada. Si lo sostengo durante una  hora, tendré un dolor en mi brazo.

Si lo sostengo durante un día completo, tendrán que llamar una ambulancia.

Pero es exactamente el mismo peso, pero entre más tiempo paso sosteniéndolo, más pesado se volverá.

Si cargamos nuestros pesares, rencores u odios todo el tiempo, luego, más temprano o más tarde ya no seremos capaces de continuar. La carga se irá volviendo cada vez mas pesada y entonces vendrá la desesperación e incluso la falta de deseos de vivir.

Por eso al final de cada día, es muy importante que bajemos el vaso de agua, de esa manera tendremos menos estrés y despertaremos bien.

Hermano, hermana… ¡¡Suelta tus cargas!!, ¡¡perdona y anímate a ser feliz!!,  ¡¡vive!!,  ¡¡sé feliz!! Y ante todo: “¡¡Sé libre de las ataduras del pasado!!”

La Palabra de Dios nos dice: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo PESO y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1).



“Gracia y Paz”

¿CÓMO VES TÚ EL PECADO?



1 Juan 1:8-10
“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”.

Es fácil encontrar en este mundo personas que no sienten responsabilidad alguna por sus pecados. La mayoría de ellos ni siquiera piensan que han cometido pecados. Viven su vida en la búsqueda constante de la satisfacción de sus deseos, y para ellos Dios no existe. El resto de las personas están más o menos concientes de que están haciendo “algo malo”, pero generalmente encuentran alguna excusa por medio de la cual justificar sus acciones. Unos atribuyen su comportamiento al medio ambiente, o a su carácter o temperamento, a un factor hereditario, o a su condición física, o a cualquier otra razón. Otros dicen que fueron engañados y llevados por un camino extraviado. Esta fue precisamente la actitud de Adán y Eva cuando Dios los confrontó después de haber cometido el primer pecado al desobedecer comiendo la fruta prohibida. Dice Génesis 3:12-13: “Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí”. Desde aquel momento, es característico de todo ser humano hacer todo lo posible por quitarse de encima toda responsabilidad por sus acciones pecaminosas.

El profeta Isaías afirmó lo siguiente: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas” (Isaías 53:6). Y Romanos 3:23 dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Todos, absolutamente todos los seres humanos hemos pecado de una manera u otra. Sin embargo hay algunos que hasta se sienten ofendidos si se les llama pecadores. Su error consiste en que consideran “pecado” solamente las acciones verdaderamente criminales, como asesinar a alguien, robar un banco, o algo por el estilo. Lo cierto es que la palabra griega que se utiliza en el pasaje de hoy para definir el pecado es “jamartia”, que significa literalmente “errar al blanco”. Es decir, no importa si hemos errado por un metro o por un centímetro, lo fundamental es que no dimos en el blanco. Pecar es, simplemente, apartarnos de las normas y preceptos establecidos por Dios. Pecamos cuando desobedecemos los principios divinos y aplicamos a nuestras acciones nuestros propios conceptos, cuando no somos las personas que debiéramos haber sido (buenos padres o madres; buenos esposos o esposas; buenos hijos, empleados, amigos, etc.). Todo esto es pecado, y nos incluye y compromete a todos sin excepción. Está muy claro en el pasaje de hoy que “si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos”. Y aun peor, “si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”.

Pero hay buenas noticias. Este pasaje también nos dice que, en su infinita misericordia, Dios está dispuesto a perdonarnos “si confesamos nuestros pecados”. Esta es, en resumen, la esencia de la vida cristiana: primero reconocer nuestro pecado y después arrepentirnos y acudir a Dios en busca de ese perdón que puede cancelar el pasado, y de esa limpieza que puede restaurar nuestro presente y asegurarnos la victoria en nuestro futuro. Cuando venimos a Dios con un corazón humilde y sinceramente arrepentido, él nos ve a través de la sangre preciosa de su Hijo derramada en la cruz, y, como dice el pasaje de hoy, nos limpia “de toda maldad”.

ORACIÓN:
Amante Padre celestial, te ruego me ayudes a reconocer mis pecados, y a venir ante tu trono de gracia confesándolos de todo corazón y buscando tu perdón. Te doy gracias por estar siempre dispuesto a perdonarme. En el nombre de Jesús, Amén.


“Gracia y Paz”
Dios te Habla


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lunes, 16 de septiembre de 2013

¿TIENES TÚ ESPÍRITU DE ORACIÓN?



Zacarías 12:9-10
“En aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén. Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito".

Este pasaje es parte de la profecía acerca de los tiempos finales, en los que Dios mostrará su poder contra los enemigos de Jerusalén a quienes destruirá, y al mismo tiempo derramará “espíritu de gracia y de oración” sobre su pueblo, los cuales llorarán ante la presencia de Aquel “a quien traspasaron”, es decir desobedecieron, y “harán lamentación por él”, dice Apocalipsis 12:7.

La Biblia nos dice en Hechos capítulo 2 que en el día de Pentecostés “de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba”, y “fueron todos llenos del Espíritu Santo”. Entonces el apóstol Pedro, dirigiéndose a todos los judíos presentes dijo lo dicho siglos antes por el profeta Joel: “En los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne”. Desde ese día el Espíritu Santo está a la disposición de todos los que hemos aceptado a Jesucristo como nuestro salvador.

Desde el principio de la Creación, a través de los siglos, en los tiempos actuales y hasta el fin del mundo, el anhelo de Dios ha sido y será siempre tener una comunión íntima con su pueblo. Esto sólo puede lograrse a través de la oración. Ser perseverantes en la oración resulta sumamente difícil para la mayoría de los cristianos. Una y otra vez intentamos ser constantes pero poco a poco la pasión y el fervor inicial se esfuman. Claro que esto no es nada nuevo. Los discípulos de Jesús experimentaron este problema. Por eso le dijeron: “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1). Habían visto en Jesús lo que ellos anhelaban para sus propias vidas. Reconocieron su necesidad y clamaron al que podía ayudarlos. Y el Señor respondió enseñándoles la oración modelo.

Claro que una cosa es saber como debemos orar y otra cosa es sentir el deseo ferviente de buscar el rostro del Señor en oración, y pasar tiempo de comunión con él cada día de nuestras vidas. Dios anhela presentarse en medio de nuestra debilidad para poner en nosotros un “espíritu de gracia y de oración”. Realmente lo necesitamos para fomentar nuestra intimidad con el Señor, compartirle nuestras cargas y recibir sus bendiciones. El primer paso para llegar a tener una vida de oración saludable y poderosa, es reconocer que somos incapaces de vivir una vida de victoria por nosotros mismos. Es necesario estar concientes de que al depender de Dios nos irá mucho mejor en todos los aspectos. Cuando nos humillemos ante el Señor reconociendo nuestra necesidad de su ayuda, y decidamos comenzar una vida de oración, su poderosa presencia se derramará sobre nosotros y seremos transformados por su Espíritu en verdaderos guerreros de oración.

Su palabra nos exhorta a “orar sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). En Efesios 6:18, el apóstol Pablo dice que debemos estar “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu...” Y Colosenses 4:2 nos dice: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias”. Muchos otros pasajes nos animan a orar. Debemos ser perseverantes en la oración. Quizás en ocasiones nos sintamos desanimados, o tal vez pensemos que llevamos mucho tiempo orando sobre lo mismo sin recibir respuesta, pero debemos continuar firmes confiando en que Dios está en control y que él nos contestará en su tiempo, en el momento perfecto y conforme a los planes que él tiene para nuestras vidas. Para ello él quiere derramar sobre nosotros ese “espíritu de gracia y oración”, para que volvamos a él nuestros ojos y los mantengamos fijos en él cualesquiera sean las circunstancias que nos rodeen.

Alguien dijo: "Vivir de rodillas nos mantiene de pie". ¡Cuánta verdad encierran estas palabras! Hazte el propósito de buscar el rostro del Señor en oración una o más veces cada día, anhelando su presencia y clamando a él por un espíritu de oración que te envuelva y controle tu vida.

