Uno de los temas más polémicos en
el cristianismo, es el tema de la salvación. Unos afirman vehementemente que la
salvación no se pierde, su posición es siempre esa: “salvo siempre salvo”. Otra
posición dice que la salvación es susceptible de perderse. ¿Quiénes tienen la
razón?
Desde el Antiguo Testamento se
establece que la salvación esta condicionada por la obediencia. Esto creyeron los
primeros cristianos conforme a la
Biblia:
Ezequiel 18:20-32
“El alma que pecare, esa morirá;
el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo;
la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él. Mas
el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis
estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no
morirá. Todas las transgresiones que cometió, no le serán recordadas; en su
justicia que hizo vivirá. ¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor.
¿No vivirá, si se apartare de sus caminos? Mas si el justo se apartare de su
justicia y cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las abominaciones que
el impío hizo, ¿vivirá él? Ninguna de las justicias que hizo le serán tenidas
en cuenta; por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado que cometió, por
ello morirá. Y si dijereis: No es recto el camino del Señor; oíd ahora, casa de
Israel: ¿No es recto mi camino? ¿no son vuestros caminos torcidos? Apartándose
el justo de su justicia, y haciendo iniquidad, él morirá por ello; por la
iniquidad que hizo, morirá. Y apartándose el impío de su impiedad que hizo, y
haciendo según el derecho y la justicia, hará vivir su alma. Porque miró y se
apartó de todas sus transgresiones que había cometido, de cierto vivirá; no
morirá. Si aún dijere la casa de Israel: No es recto el camino del Señor; ¿no
son rectos mis caminos, casa de Israel? Ciertamente, vuestros caminos no son
rectos. Por tanto, yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, oh casa de
Israel, dice Jehová el Señor. Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones,
y no os será la iniquidad causa de ruina. Echad de vosotros todas vuestras
transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu
nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? Porque no quiero la muerte del que
muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis”.
Ezequiel 33:12-19
“Y tú, hijo de hombre, di a los
hijos de tu pueblo: La justicia del justo no lo librará el día que se rebelare;
y la impiedad del impío no le será estorbo el día que se volviere de su
impiedad; y el justo no podrá vivir por su justicia el día que pecare. Cuando
yo dijere al justo: De cierto vivirás, y él confiado en su justicia hiciere
iniquidad, todas sus justicias no serán recordadas, sino que morirá por su
iniquidad que hizo. Y cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; si él se
convirtiere de su pecado, e hiciere según el derecho y la justicia, si el impío
restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, y caminare en los
estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá. No
se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido; hizo según el
derecho y la justicia; vivirá ciertamente. Luego dirán los hijos de tu pueblo:
No es recto el camino del Señor; el camino de ellos es el que no es recto.
Cuando el justo se apartare de su justicia, e hiciere iniquidad, morirá por
ello. Y cuando el impío se apartare de su impiedad, e hiciere según el derecho
y la justicia, vivirá por ello”.
En el Nuevo Testamento No hay ni
una sola palabra de Jesús que afirme que la Salvación una vez
recibida nunca se pierde, todo lo contrario. No hay una sola cita en los Padres
de la Iglesia
de los primeros trescientos años del Cristianismo que nos hable de esta
doctrina de “salvo siempre salvo”. Esta Doctrina se conoció hasta mediados de
los años 1980. No existe ningún Concilio que halla hablado al respecto.
En Teología hay un axioma que
dice “si en teología hay algo nuevo, lo mas probable es que no sea cierto”. El
Espíritu Santo que fue prometido para “introducir a la Iglesia a la verdad” no
hubiera callado dos mil años una doctrina esencial a al Salvación. Con esta
Doctrina surgida al albor de los últimos tiempos tenemos que aplicarle las
palabras de Jesús en Mateo 24:11-13: “Y muchos falsos profetas se levantarán, y
engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se
enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”.
