1 Corintios 16:9
“Porque se me ha abierto puerta
grande y eficaz, y muchos son los adversarios”.
En la Biblia , la palabra “puerta”
se usa en forma muy prolija y abundante, encierra un significado simbólico. Por
ejemplo, cuando algo es inminente, decimos: “Está a la puerta”.
En el tiempo antiguo, había
puertas cerradas para el pueblo de Israel. Faraón, cerrando las puertas de la
libertad, no permitió que Israel saliera de Egipto. La Biblia dice que: “Moisés y
Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel
dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto” (Éxodo 5:1).
El Faraón desafiante respondió: “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y
deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel” (Éxodo
5:2). El final de esta historia ya la conocemos, Dios abrió las puertas de la
libertad para Su pueblo.
Israel cruzó el río Jordán y se
encontró con una ciudad inexpugnable: Jericó; con puertas cerradas, bien
cerradas. Dice la Escritura :
“Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie
entraba ni salía” (Josué 6:1). Pero Dios había decidido abrirlas para que el
pueblo pase. Él puede abrir puertas en un país, porque es el Soberano de las
naciones y éstas le pertenecen. Dios le dio a Josué la estrategia, no era una
estrategia humana; consistía en caminar alrededor, clamar e invocar al Señor en
el momento que se indicara y ¿sabe qué pasó con las puertas cerradas? ¡Cayeron
los muros, se derrumbaron y el pueblo de Dios heredó en victoria!; parecía un
plan ridículo, pero contaba con un elemento poderosísimo llamado Fe; y la Fe , mueve montañas.
La influencia benefactora de la Iglesia es evidente a
través de los siglos. A pesar que ha habido gobiernos e imperios que se han
concentrado en un ataque sistemático y abierto contra la Iglesia del Señor, han
fracasado en su intento.
En el imperio babilónico, que el
rey Nabucodonosor dominó; Daniel y sus tres amigos, gente que servía a un Dios
de grandes puertas, se pusieron en sus manos en situaciones difíciles.
Nabucodonosor, avanzando los años, expresó: “Conviene que yo declare las
señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo” (Daniel 4:2). ¡La Iglesia puede poner a los
reyes a testificar del poder de Cristo!
Podríamos decir lo mismo del
imperio medo-persa y del imperio romano; de aquellos quedan ruinas, pero la Iglesia marcha triunfante;
el enemigo no ha podido, ni podrá cantar el coro de victoria; no han podido, ni
podrán derrotarnos; porque Dios abre puertas eficaces.
1) LA PRIMERA PUERTA
La puerta de la salvación de Cristo.
Jesús dijo en Juan 10:9, leemos: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será
salvo”. Cristo es una puerta grande, la primera que se abrió; pero el entrar
por ella representa conflictos, pruebas; porque ser cristiano no es como vivir
en el mundo, es agradar a Dios en todo.
2) LA SEGUNDA PUERTA
Cuando Cristo preguntó a sus
discípulos: “¿Quién decís que soy yo?”; Pedro respondió: “Tú eres el Cristo, el
Hijo del Dios viviente”; entonces Jesús declaró: “Bienaventurado eres, Simón,
hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está
en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro y sobre esta roca (entiéndase:
sobre esta revelación, sobre esta verdad, que van a decir y creer millones,
después de ti) edificaré mi Iglesia y las puertas del Hades (infierno) no
prevalecerán contra ella” (Mateo 16:13-20).
Prevalecer implica luchar,
algunas de esas puertas se levantarán: la puerta de la drogadicción, la puerta
del alcoholismo, la puerta de la corrupción - que en la actualidad alcanza a
todos los estratos sociales en el mundo - se levanta retadora e inexpugnable la
puerta de la idolatría, la puerta de la
inmoralidad, por la cual ingresa la mayoría y cuando se cierra,
aprisiona a los que por ella entraron. Se levantan amenazantes, pero ya el
Señor ha dicho: “Las puertas del infierno no prevalecerán”. ¡Tenemos poder de
Dios para golpear esas puertas! ¡Y tendrán que caer! Porque el Señor dijo: “No
prevalecerán”.
3) LA TERCERA PUERTA
Aquella que menciona Apocalipsis
4:1-2, Juan escucha una voz como de trompeta y cuando se vuelve para mirar
quien hablaba, la voz le dijo: “Sube acá” y cuando mira “he aquí una puerta
abierta en el cielo” y si alguien quiere saber, ¡esa puerta es grande, hacia
allí nos movemos; nada, ni nadie nos puede impedir llegar y alcanzar esta
puerta, abierta para nosotros!
CUANDO JESÚS MURIÓ EN LA CRUZ , SUCEDIERON ALGUNAS
COSAS EN EL ÁMBITO INVISIBLE
Lo visible era su cuerpo
lacerado, ensangrentado; alrededor la gente veía todo el drama, pero habían
cosas que ocurrían en el ámbito espiritual, pero eran parte del plan de Dios;
por tanto, podemos decir que la cruz fue una gran puerta de victoria,
especialmente, sobre Satanás.