ORACIÓN:
Gracias, Señor porque tu presencia viene a mi vida para cambiar mis hábitos de pereza y desgano espiritual. Derrama sobre mí un espíritu de oración y haz de mí en este día un guerrero de oración por tu divino poder, para honra y gloria de tu nombre. Por Cristo Jesús, Amén.


“Gracia y Paz”
Dios te Habla


domingo, 15 de septiembre de 2013

UNA EXPERIENCIA MUY CONMOVEDORA SOBRE EL PERDÓN



El 8 de junio de 1972, el reportero gráfico Nick Ut tomó una fotografía que conmovió e impacto al mundo.

Se trata de la fotografía tomada a Kim Phuc, una niña vietnamita de 9 años que  corría desnuda escapando de las bombas incendiarias que, por un mal cálculo, cayeron sobre su aldea en Trang Bang, durante la guerra de Vietnam.

Las bombas de napalm pueden alcanzar los 800 grados de temperatura, es decir, una temperatura aproximadamente ocho veces más elevada que el agua hirviendo.

Después del bombardeo Kim tuvo que enfrentar 14 largos meses de medicamentos y dolorosos tratamientos. Los estudios y los juegos al aire libre fueron sustituidos por largos días de terapias y 17 injertos de piel.

Años después, Kim decidió que quería cumplir su sueño de estudiar medicina y empezó a asistir a una iglesia cristiana. Sin embargo,  a sus 19 años (una década después del bombardeo), el gobierno de su país la reclutó para utilizarla como símbolo a favor de sus intereses políticos internos y externos (algo a lo que ella se oponía).

Después de mucho insistir y orar,  el gobierno de su país la autorizó para seguir con sus estudios y la enviaron a Cuba donde una familia adoptiva la recibió con los brazos abiertos. Ahí conoció a Bui Huy Toi, otro joven vietnamita con el que en 1992 contraería matrimonio y con quien, después de su luna de miel, iniciaría una nueva vida en Canadá.

En 1996, llegó un día crucial en la vida de Kim. La Fundación para la Memoria de los Veteranos de Vietnam la invitó a un acto conmemorativo de la guerra, en Washington. En la ceremonia conoció a John Plummer, uno de los que había participado en el bombardeo con napalm.

“Él me dijo, lo siento mucho, perdóname, entonces nos abrazamos y lloramos”, cuenta Kim.

Kim es un gran ejemplo de que es posible perdonar a quienes nos han lastimado. Ella fue una víctima totalmente inocente. Sufrió quemaduras terribles y perdió familiares durante ese bombardeo pero pudo perdonar a quienes la lastimaron y alcanzó una libertad plena.

El rencor y la falta de perdón son mucho más nocivos que el naplam porque sus quemaduras no se ven pero se sienten, son profundas y no hay medicamento ni ayuda humana que pueda aliviar el dolor que se siente. Su efecto es extenso y daña todas las áreas de nuestra vida.

Perdonar no es una opción, es un mandamiento que más allá del simple perdón. Dios nos manda  a dar un paso más allá, nos ordena amar a nuestros enemigos… ¡Eso sí puede ser muy difícil pero no es imposible!

“Pero yo digo: ¡ama a tus enemigos! ¡Ora por los que te persiguen! De esa manera, estarás actuando como verdadero hijo de tu Padre que está en el cielo. Pues él da la luz de su sol tanto a los malos como a los buenos y envía la lluvia sobre los justos y los injustos por igual” Mateo 5: 44, 45 (NTV)

“Gracias a Dios aprendí a amar a mis enemigos porque tengo la fe en Jesucristo. Todo aquél que sienta odio en su corazón, debe saber que es posible perdonar y amar al enemigo a través de la fe en Dios. Si yo lo hice, todo el mundo puede hacerlo”, asegura.
Perdonar es el primer paso para sanar las heridas del corazón y transformar nuestras vidas. No cambiará  el pasado pero, sin duda, nos permitirá tener un mejor futuro.


“Gracia y Paz”



Ana María Frege Issa


viernes, 13 de septiembre de 2013

¿HONRAS CON TU VIDA A CRISTO?



Proverbios 16:7
“Cuando los caminos del hombre son agradables á Jehová, Aun á sus enemigos pacificará con él”.

Cuando la senda y nuestros modales agradan a Dios, Dios nos concede paz y tranquilidad aun con nuestros enemigos. ¡Que horrible es estar en conflicto constante, y siempre en riñas, y pleitos! ¡Y que bendición vivir en tranquilidad y paz con nuestros semejantes.

Cuando obedecemos al Señor, honramos a su hijo Jesús, y llevamos una vida de rectitud y honestidad, Dios hace que aún nuestros enemigos estén en paz con nosotros.

“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:31).


“Gracia y Paz”

Un Versículo de la Biblia cada día

ORACIÓN



Gracias, Dios mío, porque en tu luz hay verdadera libertad espiritual. Gracias por sacarme de las tinieblas en que yo vivía. Te ruego que me capacites y me des el poder de tu Espíritu para ser un instrumento que tú uses para traer luz a la vida de aquellos que no te conocen y viven en tinieblas. En el nombre de Jesús, Amén.

¿ERES TÚ LUZ PARA OTROS?



Efesios 5:8
"Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz".

La fuerza de la luz es tan potente que su sola presencia, en un instante elimina toda oscuridad y tinieblas. La luz y la oscuridad no son compatibles, es decir no pueden existir las dos al mismo tiempo en un mismo lugar. En el mundo espiritual sucede lo mismo. La Biblia identifica el pecado con la oscuridad, y el reino de muerte y de maldad de Satanás con las tinieblas. En Efesios 6:12, el apóstol Pablo escribe: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Por otro lado, Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

Aquí vemos el contraste entre las tinieblas y la luz en el mundo espiritual. Cristo pagó un precio muy alto en la cruz del Calvario para que podamos tener “la luz de la vida”, o sea vivir libres en el reino de la luz. El que vive lejos del Señor vive en las tinieblas, practicando las costumbres de las tinieblas y siguiendo el rumbo destructor de las tinieblas. El que ha creído que Jesucristo es el Hijo de Dios, y que vino al mundo con el propósito de dar su vida para que nosotros pudiésemos salir de las tinieblas a la luz, ése puede disfrutar de la luz y las bendiciones del Señor. Jesús dijo: “Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas” (Juan 12:46). ¡Gloria a Dios!

Ahora bien, los que hemos conocido la luz de Dios, los que recibimos su protección y sus bendiciones tenemos responsabilidades. He aquí las palabras de Jesús para nosotros: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16).

Millones y millones de seres humanos en el mundo viven actualmente en las tinieblas, incluyendo muchos de tus vecinos, compañeros de trabajo y aún familiares tuyos. Muchos de ellos viven envueltos en falsas doctrinas, o pendientes del horóscopo, o de que les "tiren la suerte" con cartas, o consultan espiritistas o se gastan un dineral llamando a las "líneas psíquicas", todo esto con el fin de conocer las circunstancias presentes y futuras de sus vidas que ellos no pueden ver. Pero lo cierto es que seguirán sin ver nada, más bien aumentará su confusión y su oscuridad espiritual, pues todas estas cosas (aunque algunos creen que es juego) pertenecen al reino de las tinieblas. El resultado, generalmente, es desgracia y maldición para la familia.

La pregunta es: ¿y tú que vas a hacer? ¿De qué manera piensas afectar sus vidas positivamente? ¿Vas a continuar impasible? ¿O vas a actuar y andar como “hijo o hija de luz", como dice el pasaje de hoy?

La luz que está en ti, cuando es activada por el poder del Espíritu Santo, puede alumbrar esas almas y sacarlas de las tinieblas en que viven. Sólo tienes que tomar la decisión de ser instrumento de salvación para honra y gloria de nuestro Padre celestial. Si aun no lo has hecho, ¡decídete hoy! Dios está esperando.

