martes, 16 de abril de 2013

CUANDO LLEGA LA PRUEBA



Job 1:21
“El Señor dio, y el Señor quitó; sea el nombre del Señor bendito”.

Santiago 5:11
“Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto… que el Señor es muy misericordioso y compasivo”.

Pocas personas han pasado tan repentinamente de una riqueza inaudita, como era la de Job, a una completa pobreza. En un día perdió a todos sus hijos y toda su fortuna.

Job habría podido acusar a los elementos naturales: el rayo que había matado a sus ovejas y la tempestad que había destruido la casa donde sus hijos se hallaban reunidos. Habría podido maldecir a los saqueadores que destrozaron sus rebaños. ¿Qué consuelo le hubiese dado esto? ¿Qué instrucción habría recibido de ello?

En lugar de esto Job, quien conocía a Dios, discernió inmediatamente su intervención. Sabía que su prosperidad no era sólo el resultado de sus esfuerzos o de circunstancias favorables, sino que todo se lo debía a Dios. Asimismo aceptó que Dios, en su soberanía y perfecta sabiduría, le quitara lo que le había dado. “¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?”, respondió a su mujer, desesperada por las desdichas que caían sobre ellos (Job 2:10). Y bendijo el nombre del Señor.

Quizá discernimos fácilmente la mano de Dios cuando nuestras condiciones de vida son favorables, pero no cuando el viento ha cambiado. Sepamos reconocer su intervención en cada prueba. Como Job, aceptémosla de parte de Dios quien, con bondad, quiere instruirnos y bendecirnos al final. En medio de la fe cristiana hay esta seguridad: Dios es amor. La recibimos aun a través de las lágrimas, con una dicha profunda y eterna.


“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

¿TIENES COSTUMBRES NOCIVAS EN TU MATRIMONIO?



Hebreos 13:5
“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque EL dijo: No te dejaré ni te desampararé”.

1 Corintios 15:33
“No erréis, las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”.

Hay muchas costumbres o mañas, que pueden ser letales para un matrimonio.

Las costumbres son hábitos de comportamiento en la vida regular de las personas, que pueden ser positivos o negativos. Todo matrimonio tiene hábitos buenos y malos. Pero cada matrimonio debe esforzarse por mantener y reforzar los buenos hábitos e ir desechando los malos. Entre más positivo sea el balance de hábitos más saludable será el matrimonio.

La mayoría de costumbres buenas o malas, las aprendemos desde niños en medio de la convivencia familiar y del ambiente en que nos desarrollamos.

Algunos cónyuges tienen la mala costumbre de criticar y juzgar a su pareja constantemente. Es como si estuvieran atentos a cada falla de su cónyuge para criticarle, reclamarle y hasta condenarle. Esta costumbre es muy destructora, ya que por lo general el cónyuge afectado termina cansándose de esa actitud y reacciona negativamente.

En la Comunicación, hay quienes que tienen la costumbre de gritar constantemente, lo cual bloquea la comunicación. Hay personas que tienden a asumir los pensamientos del cónyuge y se indisponen porque creen saber lo que el cónyuge está pensando.

Podríamos enumerar un sinfín de costumbres que afectan al matrimonio. Hay costumbres que quizás para uno no son molestas, pero lo son para el otro y entonces deben respetarse. Los esposos deben abrir el corazón y dejarse saber mutuamente con respeto y suavidad, que costumbres del otro le molestan con el único propósito de informar, para que el otro lo sepa y tome la decisión por si solo de cambiar esas costumbres que le hacen sentir mal a su pareja. No por presión, sino por convicción.

La primera y más importante costumbre que debe tener todo matrimonio es procurar una relación permanente con nuestro Padre Celestial. O sea, que ambos tomen la decisión de leer la Biblia juntos, orar juntos, asistir regularmente a la Iglesia y practicar la obediencia a la palabra de Dios.

Segundo, deben tomar la decisión de desarrollar hábitos de compartir juntos, afirmarse mutuamente, pensar diariamente en que podemos hacer para el bienestar de nuestro cónyuge. La misión más importante de cada cónyuge en el matrimonio es encargarse del bienestar del otro. Esto debe convertirse en un poderoso hábito de vida en el Matrimonio que les va a dar excelentes beneficios a la relación y a la familia.

Tomen la decisión hoy mismo de cambiar esas malas costumbres en el matrimonio y desarrollar nuevos hábitos de beneficio y bendición para tu familia.

Tu matrimonio y tu familia es el segundo tesoro más valioso que Dios te ha dado, después de tu salvación. CUÍDALO!


“Gracia y Paz”
Noviazgo y Matrimonio

LA ORACIÓN: UN PRIVILEGIO EXTRAORDINARIO



1 Juan 5:14-15
“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”.

Una pregunta resuena en el corazón de casi todos los cristianos en algún momento de su vida: Si Dios lo sabe todo acerca de mí, ¿por qué tengo que orar por mis necesidades? El Señor tiene razones específicas por las cuales no utilizar su omnipotencia para responder a ciertos deseos y sufrimientos nuestros, a menos que le hablemos de ellos.

Dios nos anima a orar para crear una relación estrecha entre Él y nosotros. El Señor está interesado en mucho más que la satisfacción de nuestras necesidades; también quiere convertirse en nuestra fuente de fortaleza en cada prueba. Sabemos que para que una amistad crezca se requiere invertir tiempo. Las oraciones rápidas de tres minutos, aunque son valiosas e importantes para mantener un continuo olor de “incienso fragante” delante de Dios, no son suficientes para mantener una conexión personal con nuestro Padre celestial.

Santiago 1:17 dice: “Toda buena dádiva... desciende de lo alto”. El Señor quiere que le reconozcamos como la fuente de todas nuestras bendiciones. Dirigir nuestras oraciones a Dios, y confiar en que serán respondidas de acuerdo con su voluntad y en su tiempo, fortalece nuestra conciencia de que sin Él, no podemos lograr nada. En la vida cristiana, nuestra dependencia de Dios crece en proporción directa a nuestra madurez espiritual. Ese concepto va en contra de nuestra naturaleza y cultura, que valoran la independencia por encima de todo lo demás.

Somos privilegiados de pertenecer a un Dios que desea tener una relación de Padre-hijo con nosotros. Él puede, desde luego, satisfacer nuestras necesidades sin una sola palabra de nuestra parte, pero entonces nunca conoceríamos la maravilla de pedir y recibir por amor.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

¿HAS NACIDO DE NUEVO?



Juan 3:1-7
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo”.

Jesús le dice a Nicodemo que para ver el reino de Dios, "es necesario nacer de nuevo.” Y aquel que era fariseo, maestro de Israel y principal entre los judíos no entendió lo que el Señor quiso decirle. Realmente no es fácil entender la frase “nacer de nuevo”. No se trata de que en nuestras vidas se lleve a cabo un cambio cuando entramos en una relación con Cristo; es algo mucho más profundo. Se trata de que nuestra vieja manera de vivir termina y comienza una nueva vida en el Espíritu que es completamente distinta a la anterior.

Agustín de Hipona fue un hombre nacido en el norte de Africa a mediados del siglo IV. Durante su juventud vivió una vida lujuriosa e inmoral, la cual narra con vergüenza en su libro “Confesiones”. En su libro, Agustín cuenta que en medio de aquella vida de placeres sexuales y codicia había un constante vacío imposible de llenar. Un día conoció a Jesús, abrió a él su corazón y su vida cambió totalmente. Después de su conversión, Agustín renunció a todas sus posesiones, fundó un monasterio y se retiró por tres años a orar y meditar en la Palabra de Dios, y allí escribió varios libros y poemas. Agustín de Hipona dedicó el resto de su nueva vida a servir al Señor.

Harold Hughes fue un conocido político norteamericano, quien después de prestar servicio como gobernador del estado de Iowa fue elegido al Senado de los Estados Unidos. En su autobiografía, Hughes confiesa tristemente que en sus años de juventud fue “borracho, mentiroso y tramposo”. Después de tocar fondo, en medio de su vergüenza y desesperación, decidió cometer suicidio. Sin embargo, justo antes de apretar el gatillo de su pistola sucedió algo milagroso. Así lo describió Hughes: “Igual que un niño herido perdido en la tormenta, de repente había caído en los calurosos brazos de mi Padre” Y al experimentar la gracia perdonadora de Dios prometió: “Señor, haré lo que me pidas”. Ese fue el comienzo de una nueva vida para Harold Hughes, una vida que sí valía la pena vivir.

Saulo de Tarso tuvo una experiencia similar cuando se dirigía a la ciudad de Damasco en gestiones para continuar su persecución de los cristianos. Allí en el camino se le apareció Jesús, y le dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hechos 9:4). Entonces Saulo cayó rendido de rodillas, y “temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga?” Desde ese instante la vieja vida de Saulo de Tarso dejó de existir, y en su lugar surgió la nueva vida de quien más tarde llegaría a hacer el gran apóstol Pablo, el cual escribió: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).

