miércoles, 8 de octubre de 2014

En el ''desierto''



En el ''desierto'' es donde pasas soledad, angustias, dolor, temor, humillaciones.
En el desierto se destruye tu yo (tu ego), tu corazón perverso es quebrantado, hasta ser completamente destruido.
En el ''desierto'' es donde aprendes a depender totalmente de Dios, es ahí donde tienes problemas económicos, de salud y toda clase de problemas que no sabes cómo enfrentarlos; y en ese proceso estas solo, no hay familia, no hay nadie y es cuando acudes a Dios suplicando su ayuda.
En el ''desierto'' es donde sientes el fracaso y la frustración, a tal grado que te sientes una escoria, te sientes débil y sin fuerzas.
En el ''desierto'' es donde empiezas a conocer a Dios y en tu debilidad Él te hace fuerte.
En el ''desierto'' te das cuenta que Dios te bendice de la nada y toca el corazón de quien menos pensabas que te iba a bendecir.
En el ''desierto'' Dios te prepara cuando viene dolor, poniendo ropas dobles en tu vida para que no sea tan doloroso el proceso del sufrimiento.
En el ''desierto'' es donde lloras, suplicando a Dios que te de fuerzas, porque ya no puedes más, porque ya no soportas el cansancio.
En el ''desierto'' clamas a Dios diciéndole  que lo necesitas y que si Él no eres nada ni nadie.
En el ''desierto'' aprendes a depender totalmente de Dios.
En el ''desierto'' Dios pone paz en tu vida, te ayuda y te sostiene con su amor y misericordia.

¡Gracia y Paz!
Tomado de “Palabra de Dios”
Editado por Carlos Martínez M.


¿SABES CUÁL ES LA VERDADERA PROSPERIDAD?



¿SABES CUÁL ES LA VERDADERA PROSPERIDAD?

Filipenses 4:19
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.

La escritura de hoy afirma que nuestro Padre Celestial suplirá todas las necesidades de sus hijos. Puesto que él es el Rey y Señor del universo, dueño del oro y la plata y de todas las riquezas del mundo (Hageo 2:8), y nada es imposible para él (Lucas 1:37), él puede satisfacer las necesidades de todos aquellos que nos hemos acercado a él creyendo, si es esta su voluntad. O sea, quienes hemos creído en Jesús, tenemos garantizada la provisión divina, así como David dijo: “Yahweh es mi pastor; nada me faltará” (Salmo 23:1). Pero, ¿acaso significa esto que nunca estaremos enfermos, ni hambrientos, ni tendremos ninguna necesidad? Bueno, esto es lo que predican los que promueven la “Doctrina de la Prosperidad”. Ellos enseñan que la Palabra de Dios revela que la escasez y la pobreza no están incluidas en los planes de Dios para aquellos que le obedecen, pues la voluntad del Señor para ellos es siempre la prosperidad económica y material.

Ciertamente Jeremías 29:11 dice: “Porque yo sé los planes que tengo para vosotros, dice el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza”. Sin embargo, es necesario que entendamos que la mayor preocupación de Dios es nuestro crecimiento espiritual, con el fin de prepararnos para pasar junto a él la eternidad. Por eso, en ocasiones él permite que pasemos períodos de adversidad y de carencia o escasez, porque esto nos acerca más a él, y por lo tanto él puede trabajar en la transformación de nuestro carácter y en el fortalecimiento de nuestro espíritu. Es a través de las pruebas que Dios puede pulirnos hasta lograr su propósito en nuestras vidas. En Juan 16:33, Jesús les dice a sus discípulos: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Estas palabras del Señor nos enseñan claramente que aun a los que hemos decidido seguirlo nos esperan pruebas y sufrimientos en este mundo. Pero también nos dice que si confiamos en él, tendremos siempre su poder a nuestra disposición.

Estos conceptos los resume el apóstol Juan en su epístola al anciano Gayo (3 Juan 2), donde dice: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. Una íntima relación con Dios, por medio de la cual crezcamos espiritualmente nos permitirá disfrutar de una manera profunda y verdadera cualquier beneficio material que obtengamos, porque lo vamos a recibir en el momento perfecto y en las condiciones ideales. ¡Cuántas personas se han ganado millones de dólares en la lotería y su vida se ha convertido en una verdadera desgracia! Matrimonios terminados en divorcio por esta causa, hijos y padres disgustados por la ambición del dinero, y hasta asesinatos cometidos debido a la avaricia y la envidia. Simplemente no estaban preparados espiritualmente para disfrutar de las riquezas materiales.

En su carta a los Filipenses, justo antes del pasaje de hoy, el apóstol Pablo escribe la base de la promesa mencionada allí: “Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades. No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta” (Filipenses 4:15-17). Estos cristianos de Filipos habían crecido espiritualmente, y lo demostraban por medio del amor y la generosidad para con Pablo. Por eso estaban listos para recibir del Señor todo lo que necesitaban.

Dios sabe perfectamente cuando estamos preparados para recibir la prosperidad que viene de él. Por eso debemos vivir en constante comunión con él, adorarle, amarle y obedecer su palabra. Busca el rostro del Señor en oración cada día de tu vida, lee la Biblia, medita en sus enseñanzas, aplícalas en tu diario vivir. A medida que prosperes espiritualmente disfrutarás de la prosperidad que Dios desea para ti en todos los aspectos de tu vida.

ORACIÓN:
Padre santo, te ruego me ayudes a entender y a aplicar en mi vida los principios de tu Palabra. Ayúdame a prosperar espiritualmente, de modo que yo esté preparado para recibir todas las bendiciones y la prosperidad que tú tienes para mí en todos los aspectos. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!
Dios te Habla