Proverbios 6:34
“Porque los celos enfurecen al
esposo, el cual no perdonará en el día de la venganza”
Los celos son una lucha común. Se
disparan cuando otra persona te eclipsa y obtiene algo que tú quieres, lo que
puede ser sumamente doloroso, según tu nivel de egoísmo. En lugar de felicitar
a la otra persona, estás que echas rayos y centellas y piensas mal de ella. Si
no tienes cuidado, los celos se meten como una víbora en tu corazón y atacan
tus motivaciones y relaciones. Pueden envenenarte y evitar que tengas la vida
de amor que Dios diseñó para ti.
Si no disipas tu enojo aprendiendo
a amar a los demás, quizá, con el tiempo, comiences a conspirar contra ellos. La Biblia dice que la envidia
lleva a las peleas, a las riñas y a toda cosa mala (Santiago 3:16,4:1-2).
En las Escrituras, podemos
observar una sucesión de celos violentos. Provocaron el primer asesinato cuando
Caín despreció la aprobación de Dios a la ofrenda de su hermano. Sara despidió
a su sierva Agar porque podía tener hijos y ella no. Los hermanos de José se
dieron cuenta de que era el preferido de su padre, así que lo arrojaron a un
pozo y lo vendieron como esclavo. Jesús era más amoroso, poderoso y popular que
los sumos sacerdotes, así que, por envidia, tramaron traicionarlo y
crucificarlo.
En general, los extraños no te
producen celos. Más que nada, te sientes tentado(a) a tener celos de los que
están en el mismo ámbito que tú. Trabajan en tu oficina, están en tu equipo, se
mueven en tu círculo... o viven en tu casa. Sí, si no tienes cuidado, los celos
también pueden infectar tu matrimonio.
Cuando te casaste, se te asignó
la tarea de transformarte en el mayor animador de tu cónyuge y en el capitán de
su club de admiradores, los dos se transformaron en uno y tienen que participar
del placer del otro. No obstante, si reinan los celos esta meta no se logrará.
HOY, PÍDELE A DIOS EN ORACIÓN QUE
TE AYUDE A CONTROLAR ESE SENTIMIENTO DE CELOS QUE HACE DAÑO.
“Gracia y Paz”