ORACIÓN:
Gracias, Dios mío, porque en tu luz hay verdadera libertad espiritual. Gracias por sacarme de las tinieblas en que yo vivía. Te ruego que me capacites y me des el poder de tu Espíritu para ser un instrumento que tú uses para traer luz a la vida de aquellos que no te conocen y viven en tinieblas. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”

Dios te Habla

jueves, 12 de septiembre de 2013

¿PORQUÉ DEBEMOS LEER LA BIBLIA?



Salmo 119:9-18
“¿Cómo puede el joven guardar puro su camino? Guardando tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado; no dejes que me desvíe de tus mandamientos. En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti. Bendito tú, oh Señor; enséñame tus estatutos. He contado con mis labios de todas las ordenanzas de tu boca. Me he gozado en el camino de tus testimonios, más que en todas las riquezas. Meditaré en tus preceptos, y consideraré tus caminos. Me deleitaré en tus estatutos, y no olvidaré tu palabra. Favorece a tu siervo, para que viva y guarde tu palabra. Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley”.

En este pasaje, en cada uno de los versículos, el salmista hace énfasis en la extraordinaria importancia de leer, meditar, conocer y poner en práctica la Palabra de Dios. Ella es nuestra guía infalible, nuestro medio de limpieza interna y la revelación perfecta de la voluntad de Dios para nuestra vida. La Biblia contiene los principios y las leyes fundamentales que capacitan al ser humano para vivir la vida llena de paz y gozo que nuestro Padre celestial quiere para sus hijos.

Sin lugar a dudas todos deseamos vivir y disfrutar las bendiciones de Dios, sin embargo muchos no dedican siquiera unos minutos al día a enterarse de lo que Dios quiere que hagan para lograrlo. Generalmente el motivo es “falta de tiempo”, aunque dedican horas a ver la televisión o a leer el periódico para enterarse de las últimas noticias. Otros dicen que la Biblia es muy complicada, y no la entienden. Quizás el salmista en algún momento pensó de esta manera, pero pidió al Señor: “Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley”. Su petición no fue: "Señor, haz que tu Palabra sea más fácil y clara para que yo la entienda". Si te resulta difícil entenderla, empieza con una oración. Pídele al Señor que te ilumine y capacite para entender su palabra. Dios está muy interesado en que entendamos claramente su mensaje, pero es necesario que lo deseemos de corazón.

Otros simplemente piensan que no necesitan leer la Biblia. Este concepto es de por sí completamente opuesto al propósito de Dios. 2 Timoteo 3:16-17 dice que “toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Es decir, Dios inspiró a hombres y mujeres a escribir la Biblia, no para que la guardáramos en una gaveta, sino para que la leyéramos y pongamos en práctica sus enseñanzas, con el fin de llevar a cabo su propósito en nuestras vidas.

En Juan 5:39, Jesús les dice a un grupo de judíos: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.” ¿Cómo es posible negar la importancia que tiene leer la Biblia y meditar en ella? El Salmo 1 nos muestra los beneficios de la meditación diaria en la palabra de Dios: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará” (Salmo 1:1-3).

¿Quieres vivir una vida llena de paz y de gozo? Medita en la Palabra de Dios cada día de tu vida, pasa tiempo en oración pidiendo al Señor que implante esta palabra en tu corazón y que su Santo Espíritu te mueva y te ayude a obedecerla al pie de la letra. No basta con saber lo que Dios nos dice. Debemos sentir el impacto de su mensaje en nuestra vida personal y aplicar su verdad en nuestro comportamiento. En otras palabras, debemos conocerla con la mente, sentirla con el corazón y ejecutarla con nuestras manos y pies. Debe afectar nuestro pensamiento, nuestra actitud y nuestros actos. El resultado final debe ser un cambio total en nuestra conducta y en nuestro testimonio para la gloria de Dios.

ORACIÓN:
Padre santo, confieso que he sido muy negligente en algo tan importante como es la lectura de la Biblia. Por favor, pon en mi corazón un ferviente deseo de buscar tu rostro cada día por medio de la lectura de tu Palabra y la oración. En el nombre de Jesús, Amén.


“Gracia y Paz”

Dios te Habla