Pablo también dijo en su carta a los Gálatas: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). Este es el nuevo nacimiento del cual le habló Jesús a Nicodemo: morir a la vida pecaminosa de nuestra naturaleza carnal y comenzar a vivir la vida abundante que Jesucristo vino a ofrecernos. Cualquier persona, por muy derrotada y quebrantada que esté, puede experimentar este nuevo nacimiento creyendo sinceramente en Jesucristo y abriendo a él su corazón en fe. Si no lo has hecho, y deseas comenzar una vida que valga la pena vivir, abre tu corazón a Jesús ahora mismo e invítalo a entrar.

ORACIÓN:
Querido Padre celestial, gracias por el milagro del nuevo nacimiento a través de la muerte y resurrección de tu Hijo Jesús. Ayúdame a morir a la vida de pecado y comenzar a vivir esa vida abundante que tu amado Hijo vino a traernos. En su santo nombre, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

LA SOLUCIÓN QUE VIENE DE LO ALTO



Filipenses 4:13
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Parece que hoy en día los problemas se multiplican y es imposible resolverlos; enfermedades, problemas en el trabajo, cuentas que pagar, etc. etc. No es necesario que enfrentemos estos problemas con nuestras propias fuerzas. Tenemos un Salvador que se entregó por nosotros, y él está listo y dispuesto a ayudarnos.

A ver; ¿Cuáles son las limitaciones de este versículo? Dice, TODO lo puedo en Cristo que me fortalece. No hay limitaciones. Todo quiere decir, TODO. Pero hay que llamarle a él y suplicar que nos de sabiduría para resolver nuestras situaciones. Allí está el detalle. La promesa no nos ayuda a menos que actuamos en ella.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día

EL MATRIMONIO



Hebreos 13:5
“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque EL dijo: No te dejaré ni te desampararé”.

1 Corintios 15:33
“No erréis, las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”.

Hay muchas costumbres o mañas, que pueden ser letales para un matrimonio.

Las costumbres son hábitos de comportamiento en la vida regular de las personas, que pueden ser positivos o negativos. Todo matrimonio tiene hábitos buenos y malos. Pero cada matrimonio debe esforzarse por mantener y reforzar los buenos hábitos e ir desechando los malos. Entre más positivo sea el balance de hábitos más saludable será el matrimonio.

La mayoría de costumbres buenas o malas, las aprendemos desde niños en medio de la convivencia familiar y del ambiente en que nos desarrollamos.

Algunos cónyuges tienen la mala costumbre de criticar y juzgar a su pareja constantemente. Es como si estuvieran atentos a cada falla de su cónyuge para criticarle, reclamarle y hasta condenarle. Esta costumbre es muy destructora, ya que por lo general el cónyuge afectado termina cansándose de esa actitud y reacciona negativamente.

En la Comunicación, hay quienes que tienen la costumbre de gritar constantemente, lo cual bloquea la comunicación. Hay personas que tienden a asumir los pensamientos del cónyuge y se indisponen porque creen saber lo que el cónyuge está pensando.

Podríamos enumerar un sinfín de costumbres que afectan al matrimonio. Hay costumbres que quizás para uno no son molestas, pero lo son para el otro y entonces deben respetarse. Los esposos deben abrir el corazón y dejarse saber mutuamente con respeto y suavidad, que costumbres del otro le molestan con el único propósito de informar, para que el otro lo sepa y tome la decisión por si solo de cambiar esas costumbres que le hacen sentir mal a su pareja. No por presión, sino por convicción.

La primera y más importante costumbre que debe tener todo matrimonio es procurar una relación permanente con nuestro Padre Celestial. O sea, que ambos tomen la decisión de leer la Biblia juntos, orar juntos, asistir regularmente a la Iglesia y practicar la obediencia a la palabra de Dios.

Segundo, deben tomar la decisión de desarrollar hábitos de compartir juntos, afirmarse mutuamente, pensar diariamente en que podemos hacer para el bienestar de nuestro cónyuge. La misión más importante de cada cónyuge en el matrimonio es encargarse del bienestar del otro. Esto debe convertirse en un poderoso hábito de vida en el Matrimonio que les va a dar excelentes beneficios a la relación y a la familia.

Tomen la decisión hoy mismo de cambiar esas malas costumbres en el matrimonio y desarrollar nuevos hábitos de beneficio y bendición para tu familia.

Tu matrimonio y tu familia es el segundo tesoro más valioso que Dios te ha dado, después de tu salvación. CUÍDALO!


“Gracia y Paz”
Noviazgo y Matrimonio