1 Corintios 6:12, 19-20
“Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me
son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna […] ¿O ignoráis que vuestro
cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis
de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales
son de Dios”.
Todos sabemos que existe una relación innegable entre la salud y nuestra
capacidad para alcanzar el máximo potencial. Podemos afanarnos por tener un
corazón limpio, una mente pura y una agenda equilibrada, pero sin un cuerpo
saludable simplemente no podremos dar lo mejor de nosotros. La buena salud se
verá reforzada si comenzamos a pensar en nuestro cuerpo de la misma manera que
Dios lo hace.
En 1 Corintios 6, el apóstol Pablo enseña que nuestros cuerpos le
pertenecen a Dios. Como resultado, tenemos que decidir entre cuidarlo o descuidarlo.
Ninguno de nosotros entraría en un templo para destruirlo intencionalmente,
pues lo respetamos como un lugar de adoración a Dios. Teniendo eso en mente,
pensemos entonces que el cuerpo humano, por ser la morada del Espíritu Santo,
es mucho más importante que cualquier edificación que haya existido.
Sin embargo, muchas personas suelen asumir que descuidar o maltratar el cuerpo
es un derecho que les pertenece. Ya se trate de alguna adicción, de hábitos
malsanos o del aborto, muchos dicen: “Este es mi cuerpo. Puedo hacer con él lo
que yo quiera”. Pero cuando leemos la
Biblia , encontramos que nuestro cuerpo no nos pertenece. Aunque
tu quieras hacer con él lo que te plazca, pagarás el precio por tu mala
decisión. El pecado tiene consecuencias, y el pecado contra el cuerpo puede
ocasionar un castigo que durará aun más allá de esta generación. Pídele a Dios
que te ayude a considerar tu cuerpo como Él lo hace, para poder cuidarlo
adecuadamente.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria