"Porque donde esté vuestro
tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mateo 6:21)
El Señor nos ha dicho palabras
claras, pero muchas veces no las vemos y por lo tanto no las entendemos, en
este mismo versículo hemos meditado mucho tratando de saber cuál podría ser el
tesoro que nos hiciera caer, pero habremos meditado sobre ¿cuál podría ser el
tesoro que nos mantendría firmes? ¿Cuál podría ser el tesoro, el gran tesoro de
nuestra vida?
"El reino de los cielos
es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo
esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra
aquel campo" (Mateo13:44). El reino de Dios deberá ser nuestro tesoro y
debemos valorarlo como este hombre que fue y vendió todo lo que poseía en la
tierra con el fin de obtener el reino de Dios. ¿Y qué es el reino de Dios? Un
día le preguntaron a Jesús que ¿cuándo había de venir el reino de Dios? Les
respondió y dijo: "He aquí el reino de Dios está entre vosotros"
(Lucas 17:21). El reino de Dios se instituyó en la tierra con la venida de
Jesús y pertenecen al reino de Dios aquellos que han aceptado a Jesús como su
Salvador y Señor. Todo reino requiere de un Rey, y ese Rey es Jesús y todo aquel
que se somete al Rey acepta el reino. Así que si pones tu tesoro en Cristo, con
Él estará tu corazón. Por lo tanto: "Cuando se manifieste el que es
nuestra vida, también ustedes se verán con él en la gloria. Por tanto, hagan
morir en ustedes lo que es "terrenal", es decir, libertinaje, impureza,
pasión desordenada, malos deseos y el amor al dinero, que es una manera de
servir a los ídolos" (Colosenses 3:4-5).
"Tuyo es el reino, y el
poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén" (Mateo 6:13b).
¡Bendito seas Señor, tuyo es
el poder y la gloria! ¡Te buscaré siempre como el tesoro más grande de mi vida!
¡Gracia y Paz!