Pintarse los ojos, o mejor dicho
los párpados, es una práctica muy antigua conocida por los hebreos y por los
egipcios miles de años antes de ellos… El pintarse los ojos sin duda fue
copiado por los hebreos de sus vecinos egipcios, fenicios y mesopotámicos… El
pintarse los ojos se menciona entre otras cosas, como algo que las mujeres
pensaron para ganar admiración… Compara Jeremías 4:30 “…aunque pintes con
antimonio tus ojos, en vano te engalanas…” y Ezequiel 23:40 “y por amor de
ellos te lavaste, y pintaste tus ojos, y te ataviaste con adornos”.
Hemos visto que Pablo usa el
término pudor, al referirse a la manera en que se debe vestir la mujer
cristiana. La palabra en el griego es aídos, que indica un sentido de vergüenza
sobre todo con relación a otros. En vista de esto, podemos decir que la pintura
y maquillaje no proyectan un sentido de vergüenza con relación a otros.
La palabra atavío, usada en 1
Timoteo 2:9, proviene de la palabra griega cosmético. Básicamente, Pablo relata
que el cosmético (lo que la mujer hace para embellecerse exteriormente) no debe
ser el del exterior, sino el del interior. El uso de maquillajes y pinturas que
alteran el aspecto del rostro, radicalmente violan el sentido de pudor,
modestia y santidad de la mujer cristiana.
Observe a una mujer que se esté
maquillando en una tienda. Observe la gran transformación no sólo en su cara
sino en su actitud. El maquillaje no sólo le da un sentido de auto estima por
querer verse mejor, sino que la transforma en una mujer vana, más orgullosa,
más estirada, más egocéntrica, llena de humos. Su cosmético cambio. Lo que está
adentro salió. En ella no hay pudor, sencillez, modestia… en ella no hay un
espíritu afable o apacible. El uso de maquillajes está vinculado directamente
con la vanidad y el orgullo y atropella las normas de modestia indicadas por
Pablo y Pedro que solo escribían bajo la dirección del Espiritu de Dios.
Dios
aborrece la vanidad y el orgullo:
• Proverbios 6:16-17… Seis cosas
aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua
mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente.
• Salmo 24:4… “El limpio de manos
y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con
engaño.
La palabra vanidad en el hebreo,
conlleva el sentido de “cosas inútiles, cosas que no aprovechan o cosas
vacías”. El maquillaje es algo vano, es inútil, no aprovecha para nada y por
supuesto es algo vacío presentando una imagen falsa.
En contraste a 1 Timoteo 2:9,
donde Dios aconseja a la mujer a ataviarse de “ropa decorosa, con pudor y
modestia”, las mujeres Israelitas se vestían demostrando su orgullo y
desvergüenza. Su intento era atraer la atención de los hombres, porque dijo el
profeta que cuando andaban, “van danzando, y haciendo son con los pies” (Isaías
3:16).
Andaban moviéndose de manera que
el hombre fuera seducido. Dios esperaba otra conducta de sus hijas. La
desolación y estado deplorable de la nación, se debieron en parte a la
extravagancia, inmodestia y vanidad de las mujeres israelitas en conducta y
vestimenta. Dios recriminó a la mujer israelita y le dijo que todo este lujo y
extravagancia le sería quitado. La vanidad y la forma de vestirse de la mujer
cristiana, puede afectar a la iglesia del Señor, al igual como la vanidad de
estas mujeres israelitas afectó a toda la nación.
El uso de pinturas hoy, en su
mayor parte tiene el mismo sentido. Las mujeres se pintan para parecer más
atractivas, más seductivas. Muchas mujeres podrán decir que se pintan
simplemente para verse mejor o para sentirse mejor así mismas. Pero, la razón
por la que la gran mayoría se pintan es para atraer al sexo opuesto. La mayoría
lo hacen porque vivimos en una cultura que establece el uso de pinturas como
una norma para que una mujer se sienta aceptada por los demás. Las mujeres son
peores que los hombres en este sentido. Presionan a las mujeres que no se
pintan. Las tildan de anticuadas o feas si no se pintan.
La razón principal por la que la
mujer altera su fisonomía con pinturas, es para ser aceptada por una sociedad
que pone un énfasis indebido sobre la belleza superficial y sin lugar a dudas
para ser más atractiva al sexo masculino. Las mujeres cristianas no reciben su
belleza de cosméticos, sino del Espíritu Santo que vive en ellas. No se deben pintar
para atraer a los hombres porque ya tienen a su esposo en casa y no tienen por
qué estar atrayendo a otros.
Ahora, no creo que toda hermana
que se ponga maquillaje lo haga con el propósito de seducir al hombre, pero
tampoco la forma en que se pinta agrada a Dios. Muchas lo hacen inocentemente
porque es lo aceptable ante los ojos de la sociedad y porque nunca han recibido
enseñanza al respecto.
La mujer que no se pinta, el
mundo la mira con ojos raros. Muchas mujeres confiesan que cuando se están poniendo
maquillajes y cierta clase de ropas que exponen indebidamente el cuerpo, se
sienten más “sexys”, se sienten más seductoras. Muchas confiesan que
literalmente han sentido un espíritu que se apoderaba de ellas al pintarse o
lucir ciertas ropas no decentes.
Juzgue usted hermana: ¿Es
correcto usar ornamentos y pinturas cuyo único propósito es atraer la atención
del hombre hacia su persona? ¿Las pinturas tienen otro motivo? ¿Cuál será? ¿Las
prendas, aretes, collares, etc., tienen otro propósito? No he podido dar con
otro motivo para el uso de estas cosas fuera de la vanidad y el deseo de atraer
la atención del sexo opuesto. ¿Estos son buenos motivos para una hija de Dios?
Pedro nos dijo: “Vuestro atavío
no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos
lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un
espíritu afable y apacible, que es de gran estima delante de Dios”.
·
Aretes
– atraen atención sobre las orejas.
·
Collares
– atraen atención sobre el cuello.
·
Cadenas
– atraen atención sobre el busto.
· Pulseras
– atraen atención sobre las muñecas, los tobillos o las piernas. (APARTE DE SER SÍMBOLOS DE ESCLAVITUD).
El atavío de la mujer no debe ser
el externo, sino el interno. Peinados ostentosos (peinados con oro y plata
entretejidos), adornos de oro y vestidos lujosos no deben caracterizar a la
mujer cristiana, sino su espíritu afable y apacible. Este es el ornato de la mujer
santa.
Por último sería bueno responder
la pregunta que siempre nos hacen “¿Porqué no se pintan, ni usan joyería, ni
usan pantalones las mujeres de tu iglesia?”. La respuesta es muy sencilla:
“Porque representan a Cristo, su pureza y santidad”.
“Gracia y Paz”
Verdadera Vida Cristiana