Jesucristo, el milagro que necesitábamos
1 Corintios 6:20
“Porque habéis
sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en
vuestro espíritu, los cuales son de Dios”
La inocencia
de aquella niña de 8 años, no lograba entender completamente lo que estaba
sucediendo, sus padres estaban muy tristes porque su hermanito pequeño estaba
muy enfermo. Había oído decir a sus padres que la recomendación de medico era
una operación urgente, pues en su pequeño cerebro se encontraba un tumor que
amenazaba su vida.
Su padre
hablaba de vender todas sus posesiones incluyendo la casa que habitaban, ya que
no lograba obtener el dinero para dicha operación, mientras su madre sumida en
llanto, solo lograba decir: “Necesitamos un milagro”.
La pequeña
niña fue hasta su habitación, rompió su amada alcancía y contadas las monedas
salió sigilosamente, dirigiéndose a la farmacia, donde le pidió al
Farmacéutico, por favor le vendiera ¡Un milagro! el farmacéutico enojado solo
atino a decirle ¡Que ocurrencias niña, aquí no vendemos milagros!
El elegante
cliente que acababa de llegar y estaba frente al mostrado, escuchando la
suplica de la niña, con suma curiosidad le pregunto para que quería un milagro.
Ella le conto que su hermanito estaba muy enfermo y necesitaba una operación,
su madre decía que solo un milagro lo podría solucionar, asi que ella juntando
todo su dinero lo traía para comprar ese milagro.
- ¿Cuánto
dinero traes? Le pregunto aquel hombre, con gran admiración.
- Señor, lo he
contado y tengo un dólar y cinco centavos, pero si vale mas el milagro, estoy
dispuesta a conseguirlo, con tal de que mi hermanito se sane.
El
farmacéutico y aquel hombre, cruzaron sus miradas, la emoción les paralizaba el
corazón, y aquel hombre tomando a la niña de la mano le pidió que lo llevara a
su casa. El señor elegantemente trajeado era un prominente Neurocirujano, y así
se convirtió en el milagro de un dólar y cinco centavos. El pequeño niño fue
operado por él y su salud fue restaurada.
Nosotros los
cristianos también fuimos un día comprados. El sumo sacerdote le pago 30 monedas
de plata a Judas, pero para Jesús nuestra vida valía mucho más que eso. Fuimos
comprados por el precio de su sangre. La sangre de Cristo es estrictamente un
rescate pagado a la justicia de Dios, por el amor de Dios en Cristo, para
nuestra redención.
Nuestra, alma,
espíritu y cuerpo han sido comprados; El quito nuestra pena de ser castigados,
y nos impuso una obligación de obediencia. Jesucristo se convirtió en el
milagro que necesitábamos para restaurar nuestra vida de pecado y ese precio no
se puede comparar con lo que el dinero pueda comprar.
El cristiano
nacido de nuevo considera, no sus derechos, sobre su vida, sino sus deberes
para con esa vida. No puede hacer lo que quiera, sencillamente porque no se
pertenece a sí mismo, sino que ha de hacer lo que Cristo quiera, porque para
eso le compró al precio de Su sangre.
1 Corintios
7:23 Comprados fuisteis por precio; no os hagáis esclavos de los hombres.
“Gracia y Paz”