Nos llama la atención en ese
aspecto que el mismo Jesús, hablando con sus discípulos, quienes le fueron
entregados por el mismo padre, para que fueran los futuros lideres de la nación
de Israel, el mismo les advierte: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de
mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 10:22). Nótese
que aquí el mismo Jesús les pone esa condición a sus propios apóstoles: “el que
persevere hasta el fin, éste será salvo”, ¿Qué pasa si alguno de ellos no
persevera?
Tenemos otro personaje, enviado
por Jesús, quien también pregonaba la salvación, Pablo: “Así que, yo de esta
manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea
el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que
habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios
9:26-27). El mismo Pablo no da por sentado que esta salvo.
El mismo Apóstol Pablo, a los
Filipenses les escribió, con respecto a la salvación: “No que lo haya alcanzado
ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello
para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo
haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda
atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del
supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:12-14).
Igual como bien dijo Pablo en 1
Corintios 15:1-2: “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he
predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el
cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no
creísteis en vano”. Esa es la
Sana Doctrina, creer el Evangelio de la forma que le fue
entregado a los Apóstoles, de lo contrario “se habrá creído en vano”.
Lo mismo ocurre en lo que dice la
carta a los Hebreos: “¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación
tan grande?...” (Hebreos 2:3), es decir, si descuidamos una salvación tan
grande hay peligro de perderla.
Hebreos 6:4-8
“Porque es imposible que los que
una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos
partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios
y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para
arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y
exponiéndole a vituperio. Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces
cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es
labrada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es
reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada”.
2 Pedro 2:20-22
“Ciertamente, si habiéndose ellos
escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y
Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer
estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber
conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse
atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del
verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a
revolcarse en el cieno”.
En el libro de los Hechos se
narra la historia de una pareja: “Pero cierto hombre llamado Ananías, con
Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo del precio, sabiéndolo también
su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. Y
dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al
Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te
quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu
corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. Al oír Ananías estas
palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. Y
levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. Pasado un
lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había
acontecido. Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y
ella dijo: Sí, en tanto. Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al
Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu
marido, y te sacarán a ti. Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y
cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron
junto a su marido. Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los
que oyeron estas cosas” (Hechos 5:1-11).
Ananías y Safira, su mujer, eran
seguidores de Jesús, eran salvos, pero mintieron al espíritu Santo y fueron
muertos. ¿Si no le hubieran mentido al Espíritu Santo, habrían muerto?
En Mateo 25:1-13, tenemos otra
historia: “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que
tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran
prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron
consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con
sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la
medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces
todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las
insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras
lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos
falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para
vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que
estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después
vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él,
respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco”.
¿las vírgenes imprudentes, que se
quedaron fuera, se salvaron? Si se “cerro la puerta” es porque no se salvaron.
¿Podrá alguien decir de esas
cinco vírgenes que fueron salvas, cuando el mismo Jesús les dice que no las
conoce? Estuvieron dentro de las diez, pero que fueron insensatas, perdieron su
salvación.
En la Parábola del Sembrador
(Mateo 13:1-23) Jesús dice que la
Semilla se sembró y la Planta nació, o sea que dio frutos de vida y que
después se murió por diversos motivos. Si Dios es el sembrador y la semilla es
su Palabra, al crecer la planta con la semilla de la Palabra, quiere decir que
ésta tomo vida. Esta vida es la salvación.
La Doctrina de Jesús,
consistente en revelar “lo que oyó a su Padre” es bien clara y en ningún lugar
indica que la Salvación
es definitiva, mas bien les deja saber que esta depende de sus actos.
Mateo 6:14-15
“Porque si perdonáis a los
hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os
perdonará vuestras ofensas”.
Mateo 7:1-2
“No juzguéis, para que no seáis
juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la
medida con que medís, os será medido”.
En Mateo 10:28 el Señor es
contundente: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden
matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el
infierno”.
Luego entonces, ¿hay algo que
puede matar el alma del creyente? La muerte del alma es la perdida de la Salvación.