Dice la Biblia en Colosenses
2:14-15, “…anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos
era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, despojando a los
principados y las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos
en la cruz”. Él era el emperador de la muerte y el infierno, pero Cristo, al
morir, le arrebató las llaves del infierno y la muerte. Así que el diablo no
tiene ningún poder sobre usted; dice la Biblia : “Los exhibió, públicamente (los
avergonzó), triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2:15); es por eso
que cuando Jesús dijo: “Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. Entonces el velo
del templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Marcos 15:37-38). La puerta se
abrió de par en par”.
Cristo no tenía que añadir nada,
ganó como hombre, ¡todo un triunfador!, pero no añadió en sí ningún brillo más
a su Majestad. ¿Por quién lo hizo? ¡Por nosotros! Por eso dijo: “En mi nombre
echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos
serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos
pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16:17-18). “Dios también le exaltó hasta
lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de
Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y
debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para
gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11).
SE ME HA ABIERTO PUERTA GRANDE Y
EFICAZ
En Éfeso, el apóstol Pablo dijo:
“Se me ha abierto puerta grande y eficaz”. Eficaz quiere decir: “Que produce
efecto”, que el objetivo propuesto se cumple.
Éfeso, una ciudad impía, centro
de idolatría, donde custodiaban aquella maravilla del mundo antiguo: El templo
de Diana. Era un edificio majestuoso, sostenido por cien columnas de mármol,
cada una donada por un príncipe oriental, una obra de arte, un lugar donde se
reunían a adorar. Diana era una representación de diosa de la fertilidad. Toda
la ciudad la adoraba, era tan famosa que, a lo largo del imperio romano, se
hablaba de ese ídolo; había mucha superstición: Letras mágicas que otorgaban
protección a la gente que las usaban.
En la época de su tercer viaje,
Pablo estuvo trabajando en Éfeso por lo menos 2 años y 3 meses. Dejó la ciudad
después del motín provocado por Demetrio, el platero fabricante de templecillos
de plata, que vio disminuir sus beneficios debido a la predicación del apóstol
(Hechos 19).
Pablo no pensaba quedarse mucho
tiempo, tenía otro itinerario, incluso envió a algunos ayudantes que se fueran
delante y se quedó en Éfeso predicando en las escuelas. “Pero endureciéndose
algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud, se apartó
Pablo de ellos y separó a los discípulos…” (Hechos 19:9). Pablo dijo a sus
ayudantes que todavía no se iría, porque entendió la visión: “Se me ha abierto
puerta grande y eficaz”.
Cuando Pablo predicaba, ellos
pensaban que había llegado otro talismán, porque Pablo sanaba a toda la gente
en el nombre de Cristo. Y las personas atormentadas por el diablo venían al
Señor. Pero algunos llegaron a reprender: “Os conjuro por Jesús, el que predica
Pablo” (Hechos 19:13); a lo que respondieron los demonios: “A Jesús conozco, y
sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?” (Hechos 19:15); es que hay
que estar autorizados y el que autoriza está arriba, en los Cielos; el
endemoniado les cayó encima y huyeron desnudos y con las marcas del elemento
violento (Hechos 19:16).
Cuando Pablo llegó, comenzó a
predicar en la sinagoga y en las escuelas; la gente empezó a convertirse, incluso
quemaron sus libros de magia. “Y muchos de los que habían creído venían,
confesando y dando cuenta de sus hechos. Asimismo muchos de los que habían
practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y
hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata.
Así crecía y prevalecía poderosamente la Palabra del Señor” (Hechos 19:18-20). Los que
adoraban a Diana, empezaron a adorar a Jesús; entonces la central sindical de
artífices empezó a temblar, ¿se da cuenta que cuando Dios abre puertas a la
iglesia, las ciudades tiemblan?
Los adversarios comenzaron a
surgir; uno de ellos, llamado Demetrio, dijo: “Varones, sabéis que de este
oficio obtenemos nuestra riqueza; pero veis y oís que este Pablo, no solamente
en Éfeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión,
diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. Y no solamente hay
peligro de que este nuestro negocio venga a desacreditarse, sino también que el
templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida
la majestad de aquella a quien venera toda Asia, y el mundo entero” (Hechos
19:25-27). A él no le importaba Diana, sino el dinero.
“Cuando oyeron estas cosas, se
llenaron de ira, y gritaron, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios!”
(Hechos 19:28). La gente se congregó en el anfiteatro y por dos horas gritaron:
¡Grande es Diana de los efesios!, buscaron a Pablo para matarlo pero no lo
encontraron, pues se quedó oculto, arrastraron a algunos de sus compañeros y
hubo un ambiente revoltoso y hostil; el apóstol Pablo con respecto a la Obra llegó a decir:“Porque se
me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios”.
En la actualidad, Éfeso es un
pantano pestilente; no queda rastro de la ciudad, lo único que suena son las
ranas, no se oye nada; pero los cristianos podemos decir: ¡Grande es nuestro
Dios! ¡Y la iglesia sigue adelante porque Dios nos ha abierto puertas grandes!
Está cerca el instante en que se
oiga una Palabra poderosa, como la dicha en el libro de los Salmos 24:7-10,
leemos: “Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas
eternas, y entrará el Rey de Gloria”. A coro, el cielo pregunta: “¿Quién es
este Rey de Gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en
batalla”; pero no entrará solo, entraremos con Él; porque somos uno, somos el
fruto de lo que Cristo hizo en la cruz del Calvario.
“Gracia y Paz”
Aprendiendo la Sana Doctrina