martes, 10 de enero de 2017

¡NO PONGAS TU CORAZÓN EN EL LUGAR EQUIVOCADO! Mateo 6:19-21


"Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mateo 6:21)

El Señor nos ha dicho palabras claras, pero muchas veces no las vemos y por lo tanto no las entendemos, en este mismo versículo hemos meditado mucho tratando de saber cuál podría ser el tesoro que nos hiciera caer, pero habremos meditado sobre ¿cuál podría ser el tesoro que nos mantendría firmes? ¿Cuál podría ser el tesoro, el gran tesoro de nuestra vida?

"El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo" (Mateo13:44). El reino de Dios deberá ser nuestro tesoro y debemos valorarlo como este hombre que fue y vendió todo lo que poseía en la tierra con el fin de obtener el reino de Dios. ¿Y qué es el reino de Dios? Un día le preguntaron a Jesús que ¿cuándo había de venir el reino de Dios? Les respondió y dijo: "He aquí el reino de Dios está entre vosotros" (Lucas 17:21). El reino de Dios se instituyó en la tierra con la venida de Jesús y pertenecen al reino de Dios aquellos que han aceptado a Jesús como su Salvador y Señor. Todo reino requiere de un Rey, y ese Rey es Jesús y todo aquel que se somete al Rey acepta el reino. Así que si pones tu tesoro en Cristo, con Él estará tu corazón. Por lo tanto: "Cuando se manifieste el que es nuestra vida, también ustedes se verán con él en la gloria. Por tanto, hagan morir en ustedes lo que es "terrenal", es decir, libertinaje, impureza, pasión desordenada, malos deseos y el amor al dinero, que es una manera de servir a los ídolos" (Colosenses 3:4-5).

"Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén" (Mateo 6:13b).

¡Bendito seas Señor, tuyo es el poder y la gloria! ¡Te buscaré siempre como el tesoro más grande de mi vida!

¡Gracia y Paz!


¿SABES CÓMO SE DAN PASOS DE FE? Lucas 8:44


¿SABES CÓMO SE DAN Pasos de fe?

Cuando Jesús iba camino a sanar a la hija de Jairo, lo seguía una multitud y en medio de esa cantidad de personas en movimiento Jesús sintió que alguien lo tocó; ese día, con un solo toque una mujer que sufría desde hace 12 años de flujo de sangre fue sanada, “Se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre” (Lucas 8:44).

La impresionante fe de esta mujer la llevó a tocar solamente el borde del manto de Jesús para hallar sanidad; ¡Bastó un acto de fe para recibir sanidad!

Quizás por mucho tiempo estás esperando un milagro de Dios en tu salud, familia, trabajo o economía y no has visto el más mínimo cambio, por el contrario todo parece estar peor. Así como la mujer de flujo de sangre, tu fe debe llevarte a hacer movimientos con la certeza de que Dios actuará, si la mujer de la historia se hubiese resignado a vivir y morir con la enfermedad que padecía, jamás habría encontrado sanidad y libertad para su vida, pero cuando se levantó de su lugar y dio pasos para ver a  Jesús en medio de la multitud, obtuvo su milagro.

¿Estás esperando ver un milagro de Dios en tu vida? Comienza a dar pasos llenos de fe pues solamente así verás su mano poderosa obrar a tu favor. Recuerda que la fe necesita de acciones:

     - Si estás buscando trabajo entonces no te canses de tocar puertas porque en su momento Dios te abrirá la oportunidad que necesitas.

    - Si estás enfrentando una enfermedad, dobla rodillas y busca un tratamiento pues Dios también hace milagros a través de la ciencia y la medicina.

     - Si quieres que tu familia sea salva, no te canses de demostrar la obra de Dios a través de tu vida.

Un solo movimiento de fe puede darte la oportunidad de ver los milagros de Dios, no te quedes sentado(a) esperando que todo suceda, muévete y que tu corazón y tu mente estén llenos de FE.

“…Les digo la verdad, si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Muévete de aquí hasta allá”, y la montaña se movería. Nada sería imposible” (Mateo 17:20).


¡Gracia y Paz!
         

Judith Quisbert