Como ya vimos, en Mateo 25:1-13
Jesús habla de las Vírgenes necias y las prudentes, todas estaban juntas
esperando al novio, sin embargo en la espera a las necias se les acabo el
aceite y se quedaron fuera del Banquete de Bodas. Esa es una comparación
perfecta para el creyente que espera su Redención y la pierde por no cultivar
el espíritu.
Esto también se explica en Juan
15:1-2 donde Jesús dice: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará…” Vemos claramente que estas
ramas están en Cristo, están en la
Gracia de la salvación, pero como no dan frutos pierden su
salvación.
Veamos Romanos 11:22-23: “Mira,
pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los
que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de
otra manera tú también serás cortado...” Un ejemplo claro de que podemos ser
cortados del Reino. Si fuéramos “siempre salvos” esto no seria posible.
En Gálatas 5:4 dice: “De Cristo
os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído”.
Pablo le esta hablando a Cristianos y les dice que el creyente se puede apartar
de la gracia. Si fuéramos “siempre salvos” NADIE nos apartaría de la Gracia.
En Juan 5:28-29 Jesús habla de
quienes se salvaran: “…porque vendrá hora cuando todos los que están en los
sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de
vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”.
“Los que obraron el bien saldrán
para Salvación” El obrar el bien es un
proceso de toda la vida, por lo que no se puede obtener una salvación
instantánea. La Redención
fue merecida para todos, la salvación es un proceso. El mismo Pablo habla de la Salvación que se pierde,
veamos en Romanos 2:12-16: “Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley
también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán
juzgados; porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los
hacedores de la ley serán justificados. Porque cuando los gentiles que no
tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan
ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus
corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus
razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los
hombres, conforme a mi evangelio”. Aquí vemos claramente como Pablo dice que si
los Gentiles no conocen a Jesús y guardan la Ley Natural, se
salvan. ¿Como se va a salvar alguien sin Fe según la doctrina “salvo siempre
salvo”?
En Mateo 25:31-46 es la única vez
que Jesús habla del Juicio final y definitivamente la gran pregunta es: si
somos siempre salvos, para que juicio? En un juicio donde se decide la condena
o la absolución, si somos absueltos no necesitamos juicio. Hay una teoría que
maneja este grupo de “salvo siempre salvo” que dice que este juicio no es para la Iglesia, sino para los
paganos. No hay ningún indicio evangélico para
esto, ya que es un juicio a la creación entera, a todas las Naciones,
razas y credos (Mateo 25:32).
Mateo 7:22-23
“Muchos me dirán en aquel día:
Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera
demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé:
Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.
Será muy curioso que muchos, en
el día del arrebatamiento, le reclamen al Señor ¿Por qué se quedaron?, ¿Por qué
los dejo?, si ellos eran cristianos y el Señor les dirá: “Nunca os conocí;
apartaos de mí, hacedores de maldad”. Con estas tres frases que dice el Señor,
los que se creen “salvos siempre salvos”, ¿Cómo pueden creer y asegurar que la
salvación no se pierde?
Pablo nos da la clave de la
inutilidad de esta Doctrina en Filipenses 2:12: “Por tanto, amados míos, como
siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más
ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”
La salvación es susceptible de
perderse, “No todo el que me diga Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”,
“Muchos lo procurarán, pero pocos lo lograrán”, dijo Jesús.
“salvo siempre salvo” es una
falacia y una trampa del diablo para que los cristianos no cuiden su salvación
y den rienda suelta al libertinaje.
Hermanos… no se dejen confundir
con Doctrinas surgidas para entretener al creyente con “novelerías” y apartarlo
de Cristo con una falsa seguridad, esa es una más de las estrategias de la Nueva Era disfrazada de
“cristianismo”, la cual pretende apartar al creyente del poder de Cristo y
darle la falsa seguridad de que el hombre tiene control de su vida. La única
salvación que no se pierde es la vida eterna. Cuando nos encontremos con Jesús
en el Reino, ahí si seremos siempre salvos, mientras caminas en la vida “Cuida
tu salvación con temor y temblor”.
“Gracia y Paz”
Aprendiendo la Sana Doctrina